El maestro José de la Luz

22 de Junio de 2023

José de la Luz y Caballero es reconocido como el más alto ejemplo de educador del siglo XIX en Cuba. Foto: Archivo Casa Editorial Verde Olivo.

“Él, el padre; él, el silencioso fundador; él, que a solas ardía y centelleaba, y se sofocó el corazón con mano heroica, para dar tiempo a que se le criase de él la juventud con quien se habría de ganar la libertad que sólo brillaría sobre sus huesos”, así definía José Martí en Patria[1], al maestro José de la Luz y Caballero, con quien compartía más que su nombre.

 

Aquel iluminado Pepe, regalaría a la nación la nobleza de su luz desde su nacimiento el 11 julio de 1800. Formado por su tío José Agustín Caballero, completó sus estudios en prestigiosos colegios de la época como la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana y el Seminario de San Carlos y San Ambrosio.

 

Al servicio del magisterio puso sus conocimientos sobre inglés, francés, italiano, alemán, así como los saberes aprendidos durante su búsqueda constante ante las incógnitas del mundo, lo cual lo convirtió en uno de los pensadores más importantes de la etapa colonial y, al decir de muchos estudiosos, el pedagogo más universal del siglo XIX.

 

Para evidenciarlo, exponen su influencia en la formación de discípulos contemporáneos y de generaciones posteriores, con un compromiso intelectual, moral y de justicia, dirigido a la transformación de la familia y la sociedad, utilizando las herramientas del pensamiento.

 

El Doctor en Ciencias Históricas Yoel Cordoví Núñez, por ejemplo, asegura que durante su desempeño como director del colegio del Salvador, Luz y Caballero sintetizó todo el bagaje y experiencia como intelectual, acopiados en su fructífera vida magisterial.

 

Cuentan que a José de la Luz y Caballero se le reconocía por admitir gratuitamente a los niños con difícil situación económica y se le denominaba como el maestro de todas las ciencias, porque era capaz de impartir cualquiera cada vez que fuese necesario. Además, que de manera muy valiente, creó un espíritu crítico y reflexivo sobre la realidad que vivía el país e implantó el método explicativo, para acabar con la ineficaz fórmula memorística.

 

Rompiendo con algunos dogmas de la educación colonial, en sus aulas se enseñaba idioma inglés, francés, latín, alemán, italiano y griego; así como las asignaturas: lectura, gramática castellana, dibujo, música, geografía, matemática, zoología, botánica y psicología, entre otras que conformaban un amplio currículo.

 

Afirman que tras la muerte de su hija, dedicó toda su atención a este sitio educativo, rodeado de libros y discípulos, quienes comenzaron a gestar el futuro movimiento independentista cubano. Incluso algunos pensadores del siglo XIX le atribuyen a la influencia de Don Pepe, los próximos movimientos insurrectos al contribuir a socavar las bases del colonialismo español en Cuba.

 


[1] Patria, 17 de noviembre de 1894.

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