La razón y la emoción como armas y blancos de guerra

13 de Diciembre de 2022

Para inducir ideas recurren a la manipulación. Foto: Internet

El pensamiento, la mente, la razón, por largo tiempo, fueron terreno de enconadas luchas. En el Siglo XXI lo siguen siendo, reemerge el empleo del fantasma del comunismo. Se intimida a norteamericanos y españoles, por solo citar dos ejemplos, con ideas aparentemente irracionales pero que surten efecto. Entre ellas: si votan por el otro candidato, que no es el de la ultraderecha, van a favorecer posturas que conduzcan a implantar sociedades como la cubana o la venezolana, ya que al oponente lo presentan como si fuera “socialista”.

 

Para inducir ideas recurren a la manipulación de sentidos, como norma, aprehendidos con anterioridad, inoculados a través de sistemáticas campañas de propaganda o recreando pasajes que muevan resortes propios del ser humano como: la solidaridad ante el desvalido o la posibilidad de que enferme o muera, entre otros. Castran las habilidades del pensamiento, impiden su ejecución, para que en su lugar salten sentimientos y se actúen en consonancia con estos últimos.

 

Las vías, medios y métodos los adaptan atendiendo al contexto específico. Por ejemplo: presentan la guerra convencional por televisión, en vivo y en directo, de bien lejos, como norma de noche, para que solo se vean las lucecitas que se desplazan y desaparecen, los sonidos tenues, lejanos y alguna columna de humo que contrasta, por su intensidad, con la oscuridad que la circunda.

 

Frente a ello, la guerra no convencional es tomada en primeros planos, las llantas con fuego, la fuerza dramática de los movimientos lanzando piedras o botellas incendiadas, la anciana llorando, el joven ensangrentado tapando su ojo. En la primera no se despiertan sentimientos de condena ya que los que están invadiendo son ejércitos imperiales; en la segunda, el que se presenta como responsable y en consecuencia culpable, es el gobierno local, por lo que el sufrimiento a flor de piel se esgrime como recurso para que se condene.

 

Los verdaderos responsables, los gestores, promotores, organizadores no se ven, están tras bambalinas. Descansan en sus mansiones después de jornadas en las cuales prepararon los “nuevos líderes”, “activistas”, especialistas en actividades subversivas y similares. Otros están en el país, ingresaron como turistas, periodistas, diplomáticos, médicos, abogados, psicólogos, sociólogos, representantes de ONG (s). Algunos de ellos son miembros activos de las Fuerzas de Operaciones Especiales, y estos, además de cumplir funciones específicas y conocidas, también están preparados para acometer otras, que son vitales cuando actúan diversos sujetosen ese específico teatro de operaciones; entre ellas las de: coordinación, solución de conflictos y la de favorecer la cooperación entre todas las fuerzas participantes.

 

Con el concurso de disimiles vías intentan crear, primeramente, la imagen de la existencia de fuerzas que se enfrentan al gobierno desde dentro. Después tratan de gestar un incidente en el cual puedan presentar el uso indiscriminado de la fuerza por parte de representantes del orden interior. De consumarse o al menos poder captar una imagen que favorezca la duda, lanzan toda una campaña mediática, acompañada de otros frentes entre ellos: el diplomático, la condena de algún que otro gobierno o grupo de ellos o mejor aún conseguirla denuncia o condena en organizaciones regionales o internacionales. Todo ello como fuelles que aviven la desobediencia civil. De producirse, ir escalando a estadios superiores hasta poder introducir la actuación de grupos armados. En un inicio con armamento artesanal o al menos que lo aparente, y de forma casi inmediata, pasar al manejo de armas de guerra convencional. En este nivel podrían realizar el apoyo militar externo a las denominadas “fuerzas insurgentes” o llegar a ejecutar la invasión por mar y aire.

