Amores de blanco y verde
El Hospital Militar Central Doctor Luis Díaz Soto, Orden Carlos Juan Finlay, ocupó el primer puesto de combate en la batalla que lideró el sistema de salud cubano contra la COVID-19. En los primeros cuatro meses de lucha el centro ingresó casi 4 000 contagiados, colaboró con otras instituciones para el desarrollo de productos biotecnológicos y farmacéuticos, y fue puntero en la aplicación y constante actualización del protocolo de acción ante pacientes graves y críticos.
Tras más de un año de asistencias y desafíos ante la epidemia, el recinto fue sometido a un proceso constructivo para mejorar las condiciones de vida y trabajo del personal, así como el confort de lo ingresados.
Este 3 de diciembre, cuando la institución cumple sesenta años, se perfeccionan sus servicios para brindar una atención médica de más calidad a los combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias(FAR), el Ministerio del Interior y la población civil regionalizada.
Historia médica
Sus salones son los únicos en todos los centros hospitalarios de las FAR en los que se escucha el llanto de un bebé al nacer y se siente, entre lágrimas, la risa orgullosa de la nueva madre.
Allí, además, hay un piso con luminarias coloridas, donde sencillos dibujos reflejan los sueños de los pequeños pacientes que llegan hasta aquí con diversas dolencias; y al estar de alta su alegría contagiosa es la mejor muestra de agradecimiento.
Estos lugares que han distinguido al hospital por décadas, junto a otros locales, incluso antes de estar terminados, dieron abrigo a inicios de la década de los años sesenta del pasado siglo a quienes se integraron a la defensa del país.
La instalación, proyectada en un principio para ofrecer sus servicios a los marinos del ejército batistiano —de ahí su denominación popular como hospital Naval— fue sede por más de 20 años del Instituto Superior de Medicina Militar y hoy continúa asistiendo a los habitantes del este de La Habana. Para ello cuenta con especialistas muy preparados y moderna tecnología.
Asistencias curativas
Cual descendiente de los hospitales de sangre del Ejército Libertador, en el Naval se cuida la salud de los cubanos sin importar si pertenecen o no a la institución militar. En él, profesionales comprometidos, vistan o no de verde olivo, velan por la disciplina y organización de sus recintos.
Además, sus médicos, enfermeros y tecnólogos han participado en misiones internacionalistas en unos 30 países de todos los continentes. Algunos, incluso, ayudaron a controlar la epidemia del ébola en África.
No en vano, según la doctora Daimilé López Tagle, directora del centro, varios de sus integrantes llevan entre 20 y 30 años en la institución y poseen un alto sentido de pertenencia.
Este centro, que cuenta con todos lo servicios clínico, quirúrgicos, se distingue por la calidad humana en la labor de los expertos que atienden a embarazadas, recién nacidos y niños.
La especialidad de Ginecobstetricia, que introdujo técnicas de ultrasonido, hoy potencia una consulta de infertilidad que atiende a parejas militares y las inserta en los grupos nacionales.
Por su parte, la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) —segunda creada en La Habana y la tercera en Cuba— acoge a los diplomantes o especialistas en primer grado en Urgencias y Emergencias Médicas, brinda atención a accidentados, enfermos graves y lesionados del este de la capital y se aferra en cumplir el principio de paciente recuperado.
La UCI fue un servicio fundamental cuando la COVID-19 impuso un ritmo diferente a la preparación ya las prácticas de estos galenos que salvaron la vida de muchos pacientes gracias a su pericia y entrega.
“Un colectivo pequeño, capaz de enfrentar batallas bien difíciles gracias al talento y dedicación de sus integrantes, personas con valores y principios que enamoran a quienes se forman o se restablecen en sus salas” refiere la doctora capitán Milaysi González Zorrilla, Jefa de Servicio del Centro de Urgencias y Emergencias.
Aquí también existe el único servicio de quemados y cirugía reconstructiva de la FAR, que tuvo un gran protagonismo durante las misiones internacionalistas, y recientemente sus especialistas asistieron a algunos lesionados del accidente en la Base de Supertanqueros de Matanzas.
Igualmente deben reconocerse los logros de la Cirugía, una de las primeras especialidades en brindar atención al inaugurarse el hospital, y de las pioneras a nivel nacional en la realización de trasplantes nefrológicos e intervenciones cardiovasculares.
Por su parte, la Medicina Natural y Tradicional perfecciona sus procedimientos a partir del ingreso de los pacientes para realizarles el tratamiento por ciclos, y cuenta con una consulta externa que extiende los cuidados.
Mientras, el chequeo médico general a oficiales activos, retirados y cuadros civiles pesquisa aquellas enfermedades crónicas que pudieran afectar al personal; y de ser así,se brinda el seguimiento necesario a estos pacientes.
Todas estas prácticas permiten que las FAR y el sistema de salud de la capital ofrezcan una atención médica de excelencia, de manera inmediata, a quien lo requiera; y mejoren la calidad de vida de la población.
Ídolos en preparación
Reconoce López Tagle que los resultados han sido posible gracias al trabajo de “un colectivo donde debatimos las tareas, nos reunimos y valoramos a todos, desde el personal de aseguramiento hasta a los profesores con más experiencia, porque cada uno juega su papel en el cumplimiento de las funciones diarias”, especifica.
La licenciada en Enfermería Lázara Antonia Soto Rodríguez se ha desempeñado durante unos cuarenta años en las salas de este recinto y advierte sobre la cohesión lograda en los equipos asistenciales para brindar una atención de calidad.
