La doctrina de la guerra no se detiene

28 de Julio de 2021

La historia de la guerra documenta el movimiento ininterrumpido que la ha acompañado. La aparición de un nuevo armamento exige el surgimiento del apropiado contrario para enfrentarlo, de la misma manera que los cambios en las formas de empleo de las tropas y combatientes reclaman modos diferentes para afrontar semejantes transformaciones. De no realizarse así, la victoria y la derrota están dictadas de ante mano.

 

La ciencia militar reclama para sí la propiedad de la categoría guerra. Pero este fenómeno, surgido antes del desprendimiento y aparición de ciencias particulares, no solo exige acercamientos militares y técnico militares, sino también políticos, económicos, sociológicos, psicológicos, ideológicos, culturales; así como los aportes de la matemática, física, química, medicina, salud; en una palabra, de la ciencia en su conjunto. Los acercamientos son muy diversos y se corresponden con las particulares miradas por las cuales cada una responde.

 

La ciencia militar por tradición, privilegia el estudio de las leyes y categorías que rigen la guerra como lucha armada, su preparación, realización, conducción y aseguramiento multilateral; aprecia, de forma integral, la posible agresión militar y del poderío militar del Estado, al centrar su atención en el potencial y factor militar.

 

Optan, como norma, por catalogar un fenómeno como guerra cuando “estalla” y aparece de forma plena la lucha armada en su máxima expresión, la que algunos cualifican como su atributo principal y rasgo específico decisivo. Ello responde a la mirada, al objeto de estudio de la ciencia militar, lo que no quiere decir que logre presentarnos este fenómeno de forma completa. A partir de la posición que asumen y del acercamiento que a ella realizan, algunos consideran inapropiado el empleo de la categoría guerra, si no hay visibles enfrentamientos armados. Por otra parte, al detonar, entonces sí reconocen que antes tuvo una preparación diplomática, económica, informativa, psicológica, ideológica, científica, cultural, etcétera.

 

Con la aparición y desarrollo de la denominada Guerra No Convencional, híbrida, de cuarta generación, los más aventajados han empezado a incluir en la ciencia militar el estudio de formas no armadas de lucha, pero esencialmente desde la óptica de su objeto de estudio, en consecuencia vinculadas y como contribuyentes de las formas armadas de lucha.

 

A la Filosofía le han correspondido las aproximaciones más generales, esas que aportan bases cosmovisivas. En las Academias Militares del mundo, con independencia de las ideologías que defiendan, se estudia el pensamiento del general prusiano, Karl von Clausewitz, así como los preceptos de Sun Zi.

 

La definición de Clausewitz es repetida por muchos: “[…] La guerra es la continuación de la política por otros medios, a saber por medios violentos. […] La guerra no constituye simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de la actividad política, una realización de ésta por otros medios”.[1]

 

Este clásico del pensamiento militar no le pone apellidos a la violencia, no la reduce a la lucha armada e insistió en que es un fenómeno político. La guerra es presentada por él como un fenómeno complejo, multidimensional, que incluye disimiles componentes. Cierto es que, tanto el objeto de análisis, como la concepción filosófica que asume como base, le impidieron realizar otras aproximaciones, llegar a develar el momento histórico de su aparición, las causas que la producen, su carácter clasista, sus vínculos con el régimen en el cual se produce y desarrolla, entre otros.

 

Para Sun Zi, al examinar la guerra señala que la política es el primer factor a tener en cuenta, así como considera que la mejor opción es doblegar al enemigo, lograr “[…] la victoria sin entablar batallas.”[2]

 

Las tradiciones de pensamiento y combativas del pueblo cubano atesoran un rico legado. José Martí, inmerso en el camino de preparar la guerra justa, señalaba: “La guerra es un procedimiento político, y este procedimiento de la guerra es conveniente en Cuba...”.[3] Esa posición también le permite otra gran conclusión; la guerra podía ser preparada por un Partido, y a esa tarea se dedicó desde 1892 hasta 1895, los tres últimos años de su vida.

