(II) A propósito de una doctrina del imperialismo cultural

12 de Noviembre de 2021

Uno de sus siniestros símbolos: El apellido Dulles

 

Denominar “Doctrina Dulles” a un documento en el cual se compendian objetivos y maneras a través de las cuales Estados Unidos arremetió contra la URSS y que su contenido se corresponde con métodos que emplea para desestabilizar y destruir naciones, no es un pecado. Los hermanos Allen y John Foster Dulles fueron arquitectos principales de la Guerra Fría de Estados Unidos, feroces halcones del Imperio y símbolos del imperialismo cultural. Y si se gira la dirección hacia la historia del conflicto Estados Unidos-Cuba, este engrosa razones.

 

Desde bien temprano se inició la injerencia directa de Allen Dulles en los destinos de Cuba. El Director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) visitó la Isla en abril de 1955. Entre sus objetivos estuvo transmitirle a Batista la preocupación del gobierno de Estados Unidos por la actividad de los comunistas. Un mes después, el 15 de mayo de 1955, mediante decreto presidencial, se dispone la creación del Buró de Represión de Actividades Comunistas (BRAC), destinado a monitorear y reprimir las actividades de los elementos marxistas dentro del país.

 

El Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos analizó, en varias ocasiones, el tema de la situación política de Cuba. Una de ellas tuvo lugar el 23 de diciembre de 1958. Entre los integrantes del Consejo de Seguridad de Estados Unidos, de ese entonces, estaban: el presidente de EE. UU. Dwight D. Eisenhower, el vicepresidente Richard Nixon, el secretario de Estado John Foster Dulles, el director de la CIA Allen Welsh Dulles. En el resumen publicado, del debate acontecido, encontramos las siguientes posiciones:

 

«El Sr. Dulles agregó que deberíamos evitar la victoria Castro. El Presidente creía que esta era la primera vez que se hacía esa declaración en el Consejo Seguridad Nacional. El vicepresidente dijo que, no podíamos apoyar a Batista para derrotar a Castro.

 

«El Sr. Allen se preguntó por qué los EE. UU. deben intentar evitar la victoria de Castro. El señor Dulles dijo que existía la sensación de que Castro era respaldado por elementos muy radicales. El vicepresidente señaló que no sería deseable arriesgarse con una dominación comunista de Cuba, la que tenía uno de los partidos comunistas más grandes del hemisferio en relación con su población. El secretario Herter observó que la opinión de indeseable sobre el arribo de un régimen encabezado por Castro al poder parecía ser unánime.

 

«El presidente creía que los Estados Unidos debería adoptar una posición que pudiese ser apoyada por las fuerzas progresistas. El Sr. Quarles pensó que no había una "tercera fuerza" (es decir, una fuerza distinta a Batista o Castro). El Presidente cifró las esperanzas en la conformación de una “tercera fuerza”, que creciera en poderío e influencia […]»[1]

 

Con el triunfo de la Revolución cubana, el Consejo de Seguridad Nacional de los EE. UU. analizó la situación política en la Isla de manera reiterada. El 26 de marzo de 1959 se incrementaron las preocupaciones y, en consecuencia, ideas para intensificar las presiones.

 

«Allen Dulles se describió a sí mismo como perturbado por los acontecimientos recientes […] Castro ya tiene prácticamente todo el poder en sus propias manos. […] Castro todavía tiene un gran apoyo popular. El Sr. Allen Dulles advirtió que si Castro continuaba los cursos actuales, era muy posible que el Congreso de los Estados Unidos hiciera algo que afectara la venta de azúcar cubano a Estados Unidos».[2]

 

Las acciones emprendidas por evitar el triunfo de la Revolución cubana no alcanzaron el objetivo deseado. Ello conllevó a que incrementaran direcciones de confrontación y el empleo de variados métodos, no solo de influencia, sino de injerencia directa, de agresiones con el empleo de recursos militares y con la participación de terroristas de origen cubano que huyeron a La Florida.

 

El 21 de octubre de 1959, dos aviones procedentes de Estados Unidos ametrallan las calles de La Habana causando dos muertos y 50 heridos. Este hecho fue abordado en el Consejo de Seguridad de EE. UU., de la siguiente manera:

 

«El Fiscal General comentó que su Departamento podría ser duro o indulgente con respecto a los elementos anti-Castro que operan en La Florida.

