A Martí se respeta

11 de Marzo de 2024

11 de marzo de 1949: Marines yanquis profanaron la estatua de José Martí en el Parque Central. Fuente: Tomado de RadioReloj.cu

Por suerte, el fotógrafo Fernando Chaviano andaba con su cámara de cajón aquella noche del 11 de marzo de 1949, estuvo en el lugar indicado y no dejó pasar el insulto a nuestro Héroe Nacional José Martí.

 

Él conocía bien las características de los marines que desembarcaban constantemente en La Habana, pues se dedicaba a retratar a los turistas y por eso no perdió de vista a aquellos dos que descubrió escalando la estatua erigida a José Martí en el Parque Central.

 

Uno de ellos, del cual conocería el nombre después: Richard Choinsgy, se sentó a horcajadas sobre los hombros de la figura y la usó como urinario; instante en el que Chaviano apretó el obturador. Los cubanos que transitaban, según cuenta la prensa de la época, cuando les exigieron que bajaran, recibieron gritos de los profanadores, quienes no se fueron ilesos, pues una lluvia de botellas y piedras los sorprendió.

 

Entonces apareció la policía para intervenir a favor de los extranjeros, pero fue tanta la indignación de quienes defendían la memoria del Apóstol, que los oficiales tuvieron que llevar hacia la Tercera Estación de Policía a los autores del insulto.

 

A medida que los detalles de lo ocurrido se difundieron, el frente del recinto policial comenzó a llenarse de cientos de patriotas dispuestos a continuar respondiéndole a los insultantes.

 

Sin embargo, el peor de los agravios hechos a Cuba por los marines, acostumbrados a hacer y deshacer a su antojo cuando bajaban a tierra, olvidando sus visitas de “buena voluntad” para darse al alcohol, las drogas, los juegos de azar, los prostíbulos y las reyertas; quedó sin respuesta contundente.

 

Revuelo de la imagen “indiscreta”

 

Una vez reveladas las fotografías, contó Chaviano que varias personas con los más diversos intereses intentaron obtenerlas, entre ellos funcionarios de la sede diplomática estadounidense, pero él las vendió a un reportero gráfico del periódico Alerta, quien las publicó al día siguiente en la primera plana. Después fueron reproducidas por revistas como Bohemia y Carteles, el periódico Hoy y algunas agencias internacionales de noticias.

 

Rápidamente, el embajador estadounidense, Robert Butler, se excusó a nombre de su Gobierno y situó una ofrenda floral ante la misma estatua afrentada de Martí. Como respuesta a la ofensa a los sentimientos patrióticos, el pueblo retiró y rompió la corona.

 

Además, ante la sede diplomática yanqui también protestaron estudiantes universitarios, entre los que se encontraba Fidel Castro Ruz, quienes más tarde divulgaron una declaración en la cual condenaban el infame suceso.

 

Ante semejante infamia, el gobierno de turno se desentendió y el joven Sergio Aguirre publicó un artículo en el periódico Hoy en su edición del día 16 de marzo, donde se lee:

 

“Aquí no ha pasado nada. Miembros de las fuerzas armadas de la nación vecina pueden orinarle la cabeza a Martí sin temor a que el gobierno de Cuba se dé por enterado. Así, como suena. Lo de Martí se ha resuelto con agua, jabón y una esponja, supongo, y con el ramo de flores de Mr. Butler, destinado a disimular, ante los transeúntes del Parque Central, ciertos olores que, quizás, exhala la estatua”.

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