 

La guerra es un proceso político, lo militar subraya una parte muy específica de ella: la lucha armada, a la que se puede llegar o no. Es un fenómeno de mayor grado de generalidad, que lo estrictamente militar y técnico-militar. Además, los objetivos militares se deben corresponder con los objetivos políticos y se subordinan a ellos, así como la dirección y el mando son políticos y a la política se subordinan todas las demandas, acciones y desenlaces.

 

Las experiencias derivadas de la Segunda Guerra Mundial, así como las desarrolladas para enfrentar los movimientos de liberación nacional o para derrocar procesos revolucionarios, entre ellos: Viet Nam, Cuba,…, las de la guerra fría y del derrumbe del socialismo en Europa del Este, las revoluciones de colores, etc., han ido enriqueciendo sus concepciones sobre cómo llevar a cabo la guerra. En la actualidad la doctrina acerca de la guerra se ha flexibilizado y ampliado. No solo tiene en cuenta los recursos a disposición de las Fuerzas Armadas. “Como nación, Estados Unidos hace la guerra empleando todos los instrumentos del poder nacional: diplomático, informativo, militar y económico. El presidente emplea a los armados. […]”.[4]

 

Realizando relecturas de Clausewitz y Sun Zi, los ideólogos del imperio, se acercan a la guerra como un choque violento de voluntades y fundamentan el uso de la fuerza como vía para erosionar la voluntad política del liderazgo enemigo o de la sociedad enemiga. El empleo de la fuerza militar la conciben para elevar los costos de la resistencia, por encima de los que el enemigo está dispuesto a pagar.

 

Un lugar particular le dedican a la “Acción Conjunta o Unificada” y a las “Operaciones Conjuntas”, emplean términos tales como: operaciones combativas y no combativas y militares y no militares, así como desarrollan la denominada “Coordinación Interagencias”.

 

Ello se debe a que en la actual concepción y ejecución de sus guerras conciben la participación de otros sujetos, entre ellos: Multinacionales, agencias gubernamentales y no gubernamentales, a lo que se le pueden adicionar los contratistas o mercenarios. Ello se refleja hasta en la forma de organización del mando, antes exclusivo de cargos militares y en la actualidad, estas responsabilidades, se le asignan a otros cargos no militares.

 

En la base normativa de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos se evidencia un acercamiento amplio a la guerra, no la reducen, ni priorizan el enfrentamiento armado, sino que se asumen por sujetos de guerra: militares y no militares, integrantes del gobierno y sus agencias, fundaciones y departamentos, así como representantes de otras organizaciones y agencias no gubernamentales.

 

La guerra actual no estalla, no aparece como invasión naval, aérea o terrestre, se realiza por disimiles vías. Su objetivo: socavar voluntades, erosionar Estados; preferiblemente sin tener que emplear al ejército. La guerra sigue siendo la continuación de la política por otros medios y la violencia incorpora variedad de apellidos. Tratan de doblegar al enemigo, sin entablar batallas y ganar las guerras sin tirar un tiro.

 

Desde bien temprano anunciaban que: “La guerra no convencional, no es una misión que tiene sus raíces en la aplicación directa de los cohetes, la aviación, las flotas navales y las brigadas de combate […] es una aplicación fundamentalmente indirecta del poderío, que estimula a los grupos humanos a actuar de acuerdo con los objetivos nacionales de los Estados Unidos”.[5]

 

Y como no lograban, en la preparación de sus fuerzas, que se entendieran sus preceptos de forma más directa subrayan:

 

“[…] El apoyo estadounidense a la subversión […] es el corazón de la guerra no convencional.