 

«El Sr. Dulles opina que la cuestión de si se debían permitir que las actividades anti-Castro continuaran o debían detenerse dependía de lo que las fuerzas anti-Castro estuvieran planeando. No podíamos, por ejemplo, dejar que los elementos que representan a Batista hicieran lo que quisieran. Sin embargo, se podrían hacer varias cosas, en forma encubierta, que podrían ayudar a la situación en Cuba».[3]

 

Un compendio de actividades fraguadas y ejecutadas contra la Revolución cubana se resume en el “Programa de acción encubierta contra el régimen de Castro”[4], plan concebido y dirigido por la CIA. En este, además de incrementar el enfrentamiento en ritmo y crueldad, tratan de brindar la imagen de benefactor; de que el gobierno de EE. UU. no se inmiscuye, no mete las manos y está al margen. Mientras, en su texto de forma clara definen:

 

«1. Objetivo: El propósito del programa descrito en el presente documento es lograr la sustitución del régimen de Castro por uno que responda a los verdaderos intereses del pueblo cubano y sea más aceptable para los Estados Unidos, de manera tal que se evite cualquier asomo de intervención estadounidense. El método para lograr este fin consistirá en inducir, apoyar y en la medida de lo posible, dirigir la acción directa, tanto dentro como fuera de Cuba, por grupos seleccionados de cubanos que pudieran emprender cualquier acción por iniciativa propia. Dado que inevitablemente puede producirse una crisis a causa de acciones drásticas dentro de Cuba o provenientes del exterior por circunstancias que están fuera del control de los Estados Unidos, antes de que el programa de acción encubierta haya logrado su objetivo, se hará todo lo posible para ejecutarlo de tal forma que la capacidad de actuación de los Estados Unidos aumente progresivamente en caso de una crisis […]»[5]

 

Ya el 17 de marzo de 1960 Eisenhower conoce este programa y lo pone en marcha. Al respecto consta lo siguiente:

 

«El Sr. Allen Dulles informó al Presidente de un plan de acción proporcionado por el grupo “5412” para operaciones encubiertas para llevar a cabo un cambio en Cuba. El primer paso será formar un grupo de oposición moderado en el exilio. Esto tomará alrededor de un mes. Su lema será “Restaurar la Revolución” que Castro ha traicionado. Se establecerá una estación de radio de onda media para realizar transmisiones grises o negras en Cuba […].

 

«El Sr. Allen Dulles dijo que los preparativos de la fuerza paramilitar comenzarán fuera de Cuba […].

 

«El Presidente dijo que nuestra mano no debería aparecer en nada de lo que se hace».[6]

 

Lo previsto en el citado programa se hace acompañar de otras acciones, entre ellas: el 19 de octubre de 1960, el gobierno estadounidense imponía las primeras medidas permanentes de bloqueo económico y comercial contra Cuba, parte del plan que ya habían analizado en el mes de julio.

 

La Revolución no estaba de brazos cruzados esperando las medidas para dar respuestas. El gobierno de EE. UU. conoce que “El 10 de septiembre llegó a Cuba el primer gran cargamento de armas del bloque soviético”[7] y el 30 de septiembre, Eisenhower, recomendó a los ciudadanos de Estados Unidos que no viajaran a Cuba y a los que residían en la Isla, que comenzaran a abandonarla.

En un nuevo análisis de la situación de Cuba, con el Bloqueo ya declarado, en el marco del Consejo de Seguridad de EE. UU. valoran lo siguiente:

 

 

«El Sr. Dulles presenta, al debate del Consejo sobre la situación en Cuba, parte del informe de inteligencia que se ocupa de este tema. Dijo que creemos que la oposición activa a Castro continúa entre grupos dispersos dentro de Cuba a pesar del miedo causado por las ejecuciones y la creciente represión. Hay unos 1000 guerrilleros en las montañas de Escambray. Están mal armados y tienen disposiciones inadecuadas, pero su peor problema es su falta de unidad y de líderes populares eficaces.

 

«La industria cubana es principalmente de diseño estadounidense y Cuba no podía obtener suministros de mantenimiento y operaciones convenientes para operar su industria, desde cualquier otra fuente.

 

«La acción de EE. UU. debe resultar en cierres importantes y tener un efecto bola de nieve. Por lo tanto, el cierre de una planta de rayón afectaría la producción de neumáticos y, por lo tanto, afectaría al transporte automotriz. La reducción de la disponibilidad del transporte automotriz afectaría a su vez el movimiento de todo tipo de mercancías […]. La ausencia de válvulas de control podría causar cierres de plantas, […].

 

«[…] las medidas en relación con las exportaciones de los Estados Unidos se habían adoptado en virtud de la Ley de Control de las Exportaciones.

