De regreso a la cuna de la nacionalidad

Por mayor Sonia Regla Pérez Sosa
03 de Diciembre de 2021

La despedida al eterno Comandante fue dado por personas de todas las edades. Fue un adiós de su Cuba. Fuente: Teniente coronel (R) Francy Espinosa González

Después de trece horas de recorrido por las provincias de Camagüey, Las Tunas y Holguín, llegó el cortejo fúnebre del Comandante en Jefe a Granma. Justamente el día en que se cumplían 60 años del desembarco de los expedicionarios del Granma.

En la mañana camagüeyana del dos de diciembre de 2016, la solemnidad de los cargadores no permitió otro sonido en el ambiente que el de sus pasos y ejecuciones en la Plaza de la Revolución de este territorio.

 

Durante este tercer día de homenaje póstumo, se avanzó temprano por la Avenida de la Libertad, lugar en que  los pobladores de la provincia recibieron la caravana con una mano puesta en el pecho, hacia donde corrían las lágrimas de muchos de los presentes, para después esconderse en la ropa oscura.

 

El acompañamiento del cortejo permitió que, por primera vez en las extensas llanuras camagüeyanas, se plantaran juramentos, astas con banderas en señal de duelo y personas que empujaran su silla y el peso de los años, para esperar a Fidel.

 

Después de tres horas de camino, apareció Las Tunas con una bandada de palomas y un cartel: ¡Padre, mi familia te agradece! A partir de entonces, lazos negros atados a los antebrazos, sábanas blancas cubiertas con flores y fotos del Comandante, expresaron el sentir de los hijos de este territorio, como si no fuesen suficientes las voces acongojadas que preguntaban por qué se fue.

 

Más de veinte mil pobladores de esta tierra se acercaron a la ruta prevista para mostrar sus recuerdos de Fidel y crear otros, aunque para lograrlo necesitaron recorrer algunos kilómetros.

 

A Holguín, la provincia que vio nacer a Fidel y acogió su niñez, llegamos pasadas las dos de la tarde. Primero, jinetes a ambos lados de la carretera, de esos que se vuelven uno con su caballo. De fondo, la canción que en días recientes Raúl Torres le compusiera al Comandante.

 

Todo estaba engalanado con flores y personas, incluso aquellas que por su edad o dolencias, probablemente hace mucho, solo recibían visitas en casa, pero por ver a este holguinero se hicieron acompañar de una silla y una mano familiar que los levantara o les describiera lo que no alcanzaron a ver.

 

Por minutos la vía se estrechaba y se transformaba en un mar de banderas cubanas ondeando según el ritmo de la consigna o el llanto. En ese instante, muchas madres explicaron a sus pequeños el motivo de su tristeza y la grandeza del hombre que añoraban. No hubo mejor momento para  aprender y besar.

 

Similar actitud acompañó la caravana durante el paso por el municipio de Cauto Cristo, territorio por el cual ingresó a tierras granmenses a las seis y treinta y siete de la tarde, cuando ya todo era sombras.

 

Justo 60 años después de que desembarcaron los expedicionarios del yate Granma por esta zona, llegó el cortejo fúnebre a la provincia cuna de la nacionalidad cubana. Y como en aquella oportunidad, con Fidel al frente.

 

La noche hizo que obreros, estudiantes, jóvenes, hombres, mujeres…, fuesen descubiertos por las luces de los autos de la caravana y las consignas que pronunciaban.

 

Una vez más, el territorio que protegió al líder de la Revolución en los días de la lucha guerrillera, en la Sierra Maestra, lo recibía y sus habitantes lo honraban.

 

Tras trece horas de viaje, al antiguo cuartel Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo, asaltado por los revolucionarios que él comandó en 1953, hoy parque-museo Ñico López, acogió los restos de quien por siempre será su máximo líder, durante la tercera noche de traslado.

 

Esta vez,  Fidel no concedió uno de sus característicos discursos, ni precisó los detalles para asaltar ninguna fortaleza militar. Su presencia se convirtió en fuente de inspiración para realizar una vigilia en la Plaza de la Patria, donde Raúl Torres y sus invitados cantaron Cabalgando con Fidel y detrás se escuchó el Himno de Bayamo.

