Viaje fúnebre por el centro

Por mayor Sonia Regla Pérez Sosa
01 de Diciembre de 2021

Los habitantes de Sancti Spíritus, abrazaron la sede del gobierno provincial, el céntrico parque Leoncio Vidal y todas las avenidas todas para acompañar al cortejo. Fuente: Teniente coronel (R) Francy Espinosa González

Con la profunda convicción de cumplir la palabra empeñada a Fidel, miles de villaclareños amanecieron cerca del complejo escultórico que guardó sus cenizas durante la madrugada.

 

Tras el homenaje de los principales jefes del territorio, nuevamente el armón florecido aferró contra sí su cometido y echó a andar. Otros jefes conformaron la escolta de honor y reiniciaron la marcha con el mismo compromiso. Eran poco más de las siete de la mañana.

 

Toda Santa Clara reconoció al revolucionario y cual ola humana, la población se agrupó para hablarle. Pronto quedó atrás la ciudad, pero en los tramos del camino, con caserío o sin él, las personas se acercaron a la vía para corearle: ¡Fidel! ¡Fidel!

 

En Sancti Spíritus, igual que en el épico viaje de los barbudos hacia la capital, la naturaleza se hizo presente con una llovizna fina. A ambos lados de la Carretera Central, los hijos de la tierra del Yayabo, sin importarles las inclemencias de la naturaleza, expusieron su espíritu, moral y entusiasmo, al defender el ideal respaldado días antes en el concepto de Revolución. Así el pueblo se hizo interminable hasta la provincia vecina.

 

Marcialidad y asombro caracterizaron al primer saludo que recibió la caravana en Ciego de Ávila, proporcionado por jóvenes estudiantes de la Escuela Militar Camilo Cienfuegos de la región.

 

A pocos metros, el territorio vistió los colores blanco, azul y rojo de sus habitantes, quienes desde ambos lados del camino aclamaban: ¡Esta calle es de Fidel!, y la custodiaron desde aceras, balcones, azoteas…

 

Hombres, mujeres, ancianos, niños y jóvenes, para quienes se hizo la Revolución, no dejaron libre ningún tramo del camino, aun en las zonas despobladas y levantaban sus brazos en señal de saludo y victoria.

 

Al llegar a La Vallita, en territorio camagüeyano, la lluvia se hizo intensa y se oscureció la tarde, pero ninguno de los pioneros o camilitos que aguardaban la caravana abandonó su sitio. Tenían el compromiso de acompañar al Comandante y así lo hicieron.

 

Esto impuso a los cargadores y sus ayudantes pararse en firme frente a los asientos y de esta manera señalizar el UAZ que remolcaba el armón. Su decisión, rápidamente, se vio agradecida por los gritos de “!Allí va Fidel! ¡Ya lo veo!”. En ese momento, varias lágrimas se confundieron con las gotas que mojaban el traje verde olivo.

 

En la ciudad no llovía, las arterias principales estaban colmadas de personas que repetían ¡Yo soy Fidel! Incluso, al pasar frente a varios hospitales vimos que los internos estaban recostados a los balcones, tratando de disminuir la distancia entre ellos y la caravana.

 

Así se llegó hasta el salón Jimaguayú, en la base del monumento al Mayor General Ignacio Agramonte Loynaz, donde esa noche descansaron las cenizas del Comandante, en un lugar con aroma a azucenas frescas. En la plaza del recinto, una vigilia acompañó la noche con canciones patrióticas, himnos de lucha y música tradicional.

