Libros

En sus páginas podremos revivir los preparativos para el asalto al cuartel Moncada, el combate en el hospital civil Saturnino Lora, las horas que vivió en la prisión en Boniato, su estancia en el Reclusorio Nacional para Mujeres en Guanajay y el rencuentro con Fidel a su salida de Isla de Pinos.

 

Como hablar de Haydée significa no olvidar a Abel, él también da vida a las páginas de esta obra. Él le mostró el camino que debían recorrer los hombres y las mujeres, para lograr su independencia, y ella fue ferviente aprendiz.

 

Hay quienes hacen, en determinado momento, un aporte valioso a la sociedad en uno u otro campo, y por diversas razones no vuelven a destacarse en el resto de su vida, lo que no resta méritos a la contribución realizada. Otros, en cambio, son capaces de marchar a la vanguardia durante largos años, hasta que viejos o enfermos el cansancio los vence, sin que por ello dejen de merecer el respeto y la consideración de todos.

–¡Atención! ¡Recuento! Abren y chirrían las puertas de hierro del interior de la galera, las de cada celda; salimos al pasillo, nos alineamos frente a un oficial acompañado de un soldado y un recluso. Así ha sido invariablemente todos los días a las seis de la mañana y de la tarde, y también otras veces para una requisa por sospecha o por precaución. En esta ocasión nos notifican que después del recuento nos trasladarán y nos ordenan que recojamos nuestras pertenencias. Un preso trae un lápiz en una mano, una tablilla en la otra y sobre ella una planilla sujeta con una presilla de presión donde va anotando según nos cuentan: “uno, dos, tres, cuatro...”. Así va contando hasta veintiséis, pues el resto de los que estaban junto a nosotros en la galera ya fueron puestos en libertad. Los había de diferentes partidos políticos: comunistas, ortodoxos, auténticos; un ex jefe de la policía en Santiago de Cuba, estudiantes, un comerciante con la mujer y su chofer. Ahora, solo nosotros. Todo está más tranquilo y las celdas de los ya mencionados vacías, pues al declararnos nosotros culpables los pusieron en libertad.

El programa de la 32 Feria Internacional del Libro, se llena de ala y color con las excelentes presentaciones que llegarán al público lector los próximos días. Camina por las páginas del saber, el conocimiento y las curiosidades.Súmate.

Una carta sorprendente llegó a la oficina de los patriotas cubanos en Nueva York: la noticia de un aparato que podía volar y bombardear al ejército enemigo. ¿Existía ese aparato en 1893? Un joven revolucionario, burlando la vigilancia del régimen español, había creado el velocípedo aéreo y lo ofrecía, como todo su talento, para liberar a Cuba. Era Arturo Comas Pons, ingeniero agrónomo, periodista, inventor y dibu- jante, quien escribió a Martí sabiendo que organizaba la Guerra Necesa- ria. En su honor, los dos aviones construidos en Cuba, cien años después, llevan por nombre Comas 1 y Comas 2, uno de los cuales se exhibe en el Museo del Aire en La Habana.

El general de brigada Arnaldo Tamayo Méndez, después de treinta años de su salto al espacio cósmico, narra sus vivencias fuera del globo terraqueo y como cubano, desde su infancia en el natal Guantánamo, como piloto de guerra y cosmonauta investigador.El general de brigada Arnaldo Tamayo Méndez, después de treinta años de su salto al espacio cósmico, narra sus vivencias fuera del globo terraqueo y como cubano, desde su infancia en el natal Guantánamo, como piloto de guerra y cosmonauta investigador.

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