Cuando el teatro cubano se hizo Patria

22 de Enero de 2022

Con la representación de Perro huevero aunque le quemen el hocico en el teatro Villanueva, el patriotismo. Foto: Tomado de Radio Mayabeque

Hacía unos meses había iniciado la Guerra de los Diez Años y solo diez días habían transcurrido desde la quema de la capital de la República en Armas –Bayamo– por sus habitantes. Era la noche del 22 de enero de 1869 y en La Habana, el teatro Villanueva mostraba banderas cubanas en la fachada, mientras que sus actrices lucían estrellas solitarias en sus vestidos blancos y cintas azules y rojas en el cabello suelto.

 

Días antes la prensa independentista de la época promocionó así la función: “¡Pueblo! Tenéis una obligación patriótica de llenar sosteniendo este espectáculo”, pues justamente, una de las finalidades que tenía la representación de ese día era recaudar fondos para apoyar la guerra de liberación del pueblo cubano.

 

La obra que representaba el grupo Caricatos era: Perro huevero aunque le quemen el hocico, del dramaturgo Juan Francisco Valerio. Un texto que aludía directa e indirectamente, desde la burla y la comicidad típicas del incipiente teatro cubano, a la situación sociopolítica de la Isla y al sentimiento patriótico que se gestaba.

 

Casi al finalizar la actuación, uno de los personajes exclamó desde el escenario: “¡Viva la tierra que produce la caña!”, a lo que el público −donde se encontraba Juan Gualberto Gómez−, respondió emocionado: “¡Viva Céspedes!, ¡Viva Cuba Libre!”.

 

Tras las exclamaciones independentistas, los miembros del Cuerpo de Voluntarios acudieron hasta el edificio de madera contra el que dispararon precipitadamente, por lo cual muchos de los asistentes cayeron heridos o muertos. Desde entonces, la masacre es recordada como Los sucesos del Villanueva.

 

José Martí aquella noche se encontraba en la casa de su maestro Rafael María de Mendive, cerca del lugar del incidente. Tiempo después describió en sus versos lo ocurrido: “El enemigo brutal / nos pone fuego a la casa: / el sable la calle arrasa, / a la luna tropical. / Pocos salieron ilesos / del sable del español: / la calle, al salir el sol, / era un reguero de sesos”.

 

“A la boca de la muerte, / los valientes habaneros / se quitaron los sombreros / ante la matrona fuerte. / Y después que nos besamos / como dos locos, me dijo: / «¡vamos pronto, vamos hijo: / la niña está sola: vamos!»”.

 

Pero la represión española no terminó en aquella jornada. Después vinieron los incidentes contra el café El Louvre, los registros, detenciones y casi tres años después, el fusilamiento de los estudiantes de Medicina por el conocido incidente en el cementerio de Espada.

 

Sin embargo, nada contuvo la infatigable lucha de los criollos independentistas, y aquel 22 de enero el teatro cubano se hizo Patria al comprometerse para siempre con el rumbo de la nación y mostrarse como arma del proceso revolucionario cubano, mientras afloraba su significación social.

 

Tales razones permitieron en 1980, durante la celebración del Primer Festival Internacional de Teatro de La Habana, declarar el 22 de enero como Día del Teatro Cubano para recordar el siniestro acontecimiento y homenajear a los trabajadores de las Artes Escénicas por su desempeño siempre a favor de la cultura nacional.

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