Referencia Revista: 
Referencia Ediciones Verde Olivo (Libro): 
Referencia Galería: 
Durante la trayectoria, fue común encontrar las más diversas imágenes del Comandante en Jefe, entre la población. Fuente: Teniente coronel (R) Francy Espinosa González
Por diversos municipios, los habaneros mantuvieron el cordón humano para acompañar el cortejo fúnebre. Fuente: Teniente coronel (R) Francy Espinosa González
Pioneros mayabequenses mostraron al Fidel que los acompaña siempre. Fuente: Teniente coronel (R) Francy Espinosa González
Mayabeque anunció el dolor del pueblo, que al borde del camino, recordaba a quien terminaba un ciclo de vida terrenal para permanecer por  siempre entre ellos. Fuente: Teniente coronel (R) Francy Espinosa González
Una vez más Fidel convocó a todos. Fuente: Teniente coronel (R) Francy Espinosa González
Hace cinco años, el pueblo desbordó la calle Milanés. Fuente: Teniente coronel (R) Francy Espinosa González
Honrar a nuestro Fidel fue la mejor enseñanza del día. Fuente: Teniente coronel (R) Francy Espinosa González
Cada matancero buscó la mejor manera de homenajear al líder invicto. Fuente:Teniente coronel (R) Francy Espinosa González
Los cienfuegueros acompañaron a la caravana en su recorrido nocturno. Fuente: Francy Espinosa GonzálezFuente:Teniente coronel (R) Francy Espinosa González
La seguridad de tener a Fidel otra vez entre ellos, hizo a los cienfuegueros quedarse en vigilia. Fuente: Teniente coronel (R) Francy Espinosa González
Referencia Noticia: 

No, a la nostalgia!

20 de Noviembre de 2023

Foto: Teniente coronel(R) Francy Espinosa González

Fidel nos enseñó a ser consecuentes aunque el dolor y la tristeza fustigaran en lo más hondo. Y así lo hicimos aquel 30 de noviembre de 2016, cuando, con el corazón apretado porque había muerto el líder indiscutible de la Revolución Cubana, realizamos la actividad más importante de nuestras profesiones: acompañarlo durante su viaje a la eternidad. 

 

Como integrantes de Verde Olivo, formamos parte de la caravana que recorrió el territorio nacional, como lo hizo él en 1959 en la Caravana de la Libertad, pero ahora lo haríamos en dirección inversa.

 

Evocando nuestras vivencias de hace seis años, queremos hacerlos cómplices de aquellos días del traslado de las cenizas del Comandante en Jefe hasta Santiago de Cuba y revelar lo vivido desde el cortejo fúnebre, durante más de mil cien kilómetros.

 

Para ello contamos con los testimonios gráficos de los millones de cubanos que mostraron el amor y respeto en el grito de “Yo soy Fidel”,  de quienes se sacaron del pecho un beso que lanzaron al aire y esbozaron un te quiero con los labios, pues sus labores no les permitían estar tan cerca; o aquellos que por asegurar el trayecto, de espaldas, sintieron su presencia.

 

Pretendemos evocar cómo millones de corazones latieron al unísono ante la incertidumbre, el amor y dolor del último viaje de quien representa una época, un país; por ello, su pueblo lo espero dignamente junto a las carreteras durante horas.

 

Durante las cuarenta y nueve horas del recorrido y todas las que las antecedieron y continuaron, Fidel convocó. Por eso fue común sentirse como aquellos rebeldes que bajaron de la Sierra Maestra hace más de medio siglo.

 

La marcha hacia Santiago de Cuba, el territorio donde los grandes tienen sitio perenne, se realizó a una velocidad constante entre los veinticinco y cuarenta kilómetros por hora. Ello permitió que el  pueblo pudiera compartir pensamientos con el Comandante en Jefe, y hoy los podamos exponer en estas páginas.

 

El recorrido de la caravana fue como la vida de Fidel: diversa y expectante, donde no faltaron los días grises, las lluvias débiles o fuertes, ni las cumbres a superar. Pero sobre todo, la Patria le rindió  el merecido tributo y honores a tan extraordinario hombre. Él viajó por su Cuba, protegido por la bandera de la Estrella Solitaria, para despedirse de todos y todo… No podía ser diferente.

 

Por esas razones, al líder de la Revolución Cubana van dedicados los trabajos que en los días siguientes publicaremos en el sitio web Verde Olivo, para revivirlo con las muestras de cariño del pueblo a través de una frase: “¡Yo soy Fidel!”.