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A Fidel y Raúl, forjadores de la unidad que nos condujo a la victoria y a la existencia de la Revolución. A los fundadores del Partido Comunista de Cuba quienes, con su conducta y su ejemplo, hicieron posible la existencia de esta organización única, martiana y marxista-leninista que hoy, mañana y siempre dirigirá la Revolución.

Solo me queda el testimonio de su voz». Con ese verso agónico y fugaz se inicia Amigo Guevara, primero a su vez de Palabras del hombre sereno. A continuación, otros cuarenta y tres poemas traspiran la nostalgia que rebasa al héroe, para apropiarse de toda una época.

Luis Pérez de Castro prefirió estructurar su poemario en secciones, algo muy a la usanza en este género, con el propósito de entregarnos en un solo cuerpo, en una sola avalancha, el caudal de imágenes que acumuló como en un lago durante su vida.

Después que tantos afamados creadores lo han hecho, escribir sobre el Che constituye un riesgo. Escribir sobre él, luego de los traspiés de la ideología socialista en la mayor parte del mundo, es una provocación.

 

 

 

Sinopsis: Estas páginas hablan de un hombre excepcional, para algunos, mezcla de inquisidor y genio, para la mayoría, el más grande y atrevido de los escultores cubanos de la segunda mitad del siglo xx, José Delarra.

 

Aunque fue ciertamente incisivo y cáustico al exponer puntos de vista, su vida puede considerarse un ejemplo de la más auténtica ética y de fidelidad a su Patria y a la Revolución. Su obra plástica tuvo enorme trascendencia para la cultura forjada en Cuba con aliento popular a partir de 1959.

El general de brigada Arnaldo Tamayo Méndez, después de treinta años de su salto al espacio cósmico, narra sus vivencias fuera del globo terraqueo y como cubano, desde su infancia en el natal Guantánamo, como piloto de guerra y cosmonauta investigador.El general de brigada Arnaldo Tamayo Méndez, después de treinta años de su salto al espacio cósmico, narra sus vivencias fuera del globo terraqueo y como cubano, desde su infancia en el natal Guantánamo, como piloto de guerra y cosmonauta investigador.

Una vez leído Chile 70-73 La odisea de un presidente cuyos originales gentilmente me facilitaron sus acuciosas autoras —las compañeras periodistas Lídice Valenzuela y Nancy Núñez— y habiendo tenido acceso a otros textos de diferente factura que recogen de una forma u otra aquellos acontecimientos chilenos, especialmente los dramáticos momentos finales de la existencia física de Salvador Allende, no hay dudas de que la investigación realizada y aparecida en esta obra, así como su forma de presentación literaria, permiten calificarla como la realización exitosa de una tarea pendiente. Tanto los once capítulos que dividen la obra como los anexos que los acompañan, contribuyen a dar una visión de conjunto lo más integral posible, de la etapa histórica de Chile, de América Latina y del mundo que sirvió de escenario a aquella epopeya precursora, fundamentalmente a la inolvidable personalidad de Salvador Allende, un héroe fundacional del cambio de época que hoy vive la Patria Grande.

Diversas y muy especiales, son las razones que unen a los pueblos de Cuba y Chile. Este libro tiene la intención de revelar una de ellas: la impresionante historia de la solidaridad chilena con la causa de la independencia de Cuba, nutrida durante más de treinta años del siglo XIX con el apoyo popular a la lucha de Cuba contra España y sellada con sangre de combatientes chilenos en los campos de Cuba libre. Para octubre de 1868, solo quedaban en poder de España en América las islas de Cuba y Puerto Rico. Ambas, como dos alas de un mismo pájaro,1 llevaban años buscando la ansiada independencia. Juntas tocaron las puertas de la Venezuela de Bolívar, Sucre y Páez, y del México de Guadalupe Victoria, Antonio López de Santa Anna y Benito Juárez. Era tal el interés libertario por Cuba y tan intensa la actividad patriótica de los revolucionarios cubanos que, al producirse el grito de independencia el 10 de Octubre de 1868, ocurrió una verdadera reacción en cadenas de internacionalismo revolucionario.

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