Más de seis décadas lleva el General de Ejército Raúl Castro Ruz dedicadas a defender y respaldar a los más necesitados.

Pensando en ellos, organizó en los 12 000 km cuadrados del Segundo Frente Oriental Frank País, hospitales, puestos médicos, escuelas, órganos de Justicia y burós Agrario y Obrero. Frutos que se expandieron por toda la nación tras el triunfo revolucionario y tuvieron siempre su respaldo incondicional. 

Años después, cuando los cubanos acudieron a otras tierras del orbe en misiones internacionalistas, sus indudables cualidades como militar, estratega y político, estuvieron siempre acompañadas por los desvelos que le generaban, las pérdidas irremediables de los conflictos bélicos.  Esas difíciles circunstancias, consiguieron unirlo más a sus subordinados y conocer profundamente cada acción a realizar.

Desde entonces, no importa si viste uniforme verde olivo, guayabera o traje. Siempre advierte que todavía faltan muchas cosas por hacer y sus manos están dispuestas a abrazar, saludar, empuñar un fusil, explicar, ofrecer, orientar…, según lo requiera el instante y la persona, pues asegura que esta es “una Revolución socialista de los humildes, por los humildes y para los humildes”, esos a quienes golpea más fuerte las crisis internacionales.   

Por ello, saberlo cerca y escuchando, les ha permitido a jóvenes con implantes cocleares, o infantes de la escuela Solidaridad con Panamá, conocer de sus valores invariables, capaces de enfrentar las condiciones más difíciles para hacerlos felices. Él, que lleva en su sabiduría, la huella indeleble del humanismo.