La permanencia de María Caridad
A lo largo de su carrera, María Caridad Hernández Olivares ha experimentado la gratificación inigualable de encontrarse con antiguos alumnos en las calles y recibir el reconocimiento de quienes una vez pasaron por sus aulas.
Para ella el impacto que ha dejado en muchos de sus estudiantes es una de las mayores recompensas de la labor que realiza como educadora.
«Es un sentimiento indescriptible escuchar: “¿profesora, usted no se acuerda de mí?, yo sí de usted”, porque resulta una señal de que tus enseñanzas van hacia un lugar y no a un saco hueco», comenta la profesora de Idiomas de la Escuela Militar Superior Comandante Arides Estévez Sánchez, Orden Antonio Maceo.
Con cuarenta años dedicados a esta Institución Docente de Nivel Superior de las Fuerzas Armadas Revolucionarias —que recientemente conmemoró esas décadas de creada— la docente y fundadora afirma: «las asignaturas que se imparten por el colectivo de mi cátedra son fundamentales para los futuros oficiales que se gradúan. Ellos serán licenciados en Derecho, por lo que el uso de la palabra es vital en su desempeño».
Su apego a las letras es sostenido y firme, reflejado en la instrucción de varias disciplinas, aunque todas relacionadas. Desde enseñar ruso hasta recalificarse como profesora de inglés, materia que imparte junto a la de Español-Literatura.
Además de su rol, María Caridad procura concientizar a quienes la rodean sobre la importancia de hablar correctamente. Sostiene que una adecuada expresión oral forma parte de nuestra personalidad e identifica el país al que pertenecemos. «El lenguaje es un elemento de identidad nacional y hay que cuidarlo».
Escuchándola hablar de su rigurosa dedicación al Idioma como disciplina, le pregunto si es muy estricta en el aula. Me afirma que el rigor no tiene nada que ver con la seriedad. «Le hago chistes a los jóvenes y ellos se ríen muchísimo, hasta me dicen que soy una artista porque hago muchas muecas. En alguna ocasión me comentaron que daba inglés para sordomudos porque gesticulaba para que entendieran mejor», nos comenta mientras aflora en su rostro la sonrisa que regala a sus alumnos.
Por ese ambiente de alegría y dinamismo que imprime a las clases merece el cariño y respeto de hombres y mujeres que hoy tienen grados de generales, doctores…; además de ocupar puestos en diversos escenarios del país e incluso comparten con ella como compañeros de trabajo.
Asumo que a lo largo de su trayectoria ha tenido otras atracciones y propuestas, pero ella enfatiza: «La escuela es todo para mí», por eso no dudó en retornar tras su jubilación.
Sin embargo, este ha sido para la profe María Caridad, sin dudas, un camino en el que ha estado acompañada por muchos. Resalta el papel de la familia en su vida, dice que sus cuatro nietos la imitan en la exquisitez y cuidado al expresarse. La casa y el aula devienen espacios en los que entrega saberes.
Resulta evidente el impacto significativo que María Caridad Hernández Olivares ha tenido en la formación de generaciones de profesionales militares. Esta veterana educadora lleva consigo el compromiso de muchos años dedicada al desarrollo intelectual y humano de sus estudiantes y lo mejor es que afirma continuar entregada a la pasión de su vida: enseñar.
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