 

Nota:

Conozca la Primera parte de este trabajo: https://www.verdeolivo.cu/es/noticias/especiales/inicio-del-viaje-eternidad

Referencia Revista: 
Referencia Ediciones Verde Olivo (Libro): 
Sinopsis: 
En estas páginas el lector podrá revivir los cinco días y cuatro noches de viaje por trece ciudades capitales y decenas de poblados y bateyes que recorrió la Caravana que trasladó las cenizas del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, desde La Habana hasta Santiago de Cuba, donde reposan eternamente. Crónica contada desde la visión periodística de sus autores, quienes junto al pueblo cubano fueron testigos de un suceso que nunca había vivido la nación, y que tal vez jamás vuelva a suceder en Cuba.
Libro en formato digital: 
Referencia Galería: 
Los habitantes de Sancti Spíritus, abrazaron la sede del gobierno provincial, el céntrico parque Leoncio Vidal y todas las avenidas todas para acompañar al cortejo. Fuente: Teniente coronel (R) Francy Espinosa González
El pueblo santaclareño ponderó la estatura moral de Fidel, esa que enseñó a los humildes.  Fuente: Teniente coronel (R) Francy Espinosa González
La manera que encontró la población de demostrarle al líder de la Revolución su agradecimiento, fue acompañándolo durante su tránsito por el territorio. Fuente: Teniente coronel (R) Francy Espinosa González
Los pioneros espirituanos hicieron de este día una inolvidable clase de Historia. Fuente: Teniente coronel (R) Francy Espinosa González
Los avileños ratificaron la confianza otorgada desde hace años a este hijo, padre y hermano incorruptible que jamás los traicionó. Fuente: Teniente coronel (R) Francy Espinosa González
Ver pasar de cerca las cenizas del Comandante fue un momento esperado durante varias horas. Fuente: Teniente coronel (R) Francy Espinosa González
Referencia Noticia: 

No, a la nostalgia!

20 de Noviembre de 2023

Foto: Teniente coronel(R) Francy Espinosa González

Fidel nos enseñó a ser consecuentes aunque el dolor y la tristeza fustigaran en lo más hondo. Y así lo hicimos aquel 30 de noviembre de 2016, cuando, con el corazón apretado porque había muerto el líder indiscutible de la Revolución Cubana, realizamos la actividad más importante de nuestras profesiones: acompañarlo durante su viaje a la eternidad. 

 

Como integrantes de Verde Olivo, formamos parte de la caravana que recorrió el territorio nacional, como lo hizo él en 1959 en la Caravana de la Libertad, pero ahora lo haríamos en dirección inversa.

 

Evocando nuestras vivencias de hace seis años, queremos hacerlos cómplices de aquellos días del traslado de las cenizas del Comandante en Jefe hasta Santiago de Cuba y revelar lo vivido desde el cortejo fúnebre, durante más de mil cien kilómetros.

 

Para ello contamos con los testimonios gráficos de los millones de cubanos que mostraron el amor y respeto en el grito de “Yo soy Fidel”,  de quienes se sacaron del pecho un beso que lanzaron al aire y esbozaron un te quiero con los labios, pues sus labores no les permitían estar tan cerca; o aquellos que por asegurar el trayecto, de espaldas, sintieron su presencia.

 

Pretendemos evocar cómo millones de corazones latieron al unísono ante la incertidumbre, el amor y dolor del último viaje de quien representa una época, un país; por ello, su pueblo lo espero dignamente junto a las carreteras durante horas.

 

Durante las cuarenta y nueve horas del recorrido y todas las que las antecedieron y continuaron, Fidel convocó. Por eso fue común sentirse como aquellos rebeldes que bajaron de la Sierra Maestra hace más de medio siglo.

 

La marcha hacia Santiago de Cuba, el territorio donde los grandes tienen sitio perenne, se realizó a una velocidad constante entre los veinticinco y cuarenta kilómetros por hora. Ello permitió que el  pueblo pudiera compartir pensamientos con el Comandante en Jefe, y hoy los podamos exponer en estas páginas.

 

El recorrido de la caravana fue como la vida de Fidel: diversa y expectante, donde no faltaron los días grises, las lluvias débiles o fuertes, ni las cumbres a superar. Pero sobre todo, la Patria le rindió  el merecido tributo y honores a tan extraordinario hombre. Él viajó por su Cuba, protegido por la bandera de la Estrella Solitaria, para despedirse de todos y todo… No podía ser diferente.

 

Por esas razones, al líder de la Revolución Cubana van dedicados los trabajos que en los días siguientes publicaremos en el sitio web Verde Olivo, para revivirlo con las muestras de cariño del pueblo a través de una frase: “¡Yo soy Fidel!”.