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Nuestro Apóstol expresó: «En los Andes puede estar el pedestal de nuestra libertad, pero el corazón de nuestra libertad está en nuestras mujeres»1. Vestidas de Patria, bajo el sello de la Casa Editorial Verde Olivo, invita a los amantes de la lectura a desempolvar viejas historias cargadas de heroísmo, que tienen como principal protagonista a la mujer cubana. Para ello, Olivia Diago Izquierdo, su autora, ha hurgado en este apasionante tema insuficientemente abordado.

 

 

En el sur de África hay un país místico y hermoso donde se le canta a Cuba, a pesar de la distancia y las costumbres. Un lugar especial donde la gente tiene la sonrisa y las manos tan cálidas como las aguas que arrullan nuestras costas.

Que mi nombre haya estado ligado al de Ernesto Guevara de la Serna en una de las tres epopeyas militares que comandó, y que esta fuese una de las primeras acciones de ayuda internacionalista de la naciente revolución cubana, pudiera parecer un hecho fortuito; amén del color de mi piel, negro.
Si no estuviera convencido de que la verdadera causa de mi derrotero estaba condicionada por un periplo que el Che realizara por territorio africano, con la oportunidad de conocer y departir con líderes de movimientos revolucionarios de varios países de ese continente, no pudiera contar esta historia.

Solo me queda el testimonio de su voz». Con ese verso agónico y fugaz se inicia Amigo Guevara, primero a su vez de Palabras del hombre sereno. A continuación, otros cuarenta y tres poemas traspiran la nostalgia que rebasa al héroe, para apropiarse de toda una época.

Luis Pérez de Castro prefirió estructurar su poemario en secciones, algo muy a la usanza en este género, con el propósito de entregarnos en un solo cuerpo, en una sola avalancha, el caudal de imágenes que acumuló como en un lago durante su vida.

Después que tantos afamados creadores lo han hecho, escribir sobre el Che constituye un riesgo. Escribir sobre él, luego de los traspiés de la ideología socialista en la mayor parte del mundo, es una provocación.

 

 

 

Sinopsis: Estas páginas hablan de un hombre excepcional, para algunos, mezcla de inquisidor y genio, para la mayoría, el más grande y atrevido de los escultores cubanos de la segunda mitad del siglo xx, José Delarra.

 

Aunque fue ciertamente incisivo y cáustico al exponer puntos de vista, su vida puede considerarse un ejemplo de la más auténtica ética y de fidelidad a su Patria y a la Revolución. Su obra plástica tuvo enorme trascendencia para la cultura forjada en Cuba con aliento popular a partir de 1959.

La presencia del comandante Ernesto Che Guevara en Bolivia ha sido tema de escritos y libros en diferentes idiomas. Su estancia en los predios bolivianos ha entintado millones de hojas de papel de imprenta. Es por ello que, a través de mis crónicas y entrevistas, intento más que todo llevarle al lector algunas aristas humanas de su paso, en los años 1966 y 1967, por la franja boliviana, en las que dejó marcada su impronta de hombre diáfano y sin machas, como lo describiera Fidel Castro Ruz en las palabras de despedida al héroe. Durante tres visitas al país andino, recorrí casi todos los lugares por donde pasó con sus guerrilleros. Me auxilié de la Brigada Médica Cubana que ha seguido sus huellas con la nobleza del galeno que cura siempre al más humilde sin cobrarle nada.

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