 

Los Estados Unidos, en el caso Cuba, están utilizando fuerzas, medios, herramientas, vías y métodos establecidos para la guerra no convencional, no renuncian a ellos. Han considerado que el 2020-2021 es el momento ideal para alcanzar su añorado sueño, destruir la Revolución cubana, su ejemplo y asestar otro golpe al socialismo. Pero Cuba, su pueblo como principal protagonista, ha impedido que se consumen e integren todos sus componentes, por ello no logran el escenario deseado. Llevan décadas en esos empeños y es de esperar que no se amilanen, seguirán insistiendo, confabulando fórmulas para alcanzar sus objetivos.

 

En los documentos normativos de la guerra no convencional lo dejan bien claro: “[…] Si como parte de la apreciación, los planificadores determinan que las condiciones no son favorables, entonces necesitan prever las medidas que pudieran transformar la situación en una más conveniente.”[1]

 

Entre las acciones a realizar indican persuadir, reforzar voluntades, ejercer influencias sobre los facilitadores de las Operaciones de Guerra Psicológica y de Asuntos Civiles. Y si estas aún no logran el escenario deseado, en breve plazo, refuerzan las de subversión político ideológica, activan subsistemas o elementos contentivos de la guerra política, así como vigorizan la perseverante guerra cultural, que con el paso del tiempo sigue ganando espacios y acumulando experiencias.

 

Todo el Siglo XX atesora evidencias de ingentes, esmeradas y metódicas incursiones para socavar el orgullo de ser cubano, añorar lo ajeno, deslumbrar, revertir valores esenciales y de identidad. Los efectos de la guerra cultural no se deben desconocer. En la Cuba de hoy ya existen evidencias de sus secuelas. No porque los cubanos estén bajo el influjo de un universal, gratuito y reconocido sistema educacional o sean egresados, son portadores de la cultura general integral a la que se aspira y que con ella, aun cuando estén en contacto con los productos de esa seudocultura, construida intencionalmente para degradar al ser humano, dispongan de los suficientes antídotos para combatirlos.

Tenemos consumidores de cultura chatarra, alejados de ser portadores de acertados gustos estéticos y con conductas que evidencian el cumplimiento de objetivos de la guerra política y cultural de la cual Cuba es blanco predilecto. Modos de vida, que en épocas anteriores eran repudiados, en la actualidad conviven en la sociedad. La desfachatez al hablar, vestirse, comportarse, el irrespeto a los mayores, a la autoridad, lo vulgar, marginal, banal, frívolo, el mal gusto, la chabacanería, la indecencia y otras lacras se van apoderando, poco a poco, de espacios cada vez mayores y la pretensión es que se erijan en cotidianas y en consecuencia no merecedoras de censura.

 

Unido a lo anterior aparecen sectores e individuos con desmedida necesidad de reconocimiento, que tratan de sobresalir en algo, de darse a conocer. Asimismo ponderan el éxito individual, la vanidad y la ceguera ante las necesidades del otro, el egoísmo.

 

Este tipo de conductas van en detrimento de reales valores que deben de ser defendidos: lo justo, lo pleno, lo digno, la fidelidad, la solidaridad, la generosidad, el humanismo, el respeto pleno al ser humano, sea mujer u hombre, a la naturaleza, al medio ambiente, así como el real repudio a todas las formas de discriminación y de violencia.

Para ello se necesitan hombres y mujeres dotados y que ejerzan el poder del pensamiento y la fuerza de las emociones.

 

Nota: *Doctor en ciencias filosóficas, profesor e investigador titular. Investigador del Instituto de Filosofía.

 

 


Referencias:

1 ATP 3-05.1. La Guerra No Convencional. Estado Mayor. Departamento del Ejército. Washington, DC, 6 de septiembre de 2013, pág. 22. Disponible en: https://www.academia.edu/37957963/ATP_3_05_1_LA_GUERRA_NO_CONVENCIONAL_SEPTIEMBRE_DE_2013

 

 

 

  • Toma televisiva de guerra convencional. Como norma, de noche con la oscuridad que la circunda. Foto: Internet

  •  La fuerza dramática de los movimientos lanzando piedras o botellas incendiadas. Foto: Internet

  •  Joven golpeado, ensangrentado, durante acto violento. Foto: Internet

  • El sufrimiento a flor de piel se esgrime como recurso para que se condene. Foto: Internet

  • Cuba viva. Foto: Internet

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