“La guerra no convencional exitosa usualmente descansa más en las actividades políticas,[…]

“[…] Teóricamente, las fuerzas armadas estadounidenses pueden realizar una guerra no convencional exitosa sin disparar un tiro.[6]

 

Sistematizando el cuerpo normativo sobre este tipo de guerra, conforman la que han denominado “Guerra Política” y al respecto señalan: “El objetivo final de la guerra política es ganar la “guerra de ideas, que no está asociada con las hostilidades”. La guerra política requiere de la “cooperación de los servicios armados, diplomacia agresiva, guerra económica y las agencias subversivas en el terreno, en la promoción de tales políticas, medidas o acciones necesarias para irrumpir o fabricar moral””.[7]

 

La guerra asume nuevas formas, el tradicional enfrentamiento armado entre ejércitos, que representaban Estados, sigue siendo una posibilidad latente y también se emplea como amenaza. Sobresale el uso de fuerzas para-militares y para-estatales, preferiblemente internas, auspiciadas, formadas, asesoradas y aseguradas desde el exterior, procesos en los que se destacan las Fuerzas de Operaciones Especiales del Ejército de los Estados Unidos. El objetivo de ocupar territorios, de proclamar vencedores y vencidos, de alcanzar la paz, ya no son las metas a lograr. Predominan los proyectos a largo plazo, guerras sin victorias, ni derrotas conclusivas, sin principio y sin final.[8] La intención es que en determinadas áreas del mundo y países se mantengan o gesten enfrentamientos permanentes, que se conviertan en formas de vida, para desarraigar pueblos y naciones. Erosionar, doblegar voluntades, rendir por hambre, corromper la moral de gobernantes, militares,… fabricar pseudoculturas que les permitan, al fin, poder ejercer la dominación.

 

Las transformaciones de la guerra en la actualidad y que forman parte de la doctrina militar de los que quieren ser los amos del mundo, requieren ser asumidas. Con ellas actualizar las respectivas doctrinas y preparar a los sujetos de las presentes guerras, en consecuencia, no solo al ejército y las fuerzas del orden interior, sino a toda la sociedad política y la sociedad civil, a sus respectivos pueblos, fuerza que garantizará la victoria.

 

Nota: *Doctor en ciencias filosóficas, profesor e investigador titular. Investigador del Instituto de Filosofía.

 

 


Referencias:

1 Clausewitz, Karl von. De la guerra. Editado por Librodot.com © 2002 – Copyright Disponible en: https://lahaine.org/amauta/b2-img/Clausewitz%20Karl%20von%20-%20De%20la%20guerra.pdf  

2 Chunzhi,Liu; Chenghu, Zhu. Arte de la Guerra de Sun-Zi. Estado Mayor del Ejército. China. 2007. ISBN 7-5626-1521-7/E.85, pág. 184, 190-191.

3 Martí, José. “1 Nuestras Ideas”. De Patria, Nueva Cork, 14 de marzo de 1892. En Martí, José. Cuba Política y Revolución I, 1869 -1892 Volumen 1, Obras Completas. Ed. Ciencias Sociales del Instituto Cubano del Libro. La Habana, 1975, pág. 317.

4 JP 1, Doctrine for the Armed Forces of the United States - Joint Publication 1. 25 March 2013. Incorporating Change, 12 July 2017. Disponible en: https://www.jcs.mil/Portals/36/Documents/Doctrine/pubs/jp1_ch1.pdf

5 Army Special Operations Forces. Unconventional Warfare.  September 2008. Headquarters. Department of the Army

6 ATP 3-05.1 La Guerra No Convencional. Septiembre 2013. Estado Mayor. Departamento del Ejército. Washington, DC, pp. 67, 100 y 162 Disponible en: https://www.academia.edu/37957963/ATP_3_05_1_LA_GUERRA_NO_CONVENCIONAL_SEPTIEMBRE_DE_2013

7 Libro Blanco Final. Apoyo de las fuerzas de Operaciones Especiales a la Guerra Política. Ejército de EUA. Comando de Operaciones Especiales. 10 de marzo de 2015. Pág. 53 https://db.tt/wsGXrO4S

8 Ver: Laura Segato, Rita. Las nuevas formas de la guerra y el cuerpo de las mujeres. Disponible en: https://www.scielo.br/j/se/a/XSfjZV5K7f9HkTy5SLTp7jw/?lang=es

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