Las instituciones armadas, blanco estratégico de guerra política

20 de Diciembre de 2021

Las instituciones armadas: ejército, marina, fuerza aérea, policía, etc., son consustanciales a la existencia misma del Estado y cumplen roles esenciales. De forma adicional también han sido protagonistas de actos que se contraponen a las funciones que tienen asignadas. La historia atesora ejemplos de muy diversos tipos que van desde constituirse en el principal instrumento de golpes de Estado, hasta de entregar al país a fuerzas invasoras sin disparar un tiro.

 

El sistema de influencias, internas y externas, secretas y públicas, hacia este tipo de instituciones es también diverso y tiene en cuenta múltiples factores. En este escenario, EE. UU. no solo trata de incidir con lo que ha difundido en su denominado Libro Blanco: Apoyo de las Fuerzas de Operaciones Especiales a la Guerra Política [1]. Este es complementado con otros, pero en él se agrupan un conjunto, especialmente significativo, de direcciones que facilitan aprehender el complejo y diverso panorama de actuación para apropiarse y dominar las instituciones armadas de un país.

 

Este sistema general lo presentan bajo la denominación de Elementos Conceptuales de la Guerra Política del Siglo XXI, que engloba:

 

Recuadro:

 

A.

Diplomacia: Persuasiva y Coercitiva

B.

Ayuda Económica o Coerción

C.

Asistencia al Sector de Seguridad

 

1 Reforma al Sector de Seguridad  

 

2 Construir la Capacidad de la Nación Aliada

 

3 Defensa Interna Exterior

D.

Guerra No Convencional (GNC)

 

1 La Guerra No Convencional Tradicional

 

2 Contra Guerra No Convencional

 

3 La GNC de una Manera Proactiva

E.

Actividades de Información e Influencia

 

1 Asuntos Públicos   

 

2 Diplomacia Pública

 

3 Empleo de Fuerza Conjunta Cognitiva

 

 y Operaciones Militares de Apoyo Informativo

F.

El Dominio Humano [2]

 

Al detenernos en cada uno de los subsistemas de guerra política, aparece como tercer componente el dedicado a la Asistencia al Sector de Seguridad, el que incluye: Reforma al Sector de Seguridad, Construir la Capacidad de la Nación Aliada y Defensa Interna Exterior.

 

El acercamiento que realizan al Sector de Seguridad no lo limitan a las tradicionales instituciones armadas:

 

“El Sector de Seguridad está compuesto por aquellas instituciones que poseen la autoridad de utilizar el uso de la fuerza para proteger las poblaciones, los recursos, el territorio y los intereses comunes. Incluye a las organizaciones militares y civiles de seguridad, e incluso aquellas organizaciones de administración de la justicia y la sociedad civil que tienen un papel de control y supervisión comparado con el Ejército y las agencias de aplicación de la ley”.[3]

 

Ello amplía el sistema de influencias y en consecuencia su blanco no se reduce a las fuerzas armadas y a la policía, sino que se amplía a otras organizaciones de la sociedad civil y política. Y el márquetin con el que se promocionan es de apoyo y protección a las poblaciones y los recursos nacionales. Como objetivos de este subsistema señalan los siguientes:

 

“[…] 1) estimular a otros estados a enfrentar los desafíos a la seguridad compartidos con EEUU; 2) obtener un mayor apoyo del gobierno extranjero a los intereses regionales y globales de EEUU, incluyendo el acceso militar al espacio aéreo y los derechos de basificación, oportunidades mejoradas de interoperatividad y entrenamiento; y cooperación entre una amplia gama de actividades militares, diplomáticas y de seguridad; 3) garantizar la dispersión de los valores y prácticas socio-políticas que fortalecen a un gobierno soberano y lo inmunicen contra las prácticas de la guerra híbrida; y 4) fortalecer las alianzas colectivas de seguridad y organizaciones multinacionales de defensa como frente común contra el estado y la guerra híbrida no estatal.”[4]

 

Los desafíos a la seguridad, los intereses que se suscriben, no son los específicos y necesarios para el país al que se “asisten”, sino aquellos que son compartidos y que se corresponden con los de EE. UU.

 

La Reforma al Sector de Seguridad no solo incluye actividades específicas, sino que abarca un grupo de políticas, planes y programas especialmente diseñados. Está enfocada en:

 

“[…] la reforma de las fuerzas armadas y la defensa; el manejo y supervisión civil; policía; correcciones; reforma de inteligencia; planificación a la seguridad nacional y apoyo a la estrategia; manejo de la frontera; desarme, desmovilización e reintegración; y/o reducción de la violencia armada. Para algunos expertos, también incluye establecer o fortalecer las capacidades de las ONG que apoyan, monitorizan y respaldan los cambios de política en el sector de seguridad. […]”[5]

 

De lo anterior se desprende que la Reforma al Sector de Seguridad abarca todos sus componentes y procesos, desde la planificación misma de la Seguridad Nacional, hasta su control y monitoreo.

