Guapo aquí hasta el final

20 de Agosto de 2024

Roberto Salvador Ramírez de la Cruz, jefe del destacamento del puente Barra Kwanza. Foto: teniente Lissel Pino Ceballos

«Angola es una página brillante, limpia, honrosa, transparente en la historia de la solidaridad entre los pueblos, en la historia del internacionalismo, en la historia de la contribución de los cubanos a la causa de la libertad y del mejoramiento humano. Angola es también, por todo ello, un jalón en la propia historia de Cuba».

General de Ejército Raúl Castro Ruz

Durante quince largos meses un destacamento de cubanos compartió con tropas de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola (FAPLA) la custodia de una de las vías de acceso más importante a Luanda: un puente con más de 300 metros de extensión que enlaza la capital con las provincias del sur africano por medio de la carretera Panafricana.

 

Kwanza es el nombre de la masa de agua que corre por debajo del puente, riega buena parte del país, esconde al artero yacaré y a peligrosos tiburones. Hace más de 45 años la abrazaba solamente en sus riberas una selva densa y profunda albergando desde los juguetones monos y la ferocidad de las panteras, hasta la imponente boa y su pequeña y mortal familia, la cobra.

 

Bajo estas condiciones del terreno, los muchachos de Barra Kwanza cuando llegaron a este paraje lejano límite entre las provincias de Luanda y Bengo, juraron ser «Guapos aquí hasta el final». Por aquellos tiempos al frente del destacamento se encontraba el entonces teniente coronel Roberto Salvador Ramírez de la Cruz, quien hoy a sus 73 años recuerda aquella misión que le fue encomendada.

 

«En el 1990 llegué a Angola como parte del último grupo que debía asegurar la retirada de todos los combatientes y ocupar un cargo como primer oficial de operaciones de una brigada. Al llegar el hoy general de división Samuel Rodiles Plana, en aquel entonces segundo jefe de la misión, me plantea la tarea de ser jefe de un destacamento de protección de los objetivos en el puente Barra Kwanza y así relevaba al compañero que se encontraba allá».

 

Llegó el 6 de abril de 1990 cuando allí no había nada, aprovechó que por el puente pasaban los camiones de cemento de la UNECA en viaje de ida o vuelta hasta el aeropuerto en construcción en Cabo Ledo, para poco a poco mejorar las condiciones de vida de sus hombres y realizar los trabajos de ingeniería.

 

«Dimos prioridad a las obras fortificadas para poder defenderlo y darle respuesta a cualquier ataque enemigo, si llegara el momento. Después que teníamos avanzadas las posiciones de fuego, creamos las condiciones de vida del personal. Mientras tanto vivíamos en campaña. Logramos construir comedor, cocina, almacén, posta médica, sala de juegos, de video y los dormitorios tanto en el norte como en el sur.

 

»También dábamos clases de disposición combativa; cada cierto tiempo nos cambiaban a los angolanos para que todos tuviesen la oportunidad de recibir asesoramiento nuestro. Siempre tuvimos el apoyo y atención de nuestros dirigentes, nos visitaban y hacíamos ejercicios con su asesoramiento.  

 

»Casi al concluir la misión recibimos una carta del Comandante en Jefe donde nos decía que fuéramos fuertes y que viéramos ese pedacito de tierra como su fuera un pedacito de tierra cubana».

 

En mayo de 1991, en la caravana de cierre entre Bengo y Luanda, viajaban los hombres del último puente asegurado por tropas cubanas, Barra Kwanza, en un recorrido de 145 kilómetros por la carretera Panafricana. «En el penúltimo vuelo que salió de Angola nos encontrábamos nosotros con la misión cumplida», recuerda con alegría Salvador Ramírez.

 

¿Qué significa para usted haber cumplido misión internacionalista en Angola?

 

«Considero que la solidaridad internacionalista es un acto de generosidad y humanidad. Haber sido uno de los hombres que fue a Angola a luchar por su independencia representa para mí y mi familia un alto nivel de orgullo. Mi madre, fallecida ya, siempre fue muy revolucionaria y desde pequeños nos inculcó esos valores. Para ella era muy importante ver a sus cuatro hijos con el uniforme verde olivo.

 

»Somos tres hermanos varones y una mujer, el mayor estaba estudiando medicina cuando Raúl Castro hizo el llamado a las armas estratégicas, dí el paso al frente y además era dirigente de la Asociación de Jóvenes Rebeldes. Mi hermano más chiquito y yo  nos incorporamos a las fuerzas armadas mediante el servicio militar, decidimos pasar cursos de superación y quedarnos. Mi hermana por su parte ingresó a las filas del Ministerio del Interior. Todos cumplimos con el sueño de mamá.

 

»Cuando comienza la misión en Angola mi tarea era preparar a los compañeros que iban a combatir, yo era químico y tenía que enseñarles cómo protegerse o apagarse cuando explotaba alguna mina incendiaria. Llegó un momento en que yo estaba emocionado por darle la satisfacción a mi mamá de que tuviera un hijo internacionalista. Ya casi se estaba terminando la misión y había perdido las esperanzas cuando me llamaron. Estrené mis grados de teniente coronel en tierra angolana.

 

»Servir a la Patria y a la Revolución fue expresión de compromiso y responsabilidad. Los combatientes cubanos desempeñamos un papel crucial en la lucha por la libertad de Angola».

 

Nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro expresó en el acto conmemorativo por el aniversario 30 de la misión militar cubana en Angola y el aniversario 49 del desembarco del Granma y día de las FAR, el 2 de diciembre del 2005 que «La hazaña en Angola y la lucha por la independencia de Namibia y contra el apartheid fascista fortaleció mucho a nuestro pueblo. Los incontables actos de heroísmo, abnegación y humanismo son un tesoro de extraordinario valor».

 

También planteó que «esa hermosa tradición es hoy dignamente continuada por decenas de miles de médicos y demás profesionales y trabajadores de la salud, maestros, entrenadores deportivos y especialistas de las más diversas ramas, que cumplen con el deber solidario muchas veces en condiciones tan difíciles como las del combate, como es el caso del ya glorioso Contingente Henry Reeve».

  • Puente Barra Kwanza, una de las vías de acceso más importante a Luanda. Foto: Cortesía del entrevistado

  • Fuerzas cubanas junto a combatientes de la FAPLA en el puente Barra Kwanza. Foto: Cortesía del entrevistado

  • Se daban clases de disposición combativa. Foto: Cortesía del entrevistado

  • Primero se construyeron las obras fortificadas para poder defenderlo y después se crearon las condiciones de vida del personal. Foto: Cortesía del entrevistado

  • Certificado entregado a Roberto Salvador Ramírez de la Cruz, una vez concluida la misión. Foto: Cortesía del entrevistado

Comentarios

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