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Noventa escalones para ascender a la cima de una vida dedicada a los demás, a Cuba, a su América, a la humanidad.

Era solo un jovencito y se pronunció contra la corrupción y el gansterismo que imperaban entonces en la Universidad habanera y en toda la sociedad cubana; lleno de valor enfrentó la amenaza, incluso, a costa de la propia vida.

Era solo un joven y comprendió el valor de la solidaridad, de la hermandad, y se pronunció a favor de los pueblos de Puerto Rico, Nicaragua, República Dominicana; de los excluidos y desprotegidos del mundo.

Era solo un joven e hizo repicar de nuevo la campana de la Demajagua para que los estudiantes, y la juventud del país y del planeta reclamaran los derechos de quienes se saben con razones e ideales suficientes.

Era solo un joven e hizo desbordarse, en nuestras calles, un mar de cubanas y cubanos, cuando la Marcha de las Antorchas.

Era solo un joven, cuando a la cabeza de un centenar de combatientes se propuso alcanzar el cielo por asalto y librar a su tierra de la tiranía.

Por eso, es él en cada niño, adolescente o joven que le imita, que le sigue, que le ama, que expresa “Yo soy Fidel”… Porque son grandes, desde que nacen, aquellos que con sus nombres escriben millones de historias en solo tres pa-labras: justicia, dignidad, libertad.

Rafaela Valerino Romero

Noventa escalones para ascender a la cima de una vida dedicada a los demás, a Cuba, al mundo, a la humanidad.

Era solo un niño y, aunque tenía una cómoda situación familiar, sufrió el hambre que aún hoy padecen millones de infantes en el mundo, a pesar de su estímulo cotidiano a la solidaridad mundial.

Era solo un niño, pero no admitió la vejación ni siquiera de parte de sus superiores. Desde temprano, la estirpe de hombre libre corrió por sus venas.

Era solo un adolescente, apuesto e inteligente, gallardo y muy estudioso, cuyo futuro fue avizorado desde entonces.

Era solo un joven e hizo repicar de nuevo la campana de la Demajagua para que los estudiantes, y la juventud del país y del planeta reclamaran los derechos de quienes se saben con razones e ideales suficientes.

Era solo un joven aquel que hizo desbordarse, en nuestras calles, un mar de cubanas y cubanos, cuando la Marcha de las Antorchas.

Era también solo un joven aquel que con su sangre generosa escribió millones de nombres en tan solo cinco letras: Fidel.

Es él en cada niño, adolescente o joven que le imita, que le sigue, que le ama, porque son grandes, desde que nacen, aquellos que con su ejemplo escriben un sinnúmero de historias en tan solo una palabra: justicia.

Las autoras

Cuba ocupa la primera trinchera en la lucha contra el imperialismo que, prepotente hoy como nunca antes, pretende dirigir el destino de los pueblos. En esa trinchera, la primera posición corresponde a la Brigada de la Frontera, y desde ella hombres y mujeres muestran diariamente al enemigo la serenidad, heroísmo, abnegación e inclaudicable firmeza con que nuestro pueblo defiende su soberanía y conquistas.

 

Como modesto homenaje a la actitud ejemplar de esos combatientes, en 1986 el Centro de Estudios de Historia Militar (CEHM) publicó Punta de Vanguardia, donde expuso las causas que originaron la existencia de esa unidad, así como su evolución y desarrollo hasta 1985.

Un hombre afortunado

El gallego Fernández, seudónimo por el cual también se le conoció, nos regala pasajes de su vida con su mayor satisfacción que radica en el privilegio de responder el llamado del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz desde los primeros días del Triunfo de la Revolución y cumplir con modestia, responsabilidad y sencillez cada tarea encomendada.

Desde noviembre de 1967 formé parte del equipo de investigaciones históricas de la Comisión de Orientación Revolucionaria (COR), del Partido Comunista de Cuba (PCC) en Caibarién, actual provincia de Villa Clara.

La encomienda consistió en una pesquisa que recogiera, sino todos, la mayoría de los sucesos de la última etapa de la Guerra de Liberación Nacional en el Frente Norte de Las Villas, desde las actividades realizadas por los primeros grupos de alzados, la llegada de la columna invasora Antonio Maceo a las entonces tierras villareñas hasta la toma de la fortaleza militar de Yaguajay.

Este trabajo resultó provechoso, pues gracias a él conocí a combatientes de la lucha guerrillera, diversas operaciones militares y los rasgos más acentuados de la personalidad del comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán.

Durante cada encuentro salieron a relucir innumerables hechos que caracterizaron al hombre simpático, cariñoso, burlón, valiente, audaz, de amplia sonrisa y sombrero alón que siempre lo 14 acompañó. Un símbolo, un ideal, una personalidad con valores suficientes para ser imitado.

Tres años más tarde terminé parte de la búsqueda.

Ya había recopilado un rico anecdotario sobre Camilo en el Frente Norte, título que decidí para este libro. Su elaboración me llevó a volver repetidas veces al escenario donde el jefe rebelde desarrolló sus acciones y a establecer contacto con muchos compañeros y compañeras con el propósito de precisar fecha y lugar del suceso, ya que mi intención era presentar las anécdotas en orden cronológico, tal como aparecen en estas páginas.

Igualmente, desde un principio concebí designar a cada una de ellas con una frase dicha por Camilo, así como legitimar el nombre del entrevistado.

Lograr que el lector se identificara con cada historia y ofrecer de manera más pormenorizada los acontecimientos que materializaron la victoria de las armas rebeldes en esa zona, a finales de 1958, constituyó otro de mis objetivos. Algunas fueron tomadas de diferentes publicaciones y llevadas a la estructura de este texto.

Aproximadamente cien fotografías, documentos y testimonios forman esta obra. Más que una recopilación, es una antología donde se resalta la figura del Héroe de Yaguajay en toda su extensión, al caracterizar su ideología, su lucha y su cubanía.

 

René Batista Moreno

 

 

 

 

Cuentan que a principios de los años cincuenta de la centuria pasada, cuando se iniciaba la carrera armamentista nuclear, al científico Albert Einstein le preguntaron: —¿Con qué medios usted considera que se desarrollará la Tercera Guerra Mundial? La respuesta fue rápida: —No creo que nadie pueda predecir eso, pero estoy seguro de que la cuarta será con el hacha de piedra. Al inicio de la década de los sesenta ya había acumulada una cantidad considerable de armas nucleares de una potencia colosal. Vivíamos en plena Guerra Fría y, aunque todos sabían que era posible una nueva “guerra caliente” devastadora, eso no preocupaba ni mucho ni poco a nadie, era como un elemento más del paisaje que, por cotidiano, pasaba inadvertido; igual al aire que, al no verse, es como si no existiese. Solo algo poco probable en teoría. Sin embargo, la Crisis de Octubre de 1962 (para los cubanos), Crisis del Caribe (para los soviéticos) o Crisis de los Misiles (para los norteamericanos), fue la primera vez, y por suerte la última hasta ahora, en que la humanidad se vio al borde de la guerra termonuclear, a punto de regresar al hacha de piedra. Constituyó la primera confrontación directa en gran escala entre la Unión Soviética y Estados Unidos (EE. UU.) durante la posguerra, y los colocó al borde de la catástrofe; por tal motivo este suceso histórico continúa atrayendo el interés de políticos, investigadores y escritores después de medio siglo, pues aquellos días “estremecieron” al mundo en el sentido literal de la palabra.

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