 

Al analizar el segundo componente de este subsistema: Construir la Capacidad de la Nación Aliada, la presentan como herramienta apropiada de Guerra Política cuyas actividades se encuentran alineadas con las de la “cooperación de seguridad”, “asistencia de seguridad” y “asistencia a las fuerzas de seguridad”. En estos frentes desempeñan roles esenciales, dentro del país objeto de “asistencia”, la embajada y la Agencia de EE. UU. de Desarrollo Internacional (USAID). [6]

Tienen establecido que el Embajador dirige el denominado equipo nacional estadounidense, que desarrolla “planes y estrategias específicas para las actividades unilaterales estadounidenses, integrando las actividades de la nación anfitriona para lograr objetivos mutuos.” [7] En varios casos, en cargos públicos o con fachadas, en dependencia de la situación de cada país, la embajada cuenta con representantes de sus FF. AA. y entre ellos con oficiales de enlace de las Fuerzas de Operaciones Especiales.

 

Por su parte la USAID es una organización a través de la cual el gobierno de EE. UU. realiza actividades de subversión y espionaje en el mundo. Para ello invierte en Latinoamérica y el Caribe, más de 3 mil millones de dólares anualmente en operaciones que denominan “humanitarias” y en ese mismo diapasón las explicitan como ayuda “[…] a los socios a ser autosuficientes y capaces de liderar sus propios viajes de desarrollo. Avanzamos hacia esto reduciendo el alcance del conflicto, previniendo la propagación de una pandemia y contrarrestando los factores que impulsan la violencia, la inestabilidad, la delincuencia transnacional y otras amenazas a la seguridad.” [8]

 

En la práctica, sus acciones han conseguido todo lo contrario, acorde a los intereses nacionales de EE. UU.: desestabilizar países, favorecer “revoluciones de colores”, golpes de Estado, etcétera.

 

El tercer componente de este subsistema: Defensa Interna Exterior, entra en el área de la “[…] participación de las agencias civiles y militares de un gobierno en cualquier programa de acción emprendido por otro gobierno o organización designada para liberar o proteger a la sociedad de la subversión, el desorden, la insurgencia, el terrorismo y otras amenazas.” [9] Entre esas otras amenazas señalan: la guerra híbrida, los ciberataques y el crimen organizado.

 

En los países con políticas que se alinean y satisfacen los intereses de EE. UU., la “asistencia” se dirige a sustentar y mantener a ese gobierno, con independencia de los actos de violación de derechos humanos que realicen, si son o no paladines del crimen organizado, de las drogas, de la trata de personas o si arribaron al poder mediante golpes de Estado. Pero si por el contrario, se trata de países en lo que al poder arriba un gobierno que no se corresponde con sus intereses y que limita sus áreas de influencia, destinan recursos materiales, financieros y humanos, incluidos militares, para tratar de impedir, primero que lleguen al poder, y si con independencia de ello lo alcanzan, para lograr derrocarlo.

 

En el sistema de guerra política, el subsistema destinado a la Asistencia al Sector de Seguridad es estratégico. De lograr incidir en cada uno de sus componentes, tienen a su disposición todas las instituciones que de una manera u otra están relacionadas con la seguridad: civiles y militares. Trabajan por lograr su real dependencia, tanto desde el punto de vista material, como espiritual.

 

Si nos detuviéramos en el análisis de la concreción práctica de lo dispuesto en la política, se constata que, como norma, las estructuras que diseñan para organizar las instituciones de seguridad, el armamento con el que cuentan, están prioritariamente orientadas a socavar rebeliones internas y no a la defensa contra invasores externos. Además EE. UU., al diseñar todo el sistema, lo realizan acorde a sus intereses estratégicos, prevén los tipos, ubicación, posibilidades combativas y no combativas de cada una de las unidades militares, entre otros.

 

En resumen, dominan la Seguridad Nacional del país objeto de “asistencia” y su puesta en práctica. Su objetivo no es favorecer las condiciones que le permitan al país específico prever y acometer acciones para el logro y preservación de sus intereses y objetivos nacionales, pese a los riesgos, amenazas y agresiones de carácter interno y externo a que es sometido, sino los que priman son los objetivos e intereses nacionales de EE. UU.

 

En ocasiones desvían la atención hacia la imagen del ejército. Cooperan con el diseño y confección de elegantísimos uniformes, en la organización de sendos saludos y ceremonias militares, entre otros. Otra dirección conduce a que se le preste atención prioritaria a la administración militar, a la vida interior de los campamentos, y no a la realización de actividades de preparación combativa para enfrentar posibles agresiones externas.

