Morir por la Patria, es vivir

17 de Agosto de 2023

La presencia de Perucho se siente cada vez que vibran las notas del canto insigne. Foto: Tomada de Internet

Cuando desde el podio se inflan los pechos al escuchar esa melodía, otros vibramos desde casa de la mano del triunfo dorado. También en las escuelas, los momentos históricos para el pueblo o los anales de la solidaridad en cualquier rincón del mundo, emerge magnánimo el sonido cubanísimo: Nuestro Himno Nacional. 

 

Transcurría 1867 y Pedro Figueredo y Cisneros, Perucho, se integra a la logia masónica Redención que agrupó a los líderes independentistas. Su hogar fue entonces sitio para la congregación de estos miembros que, en la noche del 13 de agosto de 1867, reunidos en la casa de Francisco Vicente Aguilera, constituyeron el Comité Revolucionario de Bayamo para organizar el ansiado levantamiento armado contra el dominio español en la Isla.

 

Francisco Maceo Osorio, secretario de la creada organización, pidió que él, como músico, compusiera un himno que a semejanza del himno francés: La Marsellesa, enardeciera los ánimos de los cubanos.

 

En la madrugada del 14 de agosto de 1867, Figueredo se sentó ante el piano y tras ardua labor compuso la música del Himno de Bayamo que se convertiría en el Himno Nacional de Cuba. Después la dio a conocer a decenas de revolucionarios reunidos en su morada.

 

Casi doce meses después, el músico Manuel Muñoz Cedeño hizo la instrumentación de la obra y, en atrevida acción conspirativa, la ofreció al público como parte de una ceremonia religiosa el 11 de junio de 1868.

 

“(…) morir por la patria es vivir”, había escrito Perucho Figueredo en la letra que acompañó desde el 20 de octubre de 1868, la melodía por él compuesta y que se entonó con vibrante orgullo por sus compatriotas en aquella luminosa mañana.

 

Su trayectoria revolucionaria en la organización del levantamiento armado por la independencia de Cuba de España, le contrajeron diversas responsabilidades a favor de la causa emancipadora. Mas no imaginó que muy pronto lo correspondería la historia con las estrofas de su creación patriótica.

 

Un traidor bajo su mando fue capturado por una patrulla y la guió hasta el sitio donde se encontraba Perucho en 1870. Cayó prisionero de los españoles el 12 de agosto encontrándose convaleciente de fiebre tifoidea, en la finca Santa Rosa de Cabaniguao, en Las Tunas. Fue conducido a Santiago de Cuba y fusilado cinco días más tarde.

 

Así entregó su vida el hombre que un día, en encendidos versos, legó a los cubanos su convicción patriótica e instó a luchar por independizarla.

 

La música que nos estremece es digna de alabanza, también los es su creador. Por lo que simboliza en las páginas de la historia Patria, en la conformación de nuestra identidad nacional y en la representación de Cuba ante el mundo, merece el respeto de todos los que tenemos sembrado en nuestros corazones el amor a Cuba y sus símbolos.

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