El Che: guerrillero y ministro (II)

23 de Febrero de 2025

Ernesto Guevara de la Serna. Foto :Cubadebate

 

 

Economista y comunista

 

«Tu sombra brilla hoy en la pelea

mayor de la conciencia y las razones».

 

Silvio Rodríguez

 

(«Hombre», 1987)

 

El 23 de febrero de 1961, cuando el Che llega a su despacho en el recién creado Ministerio de Industrias, se apoya en un archivo y dice a su secretario José Manuel Manresa —soldado mecanógrafo del viejo ejército—: «Vamos a pasar cinco años aquí y luego nos vamos. Con cinco años más de edad, todavía podemos hacer una guerrilla».

 

En realidad, estuvo menos tiempo. El 1ro o el 2 de abril de 1965, marcaría el retorno definitivo del comandante Guevara a la vida guerrillera. Esa mañana, acompañado por Víctor Dreke y José María Martínez Tamayo 1 —los tres con identidades cambiadas—, partió en avión desde La Habana rumbo al Congo: un viaje indirecto que tomó quince días. Lo sucedido después es historia: apoyo a la independencia africana, escala de incógnito en Cuba, traslado a Bolivia, y de ahí a la eternidad.

 

Con las miras puestas en ese futuro, el Che no pierde un segundo a fin de cumplir la tarea que le asigna Fidel: la industrialización del país. Se requieren nuevas fábricas, pero también recuperar las ociosas por falta de materias primas y piezas de repuesto a causa del bloqueo yanqui. La isla ha perdido tres cuartas partes de su comercio exterior. No menos grave resulta que entre el 60 y el 75 por ciento de los profesionales haya emigrado: por ejemplo, solo se cuenta con dos geólogos, de los dos mil que se estiman necesarios. Además, el fantasma de la burocracia ralentiza y complica todo.

 

Un día después de ser nombrado al frente del ministerio, el argentino organiza su consejo de dirección. Lo integran Orlando Borrego –integrante de la Columna 8 «Ciro Redondo»—, Enrique, y Oltuski —luchador clandestino —, Gustavo Machín Hoed de Beche2 Alberto Mora, Juan Valdés Gravalosa, los economistas y comunistas chilenos Jaime Barrios 3, Raúl Maldonado y Charles Romeo, el guatemalteco Julio Roberto Cáceres Valle —el Patojo4 y el propio Manresa como secretario.

 

El Che continúa sus habituales y extensas jornadas de trabajo y estudio, únicamente interrumpidas por las horas imprescindibles de sueño y breves pausas en las que ingiere algún alimento frugal: lo mismo que come la gente, el ciudadano común afectado por la escasez y el racionamiento que provoca la guerra económica de los Estados Unidos. El comandante Guevara no admite cuotas adicionales para su familia o en el ministerio, a cuyos directivos exige que actúen igual: «Así se empieza –dice–, y luego uno se acostumbra a recibir privilegios a los que no tiene acceso la media de la población, y se convierte en un acomodado insensible a las necesidades de los demás».

 

Fiel a su espíritu de sumar a todas las personas de bien dispuestas a contribuir al nacimiento del nuevo mundo, incorpora al desarrollo del país a expertos como el ingeniero químico Tirso W. Sáenz, antiguo empleado de la multinacional norteamericana Procter & Gamble, creyente católico que, antes de ser ganado por el Che, consideraba la posibilidad de emigrar; y también, a Demetrio Presillas, ingeniero jefe de la planta niquelífera de Nicaro, cuyo aporte fue decisivo para la operación de esta fábrica y la puesta en marcha de la entonces nueva planta de Moa, con una tecnología compleja, única en esa época.

 

Guevara emprende una cruzada contra la chapucería, lo mal hecho, la burocracia. Incentiva —y practica— el trabajo voluntario; recorre la isla y escucha de primera mano qué piensan los más humildes. Corta caña con mocha y, además, al timón de nuestras primeras combinadas cañeras, destinadas a humanizar y optimizar la faena agrícola.

 

En su tercer día como ministro de industrias, el 26 de febrero, comienza a publicar en Verde Olivo los «Pasajes de la guerra revolucionaria», una serie de relatos que ha estado escribiendo sobre la lucha en la Sierra Maestra. El primero es «Alegría de Pío». La revista se agota, desaparece de los kioscos de prensa. Los lectores esperan ansiosos cada narración, obras de un excelente cronista, sabedor de la importancia de los detalles, y que lleva la sinceridad al extremo de compartir momentos en los cuales juzga no haber vencido el miedo.

 

Son asimismo los tiempos del desembarco mercenario en Playa Girón —abril de 1961— y de la Crisis de los misiles —octubre de 1962—. En ambas ocasiones, desde las montañas de Pinar del Río, el Che asume el mando de la zona occidental del país.

No descansa como ministro. Echa a andar —e inaugura— industrias, reclama calidad, productividad, eficiencia, bases de un futuro mejor para esta tierra donde dejaría lo más puro de sus esperanzas de constructor, lo más querido entre sus seres queridos, y un pueblo que lo admitió como un hijo 5

 

Referencias

 

1- José María Martínez Tamayo: Ricardo, Chinchu o Papi, en la guerrilla del Che en Bolivia. Cayó el 30 de julio de 1967 en el combate ocurrido en las márgenes del río Rosita.

2- Gustavo Machín Hoed de Beche: Alejandro, en la guerrilla del Che en Bolivia. Cayó el 31 de agosto de 1967 en la emboscada del vado de Puerto Mauricio, en el Río Grande, donde fue sorprendido el grupo de la retaguardia, al mando de Juan Vitalio Acuña: Joaquín.

3- Jaime Barrios: Economista chileno. Asesinado en su país a raíz del ataque pinochetista al Palacio de la Moneda, durante el golpe de estado al presidente Salvador Allende.

4-Julio Roberto Cáceres Valle –el Patojo: niño, chaparro, escuincle– Amigo guatemalteco del Che. Se conocen en septiembre de 1954, en un tren que los traslada de Guatemala a México, cuando el gobierno de Estados Unidos derroca al presidente constitucional, progresista, Jacobo Arbenz. Prosiguen la amistad en México y en Cuba. Cayó en combate en marzo de 1962, en su país natal.

5 -Cita la Carta de despedida del Che.

 

Fuentes consultadas

 

1-Taibo II, Paco Ignacio: Ernesto Guevara. También conocido como el Che. Fondo Editorial Casa de las Américas. La Habana, 2016.

2-Borrego, Orlando: Che, recuerdos en ráfaga. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 2004.

3-Guevara de la Serna, Ernesto: El diario del Che en Bolivia (con las 13 páginas no publicadas en la primera edición, e ilustraciones y notas de los investigadores Adys Cupull y Froilán González). Editora Política. La Habana, 1988.

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