 

Otro tanto sucede en la denominada “transferencia tecnológica y de armamento” la que no se proyecta para transmitir o adaptar la tecnología a un contexto diferente, ni para aportar conocimientos, sino para imponer dependencia. Como norma las que presentan como “tecnologías apropiadas” no lo son. Las tecnologías, armamento, sistemas de trabajo que venden son obsoletos, no se corresponden con las necesidades de defensa del país o hasta pueden esconder “caballos de Troya” para, en el momento apropiado, hacer usos de ellos.

 

Y por supuesto, una dirección a la que le prestan especial atención es a los centros de formación y superación, a los valores e ideales en los que se forman los oficiales, clases y soldados. En el país, incidiendo en los planes y programas de estudio y contribuyendo con profesores y expertos que participan en su ejecución de forma directa o con programas de capacitación que denominan: Entrenamientos de Intercambios Conjuntos y Combinados. A lo anterior le adicionan cursos que les ofertan en Academias Militares de EE. UU. En estos, los programas diseñados, para este tipo de personal, como norma, no se corresponden con los proyectados para sus tropas y cuerpos de oficiales.

 

En los planes de estudio que conforman, los valores que tratan de inocular son: el del reconocimiento de la superioridad e invencibilidad de las Fuerzas Armadas de EE. UU., el orgullo de haber sido graduados de uno de sus altos centros de estudio, el aval con el que engrosan sus currículos, el que puede favorecer sus respectivas carreras, alcanzar altos cargos y grados militares, competitividad, individualismo, autosuficiencia, entre otros.

 

El objetivo final: mantener un elevado grado de compromiso con las instituciones de seguridad de EE. UU., en particular con sus Fuerzas Armadas y cuerpo de oficiales; dirección estratégica, no solo para mantener las ventajas del momento, sino ante eventuales sucesos, ante los cuales disponer también de este valioso recurso para revertir procesos para ellos no deseados.

 

La “Asistencia al Sector de Seguridad”, como subsistema de guerra política de EE. UU., tiene múltiples expresiones a nivel global, pero en él sobresale la atención brindada a las instituciones armadas de América Latina. Estas han sido blanco predilecto y en consecuencia preferencial, tema que exige un análisis particular.

 

Nota: *Doctor en ciencias filosóficas, profesor e investigador titular. Investigador del Instituto de Filosofía.

 

Referencias:

 

1.Comando de Operaciones Especiales del Ejército de los EE.UU.: Libro Blanco: Apoyo de las Fuerzas de Operaciones Especiales a la Guerra Política. 10 de marzo 2015, pág. 2. Disponible en: https://www.dropbox.com/s/ma9jlges8psye49/Support%20to%20Political%20Warfare%20White%20Paper%20v2.3-RMT%20%2810MAR2015%29%20%20%20%20%281%29.pdf?dl=0

 

2.Ibídem, pág. 20-53.

 

3.Ibídem, pág. 29.

 

4.Ibídem, pág. 29. Y esta designación la sustentan en: Casa Blanca, Oficina del Secretario de Prensa, Fact Sheet: Política de Asistencia al Sector de Seguridad de EEUU, Abril 5, 2013 Disponible en: http://www.whitehouse.gov/the-press-office/2013/04/05/fact-sheet-us-security-sector-assistance-policy

 

5.Ibídem, pág. 30.

 

6.“Para cualquier comando regional de combate (COCOM por sus siglas en inglés), las iniciativas para Construir la Capacidad de la Nación Aliada se expresan a través de un plan de seguridad de cooperación en el teatro de operaciones (TSCP por sus siglas en inglés). El TSCP debe alinearse con los Recursos y la Estrategia de la Misión de la Embajada (MSRP por sus siglas en inglés), y debe tener en cuenta el Plan Estratégico Conjunto del Departamento de Estado y de la USAID, […].” En: Comando de Operaciones Especiales del Ejército de los EE.UU.: Libro Blanco: Apoyo de las Fuerzas de Operaciones Especiales a la Guerra Política. 10 de marzo 2015, p. 33. Disponible en: https://www.dropbox.com/s/ma9jlges8psye49/Support%20to%20Political%20Warfare%20White%20Paper%20v2.3-RMT%20%2810MAR2015%29%20%20%20%20%281%29.pdf?dl=0

 

7.Ibídem p. 62. Ver además FM 3-05.130. Manual de Campaña de las Fuerzas de Operaciones Especiales. Guerra No Convencional, de septiembre del 2008. Disponible en: https://fas.org/irp/doddir/army/fm3-05-130.pdf Traducción teniente coronel (r) Roberto B García Hernández, 2013. Dirección de Inteligencia Militar de las FAR, pág. 21.

 

8.Sitio oficial de la USAID. Disponible en: https://www.usaid.gov/who-we-are/mission-vision-values

 

10.Ibidem, pág. 35

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