Rosa: una bayamesa de armas tomar

25 de Septiembre de 2025

Rosa María Castellanos Castellanos, la Bayamesa. Cortesía del autor.

 

Rosa María Castellanos Castellanos, la Bayamesa, era hija de esclavos y esclava ella misma; de modo que conoció muy de cerca la bárbara opresión. Por ello, se incorporó a la guerra desde su inicio y continuó combatiendo en la guerra necesaria, organizada por Martí.

En la manigua, creó hospitales de sangre; pero cuando era necesario también tomaba el fusil y el machete.

 

Era, a la vez, médico y enfermera; podía elaborar medicamentos a partir de las plantas que muy bien conocía; con cariño, lavaba heridas y úlceras, y untaba lociones vegetales... Como sabía que los españoles y, sobre todo, los guerrilleros al servicio de España buscaban los hospitales para rematar a los enfermos y heridos indefensos, no descuidaba la vigilancia. Además forrajeaba alimentos, lavaba y cocinaba; cosía, remendaba y zurcía las escasas y raídas ropas.

 

Se cuenta que, en 1873, en la sierra de Najasa, Máximo Gómez le dijo:

 

—Yo he venido para conocerte en persona. De nombre ya no hay quien no te conozca por tus nobles acciones y los grandes servicios que prestas a la patria.

 

—No, general —respondió—, yo hago bien poca cosa por la patria. ¿Cómo no voy a cuidar de mis hermanos que pelean? ¡Pobrecitos! Ahí vienen luego que dan grima verlos, con cada herida y con cada llaga, y ¡con más hambre, general! Yo cumplo con mi deber y de ahí no me saca nadie, porque lo que se defiende, se defiende. Y yo aquí no tengo a ningún «majá». ¡El que se cura se va a su batalla y andandito!

 

En plena Guerra de Independencia, el 8 de junio de 1896, en Providencia de Najasa, el general Máximo Gómez la visitó de nuevo y le otorgó los grados decapitana del Ejército Libertado. La orden militar decía: «Esta mujer abnegada prestó servicios excelentes en la Guerra de los Diez Años, y en la revolución actual, desde sus comienzos ha permanecido al frente de un hospital, en el cual cumple sus deberes de cubana con ejemplar patriotismo».

 

La República neocolonial no supo reconocer su abnegación y entrega y le otorgó un crédito de 25 pesos mensuales como socorrocuando ya estaba a las puertas de la muerte,ocurrida el 25 de septiembre de 1907.

 

Sin embargo, por sus méritos, su cadáver fue velado en el Salón de Sesiones del Ayuntamiento, por donde el pueblo camagüeyano desfiló con ofrendas florales en tributo de cariño y admiración. El Centro de Veteranos le rindió honores militares.

 

Como enfermera y como combatiente, Rosa dejó una huella de entrega y sacrificio. Era una bayamesa de armas tomar y, por ello, su pueblo la venera.

 

El 15 de marzo del 2002, otra heroína, Vilma EspínGuillois, inauguró el monumento a su memoria, una escultura ecuestre, de bronce y con una altura de dos metros, creada por el santiaguero Alberto Lescay Merencio.

 

  • Rosa María Castellanos Castellanos, la Bayamesa. Cortesía del autor.

  • Documento del ascenso a Capitán del Ejército Libertador. Rosa María Castellanos Castellanos, la Bayamesa. Cortesía del autor.

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