Luz de rebeldía
Los españoles solo vieron una manera de escarmentar a la población indígena, mas el cacique Hatuey fue el primer rebelde de América y al quemarlo vivo, no previeron lo mucho que repercutiría su ejemplo.
Era el 2 de febrero de 1512, pero hasta hoy continúa la lucha por expulsar a quienes irrumpen brutalmente en los territorios para tomar las riquezas y esclavizar a las poblaciones.
Voluntad de liberación
De La Española —territorio que hoy comparten República Dominicana y Haití—, vino Hatuey, quien se lanzó al mar con el objetivo de alertar a los pobladores de Cuba del horror provocado por el saqueo y el abuso de los ibéricos contra los habitantes de su isla.
Además de prevenir, organizó y encabezó varios grupos de aborígenes del oriente del país para enfrentar la avanzada de los colonizadores. Mediante el empleo de emboscadas y ataques sorpresivos a los campamentos mantuvo en vilo a los españoles durante algún tiempo.
Convencidos de su existencia, los hombres blancos lo persiguieron con el fin de impedir que continuase estimulando en los nativos sus ideas defensivas. Además, no era posible que, con menos fuerzas y rudimentarios pertrechos, pudiese vencer a un enemigo superior. Sin embargo, su actitud desafiante lo ayudó a superar esas dificultades e intimidar a sus contrarios.
Tras hacerlo prisionero debido a una delación —según cuentan algunos historiadores—, Hatuey es condenado a muerte, específicamente a la hoguera, como castigo por huir y oponerse a la servidumbre.
Sobre ese momento cuenta la investigadora Josefina Oliva de Coll, en su libro La resistencia indígena ante la conquista: “Un sacerdote trata de convertir al cacique y de bautizarlo. Hatuey le pregunta por qué quiere hacerlo cristiano, por qué quiere que sea igual a los españoles que son malos. El sacerdote le explica que si se bautiza podrá ir al cielo. Tornó a preguntar el cacique si iban al cielo los cristianos; dijo el padre que sí iban los que eran buenos. Entonces el cacique Hatuey se negó rotundamente a ser bautizado para no encontrárselos. Luego pusieron fuego a la leña y lo quemaron”.
Se cumplía así la primera parte de una profecía india: “Y uno de los nuestros envuelto en llamas ascenderá a los cielos y se convertirá en estrella…”.
Con su muerte los ibéricos dieron por protegida la misión, de ahí que la villa fundada cerca del lugar del castigo recibiera el nombre de San Salvador. Además, según apuntes dejados por Diego Velázquez, el terreno donde Hatuey fue quemado vivo está —presumiblemente— en el poblado de Yara, en la ribera del río de igual nombre, en la provincia Granma.
En ese sitio circula la leyenda sobre una luz que se ve en las noches. Refieren que es el alma del indio, símbolo de valor y de espíritu indomable, pues se le considera el primer rebelde de América, ese que iluminó por primera vez el difícil camino que recorrieron los cubanos para alcanzar la libertad.
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