El cumplimiento de las medidas revolucionarias fue seguido por la hostilidad creciente del imperialismo y la reacción interna, quienes desde los primeros días de enero de 1959 se propusieron ahogar el triunfo.

Algunos elementos descontentos con el avance de la Patria asumieron una posición anticomunista,y aunque inicialmente habían participado en ella, se aprestaron a combatirla. Tal fue el caso de Hubert Matos, que era jefe del Ejército Rebelde en Camagüey.

Con el fin de controlar la conspiración, fue enviado a la oriental provincia el comandante Camilo Cienfuegos. El pueblo camagüeyano recuerda la proeza del héroe que convirtió los sucesos del 21 de octubre de 1959 en una de las históricas páginas de respaldo a la triunfante Revolución.

Cerca de las siete de la mañana de ese día, el hombre del sombrero alón irrumpió con su prestigio y moral en el cuartel Agramonte, para detener la conjura del jefe militar Matos, quien ponía obstáculos a la implantación de las nuevas leyes en la provincia.

Más tarde acompañó al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y una multitud de 300 mil camagüeyanos, que en marcha de pueblo combatiente se dirigieron a esa fortaleza militar, donde Fidel denunció los propósitos del traidor.

Los días siguientes Camilo se dedicó a la reorganización de las fuerzas del Ejército Rebelde y el gobierno de la provincia, a la vez que mantuvo sus tareas como Jefe del Estado Mayor.

La legendaria figura del Señor de la Vanguardia se acrecienta con el paso del tiempo. Muchas virtudes tenía, pero entre ellas sobresalían su fidelidad a la Patria y a Fidel. Su impronta sobresale como de las más importantes de la Revolución.