Celia nuestra
El 9 de mayo de 1920, en el Central Isabel de Pueblo Nuevo en Media Luna, al oriente de Cuba;nace Celia Esther de los Desamparados Sánchez Manduley. Para entonces ¿quién podría imaginar que aquella pequeña, luego de una vida y una obra extraordinarias, se convertiría para siempre en parte del imaginario del pueblo cubano?
Norma, Carmen, Liliana o Caridad son nombres que no asociamos a ella. Pero si decimos flor autóctona de la Revolución, heroína de la Sierra y el Llano, Celia de las flores, Celia de tu pueblo, o simplemente Celia; más que una figura estaremos evocamos un recuerdo.
Su responsabilidadcomo organizadora de las redes clandestinas de revolucionarios y, más tarde, como combatiente durante la guerrilla no opaca el impresionante esfuerzo por recopilar y clasificar la mayor cantidad posible de información relacionada con la gesta una vez conseguido el triunfo.
«Hay muchos papeles sin importancia hoy, pero en un futuro y para la historia serán de gran valor.Mi interés en esto ha sido quecuando se escriba esta historia sea lo que realmente es y no dejenestos papeles escribir historietas, nada prueba más que losdocumentos, por lo que todo importa después».
Desde aquel informe dirigido a Fidel el 13 de mayo de 1958 en la Sierra Maestra, Celia Sánchez Manduley comenzó una incesante labor de rescate del testimonio documental de la época.
Salvaguardar la memoria histórica de la lucha insurreccional fue una inquietuden su vida.Para ella todas las notas, cartas, órdenes o resolucioneseran piezas invaluables, guardadas con celo y posteriormente procesadas para archivar.
Los documentos acopiados durante la etapa de la Sierra se fueron acumulando en su apartamento del Vedado. Más tarde se le sumaron otros conseguidos a partir de gestiones propias con combatientes y familiares de los mártires. Ya para el año 1963, el volumen de información era tal que necesitó de un grupo de colaboradores para ordenar e inventariar los manuscritos, y trasladarlos a otro local con mejores condiciones de espacio y conservación.
Este procedimiento fue, en esencia, el origen de lo que un año más tarde sería la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, fundada en mayo de 1964.
Lo curioso es que, paralelo a sus responsabilidades administrativas en función de la presidencia, Celia se encargaba de revisar, clasificar y procesar personalmente cada uno de los textos, labor que se tradujo en una reconstrucción irrefutable e inequívoca de las acciones y sucesos fundamentales.
A fecha de hoy,la Oficina reúne más de 159 mil fondos fotográficos en 28 colecciones y más de 56 mil fondos documentales. No solo se encarga de la conservación y restauración de tales documentos; sino que cuentacon un impresionante archivo oral (sobre el período de 1952 a 1958), que Celia tuvo la visión de crear con el objetivo atesorar los acontecimientos narrados en voces de los propios protagonistas.
Esta sencilla mujer ocupa un lugar significativo en la historia de Cuba más allá de sus roles como combatiente, política o investigadora. Se convirtió en la albacea de la Revolución reconstruyendo la memoria de la guerra con el paciente acopio de documentos, testimonios y fotografías; función que valió para que el Comité Nacional Memoria del Mundo, auspiciado por la UNESCO, registrara al Fondo Documental de Celia Sánchez Manduley como Memoria Nacional.
Celia se ocupó de preservar la historia para nosotros. No podemos estar más agradecidos.
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