Como me ha ocurrido en otras pocas ocasiones, estas páginas atraparon mi interés de inmediato y literalmente no paré de leer hasta concluirlas.
Estoy seguro de que a la mayoría de mis compatriotas —y quizás a no pocos en el extranjero— les ocurrirá lo mismo con esta enjundiosa conversación entre un joven y talentoso periodista cubano, y un veterano protagonista de buena parte de los momentos más trascendentes de la gesta que aún libramos, por preservar la plena independencia y alcanzar, como aspiró Martí, toda la justicia para nuestro pueblo.
Wilmer Rodríguez no acude al contrapunteo ni a preguntas de difícil respuesta. Resulta evidente su coincidencia con el entrevistado en muchas apreciaciones y que comparten iguales convicciones políticas y principios éticos.
La empatía se reafirma por descender ambos de campesinos humildes. En sus trayectorias hay, por tanto, similitudes, pero sobre todo diferencias radicales. Guillermo nació y creció en una de las etapas más desoladoras del capitalismo dependiente que se enseñoreó sobre Cuba. Wilmer ha tenido que enfrentar y vencer las vicisitudes y retos de estos años nada fáciles, pero teniendo a su alcance las conquistas de la Revolución y el Socialismo.