Rita Suárez del Villar: La Cubanita
La única Patria que reconozco es la mía
Era el 21 de junio de 1879. Se vivía en la Isla una paz tensa: la Paz del Zanjón. Tanto cubanos como españoles respiraban aún el olor a pólvora dejado por la Guerra de los Diez Años y ambos lados percibían el significado de la Protesta de Baraguá: faltaba mucho por hacer. No obstante, cierto aire de distensión se podía observar en todo el archipiélago.
Ese día caluroso, una hermosa joven llegó al Liceo de Cienfuegos, que estaba ricamente decorado e iluminado para la ocasión. Allí se había organizado un baile donde se mezclarían cubanos y españoles para aparentar conciliación.
La cienfueguera Rita Suárez del Villar entró al local dejando a todos boquiabiertos: llevaba un deslumbrante vestido blanco, adornado por una banda azul oscuro y en el pecho un clavel rojo intenso.
Un teniente de artillería español, elegantemente ataviado con uniforme de gala, aires de engreimiento y petulancia, puso de inmediato sus ojos en Rita, y presuroso la invitó a bailar sin imaginarse las consecuencias que emanarían de que un soldado colonialista pretendiera a una mujer cubana y por demás, patriota radical:
─Una muchacha tan encantadora como usted debe bailar solamente con un oficial español como yo─ argumentó el uniformado.
La cienfueguera respondió de inmediato en tono nada amistoso:
─No he venido aquí a bailar con un soldado hispano, prefiero la compañía de un joven criollo, tan dignos como hay.
El rostro del oficial quedó petrificado y rojo de ira balbuceó según testigos del hecho:
─¿Es que desprecia usted a un hijo de la Madre Patria?
─La única Patria que reconozco es la mía, la cubana, donde he nacido, replicó Rita con firmeza.
El despreciado oficial reparó entonces en la combinación que vestía la muchacha, con los colores de la bandera cubana y gritó histérico:
─¡Usted es una mambisa! ¡Una mambisa descarada y engreída!
─Soy una cubana, señor. No engreída, pero sí orgullosa de serlo.
El teniente despechado corrió en busca de una tijera para cortarle el pelo, según amenazó. Pero directivos del Liceo y los jóvenes cubanos que allí estaban acudieron en su ayuda e hicieron salir al frustrado agresor.
Desde ese día, cualquier referencia a ella llevaba el título honorífico otorgado por el pueblo cubano de La Cubanita.
Una honrosa estrella más para Máximo Gómez
Rita Suárez del Villar nació en Cienfuegos el 22 de mayo de 1862. A la temprana edad de siete años conoció uno de los hechos más dolorosos en su familia: la tortura de un primo de su madre a quien trataron de arrancar confesiones con crueles métodos hasta que lo asesinaron.
Desde muy joven, la cienfueguera era muy conocida ya en los círculos independentistas y confiaron en ella para establecer comunicación a través de las costas con las tropas mambisas. Muchos de los insurrectos se albergaron en la casa de familia que tenían en Cayo Ocampo, antes de incorporarse a las fuerzas libertadoras. También se recibía a los soldados heridos en combate.
Redactó,además,proclamas para arengar al pueblo a que se incorporase masivamente a la lucha; estableció contacto con la Delegación Revolucionaria en Nueva York; confeccionó banderas para los campos de batalla y fundó el Club La Cubanita el 3 de mayo de 1896, cuyo objetivo era recaudar fondos, ropas, alimentos y municiones, y aglutinó a mujeres con los mismos ideales que Rita.
También se destacó como agente del Servicio de Inteligencia del Ejército Libertador, por cuyas prestaciones se le confirió el grado de capitana: detalló con precisión y rapidez la composición de las tropas ibéricas desembarcadas por el puerto sureño,
Se terminó la guerra y Máximo Gómez llegó a Cienfuegos e inmediatamente visitó la casa de Rita para conocerla personalmente, pues se encontraba enferma y no pudo participar en el recibimiento que le hizo el pueblo de la Perla del Sur al Generalísimo. Pero Rita no quedó atrás en el homenaje al veterano mambí: le obsequió la estrella que llevaba en su pecho y se la colocó de inmediato en la solapa: Cuba y República Dominicana se unían así, una vez más, bajo un prestigio ganado en la contienda.
Su tumba estará siempre repleta de flores
En 1938 le hicieron un homenaje en Bayamo por su labor en el Club Cubanita, pero por su avanzada edad no pudo asistir y la medalla se la impusieron en el Ayuntamiento de Cienfuegos, una de las tantas condecoraciones que recibió a lo largo de su trayectoria revolucionaria.
Muere Rita el 24 de octubre de 1961 en Cienfuegos, y se encuentra enterrada en el cementerio Tomás Acea. Sobre la tumba hay una lápida con las palabras que escribiera el Generalísimo Máximo Gómez: «Encima de tu tumba gloriosa habrá siempre profusión de siemprevivas, colocadas allí por manos cariñosas».
Fuentes consultadas
- Luján, Ana María. Patriotas cubanos. La Habana, Ed. Abril, 2010. Cuaderno 7, pág.12.
- García Suárez, Andrés. Nace Rita Suárez del Villar, La Cubanita. Periódico 5 de Septiembre, 18/1/ 2025 (tomado del mismo rotativo, pero del 22/5/2017)
- ECURED
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