Lo que hace vivir a Maso

25 de Octubre de 2023

Coronel (r) Rodolfo Maso López. Foto: Gonzo González

En el vasto terreno de la Gran Unidad de Tanques de la Gloria Combativa Rescate de Sanguily, Orden Antonio Maceo, se destaca un hombre cuyo espíritu y pasión trascienden los límites de la rutina diaria. El coronel (r) Rodolfo Maso López, responsable del módulo agropecuario en este lugar, no solo es un trabajador incansable, sino un poeta que visualiza en sus versos lo que desea para el campo.

 

Así descubrimos a este hombre de casi 92 años, sumergido, desde su humilde taburete, en la belleza del surco al que dedica cada uno de sus días. Entonces transporta nuestra imaginación a otro tiempo y lugar, donde los ritmos de la Naturaleza y de las palabras se desvanecen, para reemplazarlos por el compás poético con que recibe a los corresponsales de la revista Verde Olivo.

 

Advierto que la armonía de sus palabras y la pasión que siente por la tierra se fusionan con su historia de vida, la cual abarca décadas de servicio a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y una pasión inquebrantable por la tierra.

 

Su conexión con la División de Tanques comenzó desde la creación de esta unidad hasta que se jubiló en 1988 con los grados de coronel. Durante su desempeño profesional ocupó distintos cargos, desde oficial de operaciones hasta jefe de batallón. No obstante sus aportes van más allá de las fronteras de Cuba, pues fue partícipe de misiones internacionalistas en Angola y Etiopía.

 

Sin embargo, la gran pasión de Rodolfo siempre estuvo arraigada a la campiña. Transcurrido un tiempo después de su paso a la reserva e impulsado por el contexto del período especial fundó una granja en dicha unidad. «Mi amor por la agricultura nació desde muy joven. Crecí en la finca El Corojal, en Bahía Honda, Pinar del Río, donde los mosquitos tropiezan en el aire», recuerda Rodolfo con una sonrisa nostálgica.

 

Nos comenta entonces que desde temprana edad aprendió el arte de la faena en el cultivo. Con tan solo 7 años ya tenía en sus manos una «guataquita» y a los 10 u 11 era capaz de arrear una yunta de bueyes.

 

Compartió esos momentos mágicos con su padre, un revolucionario, que le enseñó la importancia del trabajo y el valor de la perseverancia. Un tiempo después Rodolfo dejó la provincia y migró a La Habana, donde estableció diversos negocios antes de unirse a las FAR. Su rol en las milicias lo llevó a ser teniente e inició su ascenso a través de los rangos militares hasta convertirse en coronel. 

 

La primera granja que construyó al regresar de la misión internacionalista fue de magnitudes impresionantes. «Logré tener 300 cabezas de ganado, 350 puercos y aproximadamente 2000 gallinas ponedoras que diariamente producían alrededor de 1700  huevos. Contaba con 72 carneros y proveía al hospital local con 80 o 90 litros de leche obtenidos de las vacas».

 

Allí se mantiene hasta ahora, en condiciones diferentes pero con igual empeño por aportar a la soberanía alimentaria de los miembros de la División de Tanques; recorre una distancia considerable desde su hogar en el poblado Frank País hasta esta unidad. Así reafirma que el amor y el deber no conocen barreras.

 

Rodolfo se aventura aún más lejos para llegar a la segunda finca que atiende, situada a una distancia considerable de la primera. «El trayecto que recorro es parte de la dedicación que impregno a la tarea », explica Rodolfo.

 

Mientras compartimos con él percibimos que su historia es mucho más que la de un hombre que labora con la tierra y compone versos. «Mi motivación emana de mi conexión con la Naturaleza y mi comunidad. Cada día, veo los frutos de mi trabajo y sé que apoyo al bienestar de todos».

 

Su vitalidad es un recordatorio de que la constancia es estímulo para conquistar lo que deseemos en la vida. Y en ese camino ha ganado una pareja laboriosa que lo tienen como un padre, más que jefe. Así cuenta con el apoyo de Edisleisis Alarcón Rodríguez, quien comparte su visión y compromiso en la faena. A través de su arduo trabajo, Rodolfo ha transmitido conocimientos a su compañero, asegurando el relevo.

 

Junto a ellos, también se encuentra Xiomara Frías Piña, esposa y compañera de Edisleisis, quien ha demostrado una fuerte conexión con la labor, tanto que decidió dedicarse por completo a él. Juntos han respondido al llamado de cultivar la tierra.

 

El compromiso de Rodolfo va más allá de la finca. «Enseño a los soldados que vienen a trabajar aquí, transmitiéndoles no solo los conocimientos técnicos, sino también los principios y valores que se requieren».

 

Para Rodolfo, la agricultura va más allá de una ocupación, es un proceso enriquecedor que impulsa su conciencia personal. Ver el resultado de su trabajo, desde la siembra y cuidado de las plantas hasta la cosecha de los productos, le brinda una satisfacción incomparable. Inspira a quienes le rodean y demuestra que la dedicación puede convertir los sueños más audaces en realidad. Desde nuestra publicación reconocemos su valiosa contribución al campo y al servicio militar.

 

  • Coronel (r) Rodolfo Maso López. Foto: Gonzo González

  • Edisleisis Alarcón y Xiomara Frías junto a su hijo, en la finca que atiende Maso. Foto: Gonzo González

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