La guerra y la guerra política

22 de Enero de 2024

Se reconoce que la guerra es la continuación de la política por otros medios1, un procedimiento político2. Las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, en el 2015, hacen público un documento, de su base normativa, en el que emplean el término de guerra política3. Esta denominación puede conducir a interpretaciones inexactas, incompletas o erróneas, entre ellas, circunscribir la guerra a un fenómeno estrictamente militar. La guerra y lo militar son, en primera instancia, fenómenos de órdenes políticos y como se apuntará más abajo, la guerra política es una de las manifestaciones de la guerra, que por demás contiene varios elementos, entre ellos a la Guerra No Convencional y esta, a su vez, puede llegar a emplear la lucha armada.

 

Al desentrañar la esencia y contenido que le atribuyen las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos a la guerra política, se constata que ella es una de las evidencias de los cambios que se han operado en las formas de expresión y ejecución de las guerras. Si en épocas anteriores, el mayor peso descansaba en el enfrentamiento entre ejércitos, la destrucción masiva, producida por el empleo de diferentes tipos de armamentos, así como la victoria se concretaba ocupando territorios y el ejército vencido deponía sus armas y banderas ante el victorioso, en las circunstancias actuales estos eventos han cambiado, aunque la destrucción, el dolor y la muerte sigan siendo protagonistas.

 

Los ejércitos son muy costosos, los ataúdes retornando levantan movimientos que obligan a gobiernos a tomar decisiones contrarias a sus intereses, ya no importa a quien se proclama vencedor o vencido, mucho menos alcanzar la paz. De lo que se trata es de lograr que determinadas áreas y países se desordenen, que no exista tranquilidad y se afanan en lograr el caos, la inestabilidad, la ingobernabilidad.

 

En gran parte de las guerras actuales se dificulta determinar cuándo empezó, así como su conclusión es incierta. Aún cuando estemos en presencia de guerras convencionales, con la consumación del proceso de retirada de tropas, no se alcanza el fin y mucho menos la paz. La intención es mantener determinadas áreas y países desestabilizados con enfrentamientos, choques, revueltas, que estas se conviertan en formas de vida. Muchos recursos se destinan a desarraigar pueblos y naciones, erosionar, doblegar voluntades, rendir por hambre, corromper la moral de los pilares esenciales de la estabilidad del poder de un país, a fabricar pseudoculturas que les permitan poder ejercer la ansiada dominación.

 

Los círculos de poder político-militares de los países imperialistas en general y de los EE.UU. en particular, para el logro de sus objetivos de dominación, emplean todos los instrumentos de sus respectivos poderes nacionales. Ya no solo recurren a sus ejércitos, sino que emplean las potencialidades y fuerzas del sistema político. Además, a sus fuerzas armadas les asignan funciones que no son las que históricamente cumplían los militares. Optan por la realización de operaciones conjuntas, en las que la representación de miembros del ejército no desempeñan funciones de mando, en su lugar priman las de coordinación y organización, explotando las experiencias que en estas esferas poseen.

 

El empleo del conjunto de los instrumentos del poder estadounidense y la jerarquización que han hecho de ellos, se refleja en la que han denominado como Guerra Política. Esta, a su vez, es una de las vías para fortalecer o restablecer el liderazgo, para el cual han sido escogidos por instancias divinas y mantener la dominación planetaria. Es menos costosa, para sus promotores; la mayor participación la derivan hacia fuerzas internas, por lo que protegen a las propias. Como norma, sus efectivos están fuera de las áreas de conflicto, por lo que no tienen peligro para sus respectivas vidas y al ser reducida la participación de fuerzas por las cuales responder, la cantidad de bajas es muy limitada y se reducen los impactos en la opinión pública interna de sus respectivos países.

 

El objetivo ya no es ocupar territorios y asumir el poder directo, en consecuencia cambian los blancos a batir. Con el empleo de sistemas de influencia diversos: económicos, diplomáticos, informativos, comunicacionales, culturales… crean condiciones para incidir, en la sociedad en su conjunto y especialmente en sectores seleccionados. Entre ellos, los ideales, son aquellos capaces de multiplicar mensajes y seguidores: líderes de opinión, profesores, periodistas, artistas, deportistas, científicos y otras figuras aparecidas en las redes digitales. Cuando estos escasean o consideran que son insuficientes, acuden a otros individuos, entre ellos, los que gustan del protagonismo, aunque no tengan cualidades para ello, a personas que consideren aptos para hacer cualquier acto, si obtienen algún beneficio o a sectores marginales y lumpen.

 

Tratan de aprovechar condiciones y ambientes objetivos existentes, los crean o los precipitan y aún cuando estos sean insuficientes, continúan su accionar hacia la subjetividad de grupos e individuos. El sistema de influencias se dirige a modificar, subvertir e implantar ideas y sentimientos específicos. No ponderan los mensajes dirigidos al logro de la deseada educación ciudadana, ni para vivir en sociedad y menos las relacionadas a cómo se establecen las relaciones ciudadano – Estado, sino todo lo contrario.