Precisa también que, como hicieron sus colegas y profesores con ella, su experiencia le permite enseñar a quienes llegan, la importancia del humanismo en su profesión, la defensa de los principios y la entrega total a quien necesite una ayuda. “La Enfermería es una carrera muy bonita y sacrificada, en la que hay que servir, brindar mucho amor y ponerse en el lugar del afligido”, afirma.
Como ella, Misladis Rodríguez Alfonso desde hace casi tres décadas encontró su sentido de vida en el Naval. Durante más de la mitad de ese tiempo se ha desempeñado como jefa de sala de Neonatología, y allí ha aprendido a escuchar la esperanza en cada nacimiento. “Por ello tratamos de enseñarle a los jóvenes incorporados el esfuerzo incondicional que realizamos para lograr que el cristal que caracteriza a nuestra sala, separe a los bebitos de sus padres el menor tiempo posible”.
Ser un centro altamente docente ha permitido la formación de cadetes y especialistas que al graduarse puedan ocupar diversas responsabilidades. Para el doctor Raydel Reyes Pérez, especialista en Medicina General Integral y residente de segundo año de Cirugía General, la lozanía de ellos le ha impuesto un ritmo imperioso a las áreas que atienden, donde superación y perfeccionamiento van unidos.
Ejemplo de ello es que hoy, según la capitán González Zorrilla, especialista en Medicina Intensiva y Emergencia, “la mayoría de quienes sostienen la asistencia de esta institución gigante son jóvenes. Un colectivo de médicos y docentes, partícipes de ensayos clínicos, muchos en proyección de hacernos doctores en Ciencias y con cargos administrativos. Eso sí, con muchas ganas de hacer y brindando una asistencia de calidad, para que nuestro proceso salga adelante y sigamos haciendo Revolución desde aquí”.
Los jóvenes que enfrentaron la COVID-19 también asumieron las labores constructivas. Según el capitán Jenry Álvarez Cruz, jefe de Especialidad del Servicio de Pediatría, varias fueron sus tareas: “paleamos, cargamos materiales, hicimos trabajos voluntarios, limpiamos las salas, chapeamos y, ahora —por petición de la dirección de las FAR y del país— estamos vinculados a las tareas agrícolas, con un área sembrada y cría de aves”.
Retos para fortalecerse
Arribar a su cumpleaños 60 con todos los servicios listos para funcionar —cuenta la directora de la institución— es de los mayores desafíos.
El proceso de revitalización de los servicios, inyección de equipamiento nuevo y perfeccionamiento de su informatización en el hospital, permitirá “tener un centro moderno, eficiente, que brinde una asistencia con calidad en cada misión que nos asignen las FAR y el Ministerio de Salud Pública, todo en función de la salud del pueblo, y de nuestros combatientes”, ratificó López Tagle.
La especialista de primer grado en Medicina Interna Daylín Valido Cernuda aseguró que: “Podrán brindarse muchas facilidades a nuestros pacientes no solo desde el punto de vista asistencial médico, sino de mejorías en las salas, donde tendrán agua fría y caliente, y la alimentación podrá elaborarse allí donde son atendidos, acorde a la dieta de cada enfermo”.
Cumplir los indicadores establecidos en el país que miden la eficiencia y la actividad asistencial médica, afirman que dependerá del alto compromiso político, ideológico, moral que tienen como hospital militar. La revitalización de algunos equipos y la introducción de nuevas tecnologías con más prestaciones,“permitirá que hagamos lo mejor con lo que tenemos y los cuidaremos en cuanto a explotación y protección. Esos medios garantizarán el buen desempeño y el diagnóstico certero”, expresó el capitán Reinier Pérez Milián, especialista en Imageneología.
Estas modernizaciones cuentan también con la contribución de profesores consultantes, doctores en ciencia, másteres, diplomantes, quienes tributan a una mejor calidad médica. “Un ejemplo vivo de lo que logra la unión entre la docencia, la asistencia y la investigación fue durante el enfrentamiento a la COVID-19, pues a través de varios ensayos el hospital sirvió de sitio clínico para diversas investigaciones. “Los resultados se pusieron en función de actualizar los protocolos médicos, elevar la calidad de la asistencia especializada y resolver los problemas de salud”, especificó la especialista en Higiene y Epidemiología López Tagle.
“Si hasta aquí éramos un buen hospital —ratificó Valido Cernuda, jefa de Especialidades Clínicas en el Centro de Urgencias y Emergencias—, ahora lograremos ser de excelencia y brindarle a una población ávida de atención, de cariño, todo lo que necesitan desde el punto de vista asistencial y personal. En el Naval queremos formar excelentes seres humanos, extraordinarios profesionales médicos y magníficos profesores, ejemplo para los estudiantes que seguirán su desempeño y serán su continuidad”.
Tal anhelo también es compartido por el Héroe del Trabajo de la República de Cuba Gilberto Jorge Prieto Pérez, quien, como enfermero especializado en Anestesia, se enorgullece de integrar el colectivo de este centro que ya no recorre a diario, pero lo siente tan arraigado como antes de jubilarse. Según afirma, fue uno de los esfuerzos más grandes que debió hacer por cierta juventud acumulada que comparte con el Naval, “el cual llevo en el lado derecho del pecho, junto a la Revolución. Y sé que no soy el único que lo siente así”.
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