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  Páginas gloriosas que dejaron los combatientes cubanos en la República de Angola, descrita por uno de los cientos de protagonistas de esa historia. Aquí no se esconden las verdaderas anécdotas vividas, y a la vez sufridas por el pueblo cubano. A pesar de la victoria sobre el enemigo en este continente, hoy lloramos a aquellos que se convirtieron en héroes para impulsar la independencia de África. El autor no olvida nunca, hasta los más humildes soldados que un día lo recordaban como el jefe ejemplar. Tiene usted en sus manos las memorias de quien dejara huellas imborrables junto a los miles de cubanos, en la patria de Agosthino Neto. El valor de este testimonio está ahí, donde con claridad y sencillez se narran los hechos ocurridos al sur del territorio angolano, hasta lograr la soberanía de ese hermano pueblo africano.

A los compañeros que integraron la Comisión de Colaboración y Abastecimientos; a la Oficina del Segundo Frente Oriental Frank País que presidía el comandante Belarmino Castilla Mas; a la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado; a la Editorial Capitán San Luis; a la Federación de Mujeres Cubanas. Además, a la Oficina del Historiador de las FAR, a la Dirección Nacional de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, a la Casa Editorial Verde Olivo y a todos los que apoyaron en la búsqueda de nombres y apellidos de los compañeros que aparecen de una forma u otra en la obra.

 

Camilo Cienfuegos ha sido motivo para la aspiración de niños, obreros, campesinos, artistas, quienes han expresado en pinturas, videos, cartas, poemas, todo el cariño y respeto que le profesan. El autor, poeta, ensayista e investigador, regala cincuenta décimas que dejan escapar el sentimiento sincero para acercar al lector al comandante leal y valiente, al hombre tierno, alegre y justo en su andar, al combatiente que aún en otra dimensión mantiene insomne la mirada en su Yaguajay amigo, mirada que recorre llanos y montañas y que sus gentes, en un susurro de complicidad le dicen Porque estás vivo te canto.

Reto a la soledad

 

 

El 22 de enero de 1978 Orlando Cardoso Villavicencio, entonces teniente de las FAR, fue herido en las cercanías de Harar, Etiopía, mientras cumplía una misión internacionalista. Único sobreviviente de una sangrienta emboscada, sufrió una larga, cruel e inhumana encarcelación en una prisión somalí y se convirtió en el prisionero de guerra más antiguo del mundo en su momento.

Este título posee un encanto singular, la tragedia está siempre matizada por un toque de esperanza, y la crítica fluctúa entre el juicio severo y el bondadoso perdón. Las memorias de este combatiente desbordan, entre sus líneas, la nobleza humana de un joven que nos deja admirados ante su hazaña que —al decir de Fidel— es “[…] un triunfo sobre las ideas más oscuras y retrógradas”.   

 

 

 

 

Para entender este libro, basta con analizar un hecho en particular, y el resto de las páginas —lo confieso—, solo sería una reiteración, una especie de “déjà vu”, de algo que se repite y se repite, aunque cambie de idioma, de país, y hasta de gobierno.

 

 

 Otra historia de vida llena las páginas de un nuevo libro de Oscar Ojeda Nerey, esta vez su protagonista es el Abuelo Silva Tablada. El cariño que encierra el seudónimo cuenta del respeto a sus años, a su salud agrietada y experiencia profesional con que era tratado y    admirado por sus compañeros. Luis Alfonso Silva Tablada es su nombre.

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