La luz arrebatada de las hermanas Giralt

15 de Junio de 2023

El hogar de Cristina Alicia Giralt se convirtió en sede de reuniones clandestinas, y junto a su hermana recogió medicamentos, ropas y dinero para los revolucionarios. Fuente: Archivo de la Casa Editorial Verde Olivo

El 15 de junio de 1958 las veinteañeras hermanas Lourdes y Cristina Giralt Andreu fueron masacradas por fuerzas de la policía batistiana en La Habana. A los miembros de la policía batistiana bajo el mando del coronel Esteban Ventura Novo, no les importó que aquel 15 de junio se celebrara el Día de los Padres, que sus víctimas fueran alegres veinteañeras y, mucho menos, hermanas.

 

Ellas venían de Cienfuegos. ¿Cómo iban a imaginar que esos abusadores estarían a solo una puerta de su apartamento con la misión de capturar a militantes del Directorio Revolucionario 13 de Marzo? ¿Cómo avizorar que toda la frustración y el odio homicida se descargaría sobre ellas?  

 

Las hermanas Cristina Alicia y María de Lourdes Giralt Andreu, de 28 y 22 años, respectivamente, no tuvieron tiempo a reaccionar antes de que una avalancha de tiros le viniera encima. Seguro que sus pensamientos aún estaban en la sonrisa del padre por tenerlas cerca aquel tercer domingo de junio, en el consejo de su madre o en los comentarios que les hicieran sus vecinos antes de salir para la capital.

 

Ellas integraban el Movimiento de Resistencia Cívica, es cierto, y apoyaban la lucha clandestina contra la tiranía al vender bonos para recaudar dinero con el cual adquirir armas y medicinas para los combatientes revolucionarios, eso las hacía conscientes del momento que vivía su Patria, no blanco para disparos brutales.

 

Eran muchachas comunes, trabajadoras de las oficinas de la Concretera Nacional. Cuenta el periodista Manuel Varela Pérez que Cristina, la mayor, era reservada, de fuerte carácter y personalidad, con buenas y muchas amistades, que disfrutaba del hogar al ser muy organizada, adoraba decorar la casa, cocinar y bordar. A María de Lourdes, a quien sus amistades nombraban Maruca, le gustaba el baile, la pintura, la fotografía, los paseos y era muy alegre. Pero eso no hizo recapacitar a sus arbitrarios ejecutores.

 

Hace ya 64 años que la muerte las acechó en el edificio de 19 y 24 en el barrio habanero del Vedado. Pero todavía retumban en los oídos de la nación y duelen aquellos nueve impactos de bala que recibió una y los 13 de la otra.

 

Aún no se explica por qué, para los brutos sanguinarios, los proyectiles no fueron suficientes y trataron a puntapiés los cuerpos inertes, que trasladaron hasta la estación. Ellos no sabían que la luz de las cienfuegueras no se escondería en aquel cubrecama en el cual transportaron a las hermanas Giralt. Y hasta hoy su legado ilumina al pueblo que nunca las olvida. 

  • María de Lourdes fue la más pequeña de los cinco hermanos nacidos del matrimonio de José Ramón Giralt y Alicia Andreu. Fuente: Archivo de la Casa Editorial Verde Olivo

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