«El Departamento de Estado está estudiando todas las formas posibles de sanciones contra Cuba que los Estados Unidos podrían imponer de conformidad con sus obligaciones internacionales».[8]

 

El triunfo de la Revolución cubana y los fracasos en la actuación del gobierno de los EE. UU. y de la CIA afectaron directamente a Dulles. Ello, debido a la especial connotación que el director de la CIA había remarcado en estos hechos, y con los que tuvo que cargar hasta su muerte. De ellos no se pudo reponer, ni olvidar. Lugares destacados son ocupados por: la primera derrota del imperialismo en América, la Crisis de Octubre, el fracaso de los planes de alzados en la Isla y varios complots de asesinatos frustrados contra Fidel Castro y otros dirigentes de la Revolución. Su peso se evidencia en sus memorias escritas en forma de manual El Arte de la Inteligencia. En ese libro se refiere a Cuba en 17 ocasiones. Entre ellas:

 

«Hace algunas décadas nadie hubiera sido capaz o deseoso de predecir que en 1960 […] Cuba se habría convertido en un estado hostil comunista, estrechamente aliado con Moscú […]».[9]

El combate contra el comunismo fue una de las constantes de la vida de los Dulles. Si a ello se le agregan hechos, por ellos considerados como amenazas mortales para su seguridad y la del hemisferio, mucho más:

 

«Cuando el Presidente Kennedy se dirigía a la nación el día 22 de octubre de 1962 para informar sobre la construcción de bases soviéticas con rampas para lanzar cohetes de alcance intermedio en territorio cubano, […]».[10]

 

En relación a la derrota sufrida en las arenas de Playa Girón diría lo siguiente:

 

«[…] se ha tomado el episodio de La Bahía de Cochinos en 1961 como otro fracaso de la Agencia. No he comentado, en ningún momento, ninguno de los detalles de la operación 1961 en Cuba, ni es mi propósito comentarlo aquí, pero: repito lo que públicamente he manifestado con anterioridad: que sé positivamente, que puede lograrse un levantamiento de la población cubana desarmada, mediante un desembarco masivo».[11]

 

 

Reconocer el fracaso ante un pequeño David era un bochorno, por lo que acudió a presentar como enemigo, a alguien que otros podrían catalogar como apropiado a su peso y categoría, y no a la islita que lo desacreditó.

 

«[…]y aparentemente, desde dentro de la Embajada Soviética en La Habana se dirigió la penetración comunista en la Cuba de Castro».[12]

 

Y la culpa no puede caer ni sobre los EE. UU. y mucho menos en la CIA:

 

«No es nuestra organización de Inteligencia la que pone en peligro las instituciones internas, sino las doctrinas políticas que se puedan importar desde tierras extrañas. Si tenemos nuevas “Cuba”, si el avance comunista en América Latina no puede controlarse, estamos en inminente peligro de vernos aislados y de ver destruido el resto del mundo libre».[13]

 

La obsesión anticomunista, unida a no estar acostumbrados a contratiempos y mucho menos a ser derrotados, llegan hasta ser reflejados como heridas en su orgullo y sentir que su país y su persona fueron humillados. Dulles compiló argumentos que le sirvieron para fundamentar razones por las cuales la guerra política contra Cuba no solo es justificable, sino una necesidad y en esa contienda vale todo, desde el asesinato, hasta la intervención militar, la que siempre se hace acompañar: antes, durante y después, por las bajezas morales del imperialismo cultural.

 

 

 

* Doctor en ciencias filosóficas, profesor e investigador titular. Investigador del Instituto de Filosofía.

 

 


Referencias:

[1] Memorando de debate en la 392 reunión del Consejo de Seguridad Nacional, Washington, 23 de diciembre de 1958. Disponible en:

https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1958-60v06/d188

[2] Memorándum de debate en la 400a reunión del Consejo de Seguridad Nacional, Washington, 26 de marzo de 1959. Disponible en:

https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1958-60v06/d266

[3] Memorándum de debate en la 429a reunión del Consejo de Seguridad Nacional, Washington, 16 de diciembre de 1959. Disponible en:

https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1958-60v06/d410

[4]Programa de acción encubierta contra el régimen de Castro. Documento preparado por el Comité 5412. Washington, 16 de marzo de 1960. Disponible en:

https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1958-60v06/d481

[5]Programa de acción encubierta contra el régimen de Castro. Documento preparado por el Comité 5412. Washington, 16 de marzo de 1960. Disponible en:

https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1958-60v06/d481

[6] Memorándum de una conferencia con el Presidente, Casa Blanca, Washington, 17 de marzo de 1960. Disponible en:

https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1958-60v06/d486

[7] Memorándum de debate en la 461a Reunión del Consejo de Seguridad Nacional, Washington, 29 de septiembre de 1960 Disponible en:

https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1958-60v06/d583

[8] Memorándum de debate en la 464 reunión del Consejo de Seguridad Nacional, Washington, 20 de octubre de 1960. Disponible en:

https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1958-60v06/d596

[9]Dulles, Allen W.El Arte de la Inteligencia. 1953. DGIP Minint. La Habana 1966, p. 63

 

[10]Ibidem, p. 173

 

[11]Ibidem, p. 175

 

[12]Ibidem, pp. 192-193

 

[13]Ibidem, p. 200

  • John Kennedy junto a Allen Dulles.

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