Libros

Sinopsis: Estas páginas hablan de un hombre excepcional, para algunos, mezcla de inquisidor y genio, para la mayoría, el más grande y atrevido de los escultores cubanos de la segunda mitad del siglo xx, José Delarra.

 

Aunque fue ciertamente incisivo y cáustico al exponer puntos de vista, su vida puede considerarse un ejemplo de la más auténtica ética y de fidelidad a su Patria y a la Revolución. Su obra plástica tuvo enorme trascendencia para la cultura forjada en Cuba con aliento popular a partir de 1959.

Una vez leído Chile 70-73 La odisea de un presidente cuyos originales gentilmente me facilitaron sus acuciosas autoras —las compañeras periodistas Lídice Valenzuela y Nancy Núñez— y habiendo tenido acceso a otros textos de diferente factura que recogen de una forma u otra aquellos acontecimientos chilenos, especialmente los dramáticos momentos finales de la existencia física de Salvador Allende, no hay dudas de que la investigación realizada y aparecida en esta obra, así como su forma de presentación literaria, permiten calificarla como la realización exitosa de una tarea pendiente. Tanto los once capítulos que dividen la obra como los anexos que los acompañan, contribuyen a dar una visión de conjunto lo más integral posible, de la etapa histórica de Chile, de América Latina y del mundo que sirvió de escenario a aquella epopeya precursora, fundamentalmente a la inolvidable personalidad de Salvador Allende, un héroe fundacional del cambio de época que hoy vive la Patria Grande.

Diversas y muy especiales, son las razones que unen a los pueblos de Cuba y Chile. Este libro tiene la intención de revelar una de ellas: la impresionante historia de la solidaridad chilena con la causa de la independencia de Cuba, nutrida durante más de treinta años del siglo XIX con el apoyo popular a la lucha de Cuba contra España y sellada con sangre de combatientes chilenos en los campos de Cuba libre. Para octubre de 1868, solo quedaban en poder de España en América las islas de Cuba y Puerto Rico. Ambas, como dos alas de un mismo pájaro,1 llevaban años buscando la ansiada independencia. Juntas tocaron las puertas de la Venezuela de Bolívar, Sucre y Páez, y del México de Guadalupe Victoria, Antonio López de Santa Anna y Benito Juárez. Era tal el interés libertario por Cuba y tan intensa la actividad patriótica de los revolucionarios cubanos que, al producirse el grito de independencia el 10 de Octubre de 1868, ocurrió una verdadera reacción en cadenas de internacionalismo revolucionario.

Este libro recrea con mirada reflexiva el período inicial de la Guerra de los Diez Años. Valora el liderazgo de Céspedes, quien en medio de múltiples vicisitudes se vio obligado a enfrentar la superioridad del Ejército Colonial y, al mismo tiempo, las contradicciones internas sobre los diversos modos de asumir  la organización política y militar de la Revolución.

 

 

Más que el relato de los primeros 180 días en tierra mambisa, se trata de aprehender el pensamiento en ascenso del Padre de la Patria y su quehacer por la independencia de Cuba.

Encabezado por Fulgencio Batista Zaldívar, el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, bajo la tutela de la embajada norteamericana en la Isla, provocó la subversión en todos los órdenes de la sociedad. El viejo caudillo castrense, usurpador del movimiento revolucionario de 1933, al abandonar el poder, dejó un ejército que lo apoyó incondicionalmente durante once años. En el propio seno del corrupto gobierno Auténtico de Carlos Prío Socarrás (1948-1952), se urdieron los lazos de una conspiración militar, destinada a evitar el triunfo popular en las elecciones de 1952

Dionisio San Román Toledo y Alejandro González Brito, exoficiales de la Marina de Guerra, enlazados en la vida y en la muerte por la defensa de un mismo ideal revolucionario, formaron parte del gran martirologio del levantamiento popular armado del 5 de septiembre de 1957, en Cienfuegos.

Páginas