Diversas y muy especiales, son las razones que unen a los pueblos de Cuba y Chile. Este libro tiene la intención de revelar una de ellas: la impresionante historia de la solidaridad chilena con la causa de la independencia de Cuba, nutrida durante más de treinta años del siglo XIX con el apoyo popular a la lucha de Cuba contra España y sellada con sangre de combatientes chilenos en los campos de Cuba libre. Para octubre de 1868, solo quedaban en poder de España en América las islas de Cuba y Puerto Rico. Ambas, como dos alas de un mismo pájaro,uno llevaban años buscando la ansiada independencia. Juntas tocaron las puertas de la Venezuela de Bolívar, Sucre y Páez, y del México de Guadalupe Victoria, Antonio López de Santa Anna y Benito Juárez. Era tal el interés libertario por Cuba y tan intensa la actividad patriótica de los revolucionarios cubanos que, al producirse el grito de independencia el 10 de Octubre de 1868, ocurrió una verdadera reacción en cadenas de internacionalismo revolucionario.
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Encabezado por Fulgencio Batista Zaldívar, el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, bajo la tutela de la embajada norteamericana en la Isla, provocó la subversión en todos los órdenes de la sociedad. El viejo caudillo castrense, usurpador del movimiento revolucionario de 1933, al abandonar el poder, dejó un ejército que lo apoyó incondicionalmente durante once años. En el propio seno del corrupto gobierno Auténtico de Carlos Prío Socarrás (1948-1952), se urdieron los lazos de una conspiración militar, destinada a evitar el triunfo popular en las elecciones de 1952
Dionisio San Román Toledo y Alejandro González Brito, exoficiales de la Marina de Guerra, enlazados en la vida y en la muerte por la defensa de un mismo ideal revolucionario, formaron parte del gran martirologio del levantamiento popular armado del 5 de septiembre de 1957, en Cienfuegos.
Para los amantes de las tradiciones patriaóticas Pilar Quesada González y Luis Rosado Eiró entregan Cienfuegos, sublevación de todo el pueblo, en ocasión de su LX Aniversario. La pretensión es acercar más a los jóvenes a esta historia, y revivirla; interés y deseo del inolvidable Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz.
El altruismo de hombres y mujeres decididos a hacer revolución, es algo que se encontrará en estas páginas, fruto de una profunda investigación, avalada por algunos de sus principales protagonistas. Si el lector consigue descubrir la importancia que este hecho tuvo, para la lucha de aquellos últimos años de la década de los cincuenta del pasado siglo, se habrá cumplido con el desafío de su reedición.
A los compañeros que integraron la Comisión de Colaboración y Abastecimientos; a la Oficina del Segundo Frente Oriental Frank País que presidía el comandante Belarmino Castilla Mas; a la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado; a la Editorial Capitán San Luis; a la Federación de Mujeres Cubanas. Además, a la Oficina del Historiador de las FAR, a la Dirección Nacional de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, a la Casa Editorial Verde Olivo y a todos los que apoyaron en la búsqueda de nombres y apellidos de los compañeros que aparecen de una forma u otra en la obra.
Muchos lo habían escuchado alguna vez por la radio clandestina, lo habían visto en fotos con su barba, espejuelos grandes y fusil con mirilla telescópica, pero todos querían conocerlo personalmente, aunque fuera a distancia. Y este momento se acercaba al oír de boca en boca la noticia de que Fidel, con su Columna No. 1 José Martí, estaba próximo a la ciudad, y que de un momento a otro entraría en ella. La Caravana de la Libertad causaba grandes expectativas entre la población que se aglutinaba en calles, avenidas y plazas, entre ellas el parque Serafín Sánchez. El día era frío, la temperatura bajaba más de la tarde a la noche, y una llovizna fina, de tipo invernal, golpeaba a quienes aguardábamos el instante de la llegada.