¿Desenmascarada por servicios de inteligencia o por el arte?

En el 2013, en América Latina, se divulgó un compendio de empeños maquiavélicos, unos lo titularon: “El Arte de la Inteligencia” de Allen Dulles[i] y otros, “Plan Dulles”[ii]. Si se revisa y relee “El Arte de la Inteligencia” de Allen Dulles[iii] se puede comprobar que los párrafos contenidos en el texto divulgado no pertenecen al referido libro. En Rusia se asumieron como fuentes: un documento desclasificado en poder de la KGB o custodiado en el archivo de documentos históricos del gobierno de los EE. UU.

Estas posiciones tienen como fuentes, las aportadas y publicadas a partir de decretarse oficialmente la disolución de la Unión Soviética, en diciembre de 1991. El análisis de lo acontecido llevó a valorar causas y factores internos y externos. Entre estos últimos aparece el citado documento que también lo refieren como: “Doctrina estadounidense de posguerra contra la URSS”.[iv]

Ese texto fue incluido en múltiples ediciones, folletos específicos; citado por conferencistas de alto renombre. Otros optaron por revelar programas similares, entre ellos, el denominado plan “Lyotte”. Esta etiqueta emplea el apellido del mariscal que en su momento estuvo al mando de tropas francesas en Argelia, el cual ordenó plantar árboles a lo largo del camino. Le dijeron que con esa acción no se podría esconder, porque había que esperar a que los árboles crecieran, a lo que él respondió: “en cincuenta años seré recordado”.

Tomando esta anécdota, los servicios especiales llamaron a su plan “Lyotte”, es decir, bajo la premisa, ahora estamos comenzando y en cincuenta años podemos lograr el éxito”. Resultó, que casi cincuenta años después, en los noventa, se derrumbó la Unión Soviética.[v]

El entrevistado que aporta este testimonio, por haber sido el general de ejército Filipp Denisovich Bobkov (1925-2019), jefe de la quinta Dirección de la KGB de la URSS, (Contrainteligencia Política) —cargo que desempeñó por más de 20 años y que fuera liberado de sus funciones en 1991—, es una voz autorizada. En otra ocasión adiciona otros referentes, entre ellos el siguiente:

«El secretario de Estado estadounidense John Foster Dulles, en su libro Peace or War (publicado en ruso alrededor de 1957), dijo: “Hemos gastado muchos miles de millones de dólares en los últimos cinco años preparándonos para una posible guerra usando bombas, aviones y armas. Pero gastamos poco en la “guerra de ideas”, en la que sufrimos una derrota que no depende de ninguna fuerza militar”.

«Y antes de esta declaración, y después de que el departamento de su hermano, el entonces director de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, Allen Dulles, tuviera una dotación sustancial para la “guerra de ideas”, solo para la “guerra de ideas”, se financiaba y se reclutaba para la formación de grupos e individuos que aceptaron realizar actividades antisoviéticas.

«Hoy, la declaración de este jefe de la CIA sobre dónde iban a buscar a esas personas ha sido citada más de una vez: “[...] El cerebro humano, la conciencia de las personas son capaces de cambiar. Habiendo sembrado el caos allí, reemplazaremos imperceptiblemente sus valores por falsos y les haremos creer en estos falsos valores. ¿Cómo? Encontraremos a nuestra gente de ideas afines, nuestros asistentes y aliados en la propia Rusia. Episodio tras episodio, la tragedia de la muerte de los pueblos más recalcitrantes de la tierra, la extinción definitiva e irreversible de su autoconciencia, se desarrollará grandiosa en escala [...]” Y si recuerdas los años 90, puedes ver que todo esto se hizo [...]» [vi]

En el 2008 aparecen indagaciones que se centran en demostrar que, el más publicitado y citado texto no es de la autoría de Dulles, sino que sus pasajes están en obras de la literatura y en documentos de guerra psicológica con los cuales, mucho antes, trataron de desacreditar al Ejército Rojo.

Varios referencian, con tino, la novela de Anatoly Ivanov Llamada eterna, publicada en 1981, y de ella seleccionan el siguiente texto:

«[...] Tiraremos todo lo que tenemos -todo el oro, todo el poder material para engañar y engañar a la gente. [...] Sustituiremos imperceptiblemente sus valores por falsos y les haremos creer en estos valores falsos. ¿Cómo? Encontraremos a nuestra gente de ideas afines, nuestros aliados en la propia Rusia. [...] Episodio a episodio se irá desarrollando la tragedia de la muerte de los pueblos más rebeldes de la tierra; la extinción definitiva e irreversible de su autoconciencia [...]» [vii]

