En La Habana, nació un hombre capaz de despertar multitudes y sumar a obreros y estudiantes a un camino que exigía arriesgar la vida. Su nombre: Julio Antonio Mella.

Sus primeros trabajos periodísticos aparecieron en la revista universitaria Alma Mater, de la que fue fundador y administrador. Fue uno de los creadores y presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU).  Dentro de ella se convierte en líder de la lucha estudiantil por la reforma universitaria.

También fue director y redactor de la revista Juventud, de la Liga Anticlerical y de la sección cubana de la Liga Antiimperialista de Cuba, junto a Carlos Baliño y Rubén Martínez Villena. Llegó a convertirse en el máximo orientador de la organización en toda Latinoamérica. Ingresó en la Agrupación Comunista de La Habana y desde ella desplegó un trabajo muy activo entre el proletariado.

Junto a Carlos Baliño fundó el primer Partido Marxista-Leninista en Cuba y fue su primer secretario de organización. Expulsado de la Universidad de la Habana por sus acciones revolucionarias y de rebeldía, fue además, detenido por las autoridades. En la cárcel se declara en huelga de hambre indefinida. Es liberado tras una campaña del comité Pro-Libertad de Mella.

Exiliado en México, se vincula al movimiento revolucionario continental e internacional del que es nombrado secretario general. Además, estableció contacto con los revolucionarios y demócratas de toda la región e impulsó las actividades preparatorias para un evento internacional.

Con solo 25 años, el 10 de enero de 1929 lo asesinaron; convirtiéndose en uno de los héroes eternos de la Patria, con una obra tan extraordinaria. Su última frase fue: “Muero por la Revolución”.

Su mensaje antiimperialista mantiene hoy plena vigencia cuando decía: “La hora es de lucha, de lucha ardorosa; quien no tome las armas y se lance al combate pretextando pequeños desprecios, puede calificarse de traidor o cobarde. Mañana se podrá discutir, hoy solo es honrado luchar”.