 

Se insta a romper las normas morales, jurídicas y políticas, a traspasar los límites establecidos, sin la advertencia de que esas violaciones implican sanciones morales y jurídicas o les prometen protección y vías de escape. Si estas además se hacen acompañar de entornos permisivos, se está en presencia de un escenario propicio para avanzar a estadios superiores o fases sucesivas de diferentes componentes del sistema de guerra política.

 

Los llamamientos para reclamar supuestos o reales derechos o ante situaciones que se producen, no se sustentan en resortes que movilicen la razón, no se convoca a la búsqueda de información, a exigir explicaciones, a que se le brinden argumentos y por supuesto son proscritos los canales establecidos y las instituciones existentes. Las bases de las convocatorias las construyen teniendo en cuenta requerimientos para el logro de empatías emocionales.

 

Del rico arsenal de sentimientos humanos optan por favorecer el resentimiento, el dolor, la insatisfacción y dedican especial atención a generar y expandir torrentes de odios. Con ese conjunto, levantar conductas de desesperación e impotencia en un grupo: En otros, cercanos o pertenecientes a sectores marginales y delincuenciales: la bravuconería, irrespeto, desfachatez, gritería, chusmería, actos vandálicos y de violencia. Este tipo de conductas tienen propiedades elevadas de irrigación y se diseminan con bastante rapidez.

 

Frente a hechos tumultuarios, de violencia, se pueden desatar sentimientos diversos. Unos son poseídos por el miedo, otros optan por alejarse, mientras algunos hasta se paralizan. A su vez, los actos que sacuden sirven de fuente de contaminación y se reflejan en los niveles de respuesta. En este tipo de enfrentamientos, cuando están en pleno proceso de ejecución, como norma, no hay recepción de ideas. Si no hay mesura, no se es proclive, ni posible, el intercambio civilizado. Si aparece un posible interlocutor, le será muy difícil que se le escuche y a la vez sus palabras pueden caer en oídos sordos. El espacio para dialogar es otro. Unos y otros se sentirán provocados.

 

Las vías para reclamar y los canales tradicionales establecidos, no son los que se indican o buscan, es como si no existieran. Los que se propagan son los de la desobediencia civil, con los cuales generar disturbios, que de engrosarse puedan desembocar en un estallido social y este a su vez en indicador de ingobernabilidad, base ideal para poder presentar la necesidad de la intervención extranjera.

 

En todo este proceso, el lenguaje ocupa un lugar especial. Este sufre manejos ideológicos y políticos. Ese poderoso instrumento se emplea para ampliar círculos de seguidores o que al menos no sean objeto de ataques inmediatos. El lenguaje, acompañado de imágenes y símbolos, son parte del arsenal de los laboratorios que se encargan del diseño de campañas comunicacionales. Estos recursos se emplean con fines políticos. Términos como: democracia, derechos humanos, corredor humanitario, intervención humanitaria, libertad, dictadura, represión, golpe blando, empleo de métodos de acción no violentas, movilización o protesta pacífica, son algunos de los ejemplos de infame manipulación. Las acepciones de humanitaria, bando, pacífico, no violento, que el hombre común utiliza, son contaminadas con contenidos contrarios.

 

Si en la India, bajo el influjo de su poderosa religión y cultura, el liderazgo y ejemplo de Mahatma Gandhi, el principio de la no violencia y de la resistencia pacífica, fue una vía efectiva para enfrentar la violencia física, en la cultura latina no logra cuajar. En ocasiones se presentan apariencias de empleo de la no violencia en América Latina, pero al no lograr que esta se infiltre en el corazón y forme parte inseparable de este tipo de ser, no se erigen en reales.

 

Quienes enseñan los métodos de acción no violenta y de resistencia pacífica, al referirse a las armas, vetan las convencionales, las de empleo profesional por militares, pero no excluyen el empleo de palos, piedras, artefactos artesanales, etc. Los latinos y hasta los palestinos saben que piedras y palos también son armas y el enfrentamiento físico también es muy violento.

 

Los actos, medidas, operaciones, que conducen a disturbios, son también expresión de violencia. Todos ellos forman parte de un mismo conjunto, que además de violentos, son políticos y en consecuencia guerra. Al no tener como sujeto principal al ejército, no se está en presencia de la guerra tradicional, sino de un nuevo tipo de guerra: la guerra política.

 

 

 

 

 

 

* Doctor en ciencias filosóficas, profesor e investigador titular. Investigador del Instituto de Filosofía.

 


Referencias:

 

1 Clausewitz, Karl von. De la guerra. Editado por Librodot.com © 2002 – Copyright Disponible en: https://lahaine.org/amauta/b2-img/Clausewitz%20Karl%20von%20-%20De%20la%20guerra.pdf  

2 Martí, José. “1 Nuestras Ideas”. De Patria, Nueva Cork, 14 de marzo de 1892. En Martí, José. Cuba Política y Revolución I, 1869 -1892 Volumen 1, Obras Completas. Ed. Ciencias Sociales del Instituto Cubano del Libro. La Habana, 1975, pág. 317.

 

3 Apoyo de las fuerzas de Operaciones Especiales a la Guerra Política. Ejército de EEUU. Comando de Operaciones Especiales. Libro Blanco Final. 10 de marzo de 2015

  • Foto: Internet

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