Otros pasajes los direccionan hacia la novela de espías de Y. Dold-Mikhailik And One Warrior in the Field (1965). A estos le adicionan “Las reglas comunistas de la revolución”, supuestamente descubiertas por las fuerzas aliadas en Alemania en 1919, que aparecieron en los periódicos británicos en febrero de 1946 o en documentos similares como el que publicó Los Ángeles Herald, el 24 de agosto de 1960, con extractos del folleto Brainwashing: “Esquema de la guía rusa de psicopolítica”.[viii]

El conocimiento no solo lo aporta la ciencia. El Arte también es una indiscutible fuente de saberes y goza de preferencias, ya que en muchos casos tiene la capacidad de sensibilizar. En el que nos ocupa, lo esencial no está en determinar si es autoría de Dulles o no, ni en el título con el que se le bautiza. Lo realmente significativo hay que buscarlo en si se corresponde o no con realidades, si su denuncia sirve al menos como alerta y si es tenida en cuenta para evitar descalabros como el ocurrido en Europa del Este.

La fuerza del Arte, en este caso ha servido, para de forma condensada, esclarecernos objetivos, metas y mecanismos que emplea el imperialismo en general y el cultural en particular, para subvertir mentes y corazones. La potencia que le imprime hace que el lector salte, se sienta intensamente dolido e indignado y desee sublevarse ante quienes han maquinado tales actos. Si a lo que aporta el Arte se le adicionan contenidos de documentos históricos, conservados en archivos gubernamentales, su valor se reafirma.

Una fuente que no se puede rebatir, es la que se obtiene al revisar documentos desclasificados del gobierno de los EE. UU. En agosto de 1948 fue aprobada la “Directiva del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos NCS No. 20/1”. En ese documento, por entonces “Muy Secreto”, se identifican los objetivos de Estados Unidos con respecto a Rusia.

«[…] este Gobierno se ha visto obligado, a los efectos de la guerra política ahora en curso, a considerar objetivos más definidos y militantes hacia Rusia incluso ahora, en tiempos de paz […]

«[…] nuestros objetivos no radican en la victoria militar por sí misma, […]

«No sabemos con certeza si la persecución con éxito por nuestra parte de los objetivos en cuestión conduciría a la desintegración del poder soviético; porque no sabemos el factor tiempo aquí involucrado. […]

«[…] nuestro primer objetivo con respecto a Rusia en tiempo de paz es alentar y promover, por medios distintos de la guerra, la retirada gradual del poder y la influencia rusa indebida de la actual zona de satélites […]

«Destruir este mito del comunismo internacional es una tarea dual. Se necesitan dos partes para crear una interacción como la que existe entre el Kremlin, por un lado, y los intelectuales descontentos de otros países (porque son los intelectuales y no los “trabajadores” los que constituyen el núcleo duro del comunismo fuera de la URSS). Por otro, no basta con abordar este problema con el objetivo de silenciar al propagador. Es aún más importante armar al oyente contra este tipo de ataque.

«Otra porción representa algo parecido a una mutación natural de especie, un quinto columnismo congénito con el que un pequeño porcentaje de personas en cada comunidad parece estar afectada, y que se distingue por una actitud negativa hacia la sociedad nativa y una disposición a seguir cualquier fuerza exterior que se le oponga. Este elemento siempre estará presente en cualquier sociedad para que trabajen extraños sin escrúpulos; y la única protección contra su peligroso uso indebido será la ausencia de voluntad por parte de los regímenes de las grandes potencias de explotar este infeliz margen de la naturaleza humana».^[ix]

Desde entonces, la Estrategia de Seguridad Nacional de los EE. UU. apuesta por la guerra política. No descuida la opción militar, pero pondera y destina cuantiosos recursos a la subversión, a la guerra psicológica e ideológica, es decir, a la guerra cultural. En la Directiva del Consejo de Seguridad Nacional se redactan claramente los objetivos a alcanzar, lo que sí no esclarecen es el cómo, muchos de los cuales los aportó el Arte. Desgraciadamente las metas se cumplieron, los recursos y herramientas empleados arruinaron naciones, mellaron almas y despertaron ansias de protagonismo y poder. El papel de intelectuales se constató, así como el empleo de “extraños sin escrúpulos”, de representantes de mutaciones naturales de la especie constituidos en el “quinto columnismo congénito”, desempeñaron roles de la más baja catadura moral y sirvieron a los intereses de dominación imperial. Evitar que estas fuentes se compongan y fluyan es una de las tareas de primer orden ya que pueden erigirse en una fuerza que logre poner en peligro la Seguridad de la Patria.

* Doctor en ciencias filosóficas, profesor e investigador titular. Investigador del Instituto de Filosofía.