Cuba sigue desinflando «Primaveras de odio» cada 11 de julio. (I)
Para nadie que siga lo que sucede en Cuba resultan extraños los llamados que desde EE.UU se realizan cada día, a través de las redes sociales, a la ejecución de actos violentos contra instituciones estatales y funcionarios públicos.
Cualquiera puede pensar que el país que se presenta como punta de lanza en la lucha contra el terrorismo y que ha estado por más de 20 años involucrado en operaciones en Medio Oriente y África, como parte de su titulada lucha global contra el terrorismo, no se prestaría para tolerar e incluso apoyar actos terroristas contra cualquier país.
Se equivoca quien así piense. EE.UU propicia, tolera y ampara cualquier acción que la derecha anticubana y mercenarios contratados y pagados por dicho sector y por el propio Washington puedan concebir contra Cuba y los cubanos, con el fin declarado, abierto, infame, de derrocar nuestro proyecto social, mediante métodos violentos, si es necesario.
Esto justifica que el 9 de julio pasado –por segunda ocasión desde diciembre de 2023– las autoridades cubanas hayan enviado al Secretario General de la ONU un listado que incluye a 62 personas y 20 organizaciones, la mayoría con asiento en EE.UU, y que han sido debidamente identificadas como terroristas.
Una reconocida agencia de noticias de habla hispana informó que en ella aparecen «activistas», «líderes del exilio» e «influencers», eufemismos para negar la evidencia: son terroristas que por años han alentado o promovido actos violentos contra la tierra en que nacieron ellos o sus padres y donde, probablemente, aún tengan familiares.
Las redes sociales como plataforma de odio
Decíamos al principio que las redes sociales constituyen la plataforma principal para esos llamados de odio y violencia contra el país; no es casualidad.
El estudio de documentos actualizados de las Fuerzas Armadas de EE.UU revela que estas contemplan su empleo con fines de desestabilización, en el marco de preparación y ejecución de una campaña de Guerra No Convencional contra un país que, como Cuba, no se rinde a las presiones y amenazas norteamericanas.
Tenemos evidencias. La publicación de técnicas del Ejército de EE.UU 3-18.1 «La Guerra No Convencional por las Fuerzas de Operaciones Especiales», de marzo 2019, recoge que «el amplio uso de los celulares y de la Internet permite la agitación a escalas sin precedentes. Las redes sociales son mucho más útiles que un panfleto, un diario, la radio o la TV y otros medios de prensa; cuando el gobierno desbloquea las señales, estas permiten la organización a tiempo real a través de grandes distancias y entre grupos distantes».
Es decir, EE.UU utiliza una vez más el desarrollo tecnológico con fines nocivos. Lo que se concibió quizás solo como una vía rápida y eficaz para acercar y unir a las personas, hacer nuevas amistades, conocer lugares distantes, resulta hoy la principal vía de ese país para organizar y dirigir rebeliones; contratar agentes y mercenarios; demonizar a líderes y sistemas; desestabilizar, coaccionar, destruir.
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