A jóvenes como el Morito y Alex les debemos la Patria
Cuentan que solo ellos conocían la dirección del cuarto que habían alquilado en la calle Virtudes. Pero no fue así. La policía bastistiana, inescrupulosa y asesina allí los encontró. Justo cuando Gregorio Arlés Mañalich cumplía sus 24 años y cuatro días antes Alberto Rodríguez Sarría había conmemorado sus 22.
A partir de ese instante, poco se supo de estos jóvenes. A ellos los había hecho coincidir la causa revolucionaria hacía algún tiempo, cuando Mañalich, tras huir de manera espectacular junto a Sergio González del Castillo de El Príncipe, adoptó el seudónimo de Alex en la clandestinidad y se integró a la brigada juvenil de Lawton comandada por el Morito, que era el sobrenombre de Rodríguez Sarría.
Si no llega a ser por esa casualidad de la lucha insurreccional, tal vez estos extraordinarios jóvenes no se hubiesen conocido, pues Rodríguez Sarría nunca se alejó de su Lawton amado y Arlés Mañalich era oriundo de Melena del Sur.
Sin embargo, su entrega al ideal independentista los hizo militar en las filas del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) y participar, entre otras acciones, en la Huelga Revolucionaria de 9 de Abril, a partir de la cual los aparatos represivos los buscaron afanosamente.
El Morito, según el testimonio de sus compañeros del clandestinaje, era “pausado, sereno, con tez oscura y facciones finísimas, con su don de autoridad que imponía respeto y al mismo tiempo se ganaba el cariño de sus compañeros”. Mañalich era “alto y corpulento”, y no dudaba en recorrer “la calle Muralla para exigir de los propietarios el cierre de los establecimientos” cada vez que el M-26-7 lo requería.
Tras la detención, nunca más se supo del Morito. El cuerpo de Alex fue arrojado en un parque de Marianao, y una escueta nota en los diarios sobre sus restos, lo describía de manera detallada. Así se enteraron sus compañeros y familiares de su muerte. Mientras los padres tuvieron que ir hasta el necrocomio de La Lisa a reclamar su cadáver.
De jóvenes como estos, que no dudaron en entregar sus vidas por defender el movimiento libertador y a sus compañeros, se nutrió el grupo independentista cubano. Así consiguieron esa Revolución y esa libertad que hoy es ejemplo para América y el mundo. A su entereza ante los verdugos que nunca pudieron hacerlos delatar a sus colegas, y a su incondicionalidad, le debemos la Patria.
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