Libros

Esa otra poesía, la del combate Calino de Efeso, orador y poeta griego de la antigüedad, dijo que solo el verdadero héroe tiene derecho al canto, y redactó una elemental tabla de valores éticos: El héroe debe luchar contra aquellos que tratan de invadir, sojuzgar y esclavizar a su pueblo; no debe sentirse un semidiós; debe amar a sus padres, esposa e hijos y, sobre todo, a su patria; no debe participar en guerras de rapiña contra sus hermanos ni invadir pueblos pacíficos; debe ser sencillo, cordial y dotado de una gran humanidad y espíritu de comprensión; y si acaso pudiera verse en él algo sobrenatural, es porque conoce de qué parte está la razón.

Concretar en hombres tales cualidades, redactados quizás con demasiado aliento ideal, nada menos que seiscientos sesenta años antes de nuestra era, no es asunto que prolifere con demasía.

La historia, como bien se sabe, es la historia de la lucha de clases. Del mismo modo, es más que sabido que la encarnación de una ética de tal dimensión no es ajena al concepto clasista.

A lo largo de tantos y tantos siglos, el manto del heroísmo se ha echado sobre hombros no siempre de intenciones limpias, desinteresadas; hombros sobre los que descansaron empresas de conquista y barbarie.

Por igual, ha habido cantos a antihéroes; pero, los que han trascendido hasta hoy, son justamente aquellos en los que las más brillantes trayectorias alimentan su calidad.

Me permito formular de modo contrario la apotema del poeta griego: solo el verdadero canto encuentra al héroe y, también me permito dejar que mi hijo Alejandro enriquezca este texto que no envejece; regalárselo, porque desde donde ahora existo, sé que solo él será capaz de complacerme después de diecinueve años y lograr la publicación de esta extensa e intensa línea de la poesía cubana, que ha cotejado al detalle y que recorre los registros patrióticos al más alto nivel lírico de Heredia a Martí en el siglo xix, y en el xx, de Guillén, Pedroso, Tallet, Ballagas, Naborí, Vitier, Félix Pita Rodríguez, Carlos Galindo, Navarro Luna, Raúl Ferrer, con parcelas mayores o menores, aunque siempre bien cultivadas, que han sentido dentro de sí el encargo de cantarle al ídolo colectivo e individual, a los protagonistas de un movimiento incesante que cuajó, tras diversos peldaños, en la Cuba de hoy.

Ya muchos de estos colegas me acompañan y seguimos, aún, con ese deseo imperecedero de recorrer nuestra cultura popular revolucionaria, que encuentra acomodo leal en la necesidad de poner en relieve a esos hombres y mujeres, quienes con esa otra poesía, la del combate, sustentan nuestras circunstancias y posibilidades.

No es de extrañar que la figura de Camilo Cienfuegos, en el 60 aniversario de su desaparición física, se multiplique en el verso tanto como en las flores que cada 28 de octubre convierten a la Isla en un jardín.

Camilo es leyenda, pero leyenda enraizada en la más pura realidad. Nos ha legado la sonrisa, el sombrero alón, la barba rebelde, el hasta siempre en la borrasca de octubre, su fiereza en la lucha, la resistencia ante la adversidad, su don de mando y soldado entre su tropa, el buen humor, su cubanía… En modo alguno una ética idealizada, un héroe de héroes, un hombre de hoy y mañana, porque lo supo ser ayer sin cortapisas.

Así lo han sentido los poetas de varias generaciones que confluyen en la lírica de estos tiempos y de este libro en particular, sacados a luz, después de una minuciosa búsqueda en mi archivo personal.

Diversidad estilística y formal, disímiles calibres en el aliento y la formulación poética, alturas desiguales; todas con conciencia de responsabilidad ante el comandante guerrillero quien aparece en cada página; páginas inconclusas, naturalmente, porque en el pueblo de muchos Camilo, este verdadero canto lo seguirá teniendo en el futuro.

René Batista Moreno

 

 

 

 

 

 

 

Homenaje de la editorial Verde Olivo a Jesús Orta Ruiz; es la más completa compilación de poesía política que se ha realizado del admirado poeta. El libro, a través de héroes, mártires y efemérides, nos propone un viaje poético por la historia de Cuba. Quien dude alguna vez de su condición de cubano, puede reaccionar positivamente acercándose a Fulgor de un nombre; cuyo contenido, de principio a fin, fuera descrito por el propio poeta en febrero de 2005: “[…] La conocida aceptación popular de estos poemas, algunos memorizados y recitados por varias generaciones, es la mejor prueba de que cuando se hable de poesía y tiempo no hay que olvidar el espacio y la ocasión […]. Fue así que surgió esta poesía de fechas y circunstancias, tan sentida por mí como cualquier otra […].

Diversas y muy especiales, son las razones que unen a los pueblos de Cuba y Chile. Este libro tiene la intención de revelar una de ellas: la impresionante historia de la solidaridad chilena con la causa de la independencia de Cuba, nutrida durante más de treinta años del siglo XIX con el apoyo popular a la lucha de Cuba contra España y sellada con sangre de combatientes chilenos en los campos de Cuba libre. Para octubre de 1868, solo quedaban en poder de España en América las islas de Cuba y Puerto Rico. Ambas, como dos alas de un mismo pájaro,uno llevaban años buscando la ansiada independencia. Juntas tocaron las puertas de la Venezuela de Bolívar, Sucre y Páez, y del México de Guadalupe Victoria, Antonio López de Santa Anna y Benito Juárez. Era tal el interés libertario por Cuba y tan intensa la actividad patriótica de los revolucionarios cubanos que, al producirse el grito de independencia el 10 de Octubre de 1868, ocurrió una verdadera reacción en cadenas de internacionalismo revolucionario.

Encabezado por Fulgencio Batista Zaldívar, el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, bajo la tutela de la embajada norteamericana en la Isla, provocó la subversión en todos los órdenes de la sociedad. El viejo caudillo castrense, usurpador del movimiento revolucionario de 1933, al abandonar el poder, dejó un ejército que lo apoyó incondicionalmente durante once años. En el propio seno del corrupto gobierno Auténtico de Carlos Prío Socarrás (1948-1952), se urdieron los lazos de una conspiración militar, destinada a evitar el triunfo popular en las elecciones de 1952

Dionisio San Román Toledo y Alejandro González Brito, exoficiales de la Marina de Guerra, enlazados en la vida y en la muerte por la defensa de un mismo ideal revolucionario, formaron parte del gran martirologio del levantamiento popular armado del 5 de septiembre de 1957, en Cienfuegos.

Para los amantes de las tradiciones patriaóticas Pilar Quesada González y Luis Rosado Eiró  entregan Cienfuegos, sublevación de todo el pueblo, en ocasión de su LX Aniversario. La pretensión es acercar más a los jóvenes a esta historia, y revivirla; interés y deseo del inolvidable Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz.

 

El altruismo de hombres y mujeres decididos a hacer revolución, es algo que  se encontrará en estas páginas, fruto de una profunda investigación, avalada por algunos de sus principales protagonistas. Si el lector consigue descubrir la importancia que este hecho tuvo, para la lucha de aquellos últimos años de la década de los cincuenta del pasado siglo, se habrá cumplido con el desafío de su reedición.

 

Páginas