Lo que aprendimos del Pacto del Zanjón
En el pasillo principal de mi escuela primaria había un gigantesco mural que recreaba la Protesta de Baraguá. Todos los días veía el rostro de Maceo espetándole a la cara a Arsenio Martínez Campos que no se entendían, y que las hostilidades solo tendrían fin cuando alcanzaran la independencia y la abolición de la esclavitud. Retumba en mis oídos aquella frase: «¡Muchachos, el 23 se rompe el corojo!»
El 10 de febrero de 1878 el Capitán General Arsenio Martínez Campos finalmente consiguió en San Agustín del Zanjón, lo que hacía tiempo venía gestionando, la capitulación de un grupo de cubanos. Después de diez años de contienda no puede decirse que esto era una victoria para los españoles, pero tampoco dejaba nada bueno a los cubanos.
El jefe ibérico aprovechó cuestiones entronizadas en las fuerzas mambisas como la desunión, el caudillismo y el impacto inevitable de una guerra que se había extendido demasiado. Añádase la falta de recursos, el hambre, las enfermedades y el insuficiente apoyo desde el exterior. El jefe del Ejército Libertador, el Generalísimo Máximo Gómez, llegó a escribir en su diario que se notaba «una desmoralización completa y los ánimos todos están sobrecogidos; tanto por las operaciones constantes del enemigo como por la división de los cubanos»; y Martí dijo que la «espada no nos la quitó nadie de la mano, sino que la dejamos caer nosotros mismos».
La firma del Pacto correspondió a un Comité del Centro conformado por siete personas, debido a la decisión casi unánime de la auto disolución de la Cámara de Representantes, paso obligado por la imposibilidad de que ella negociara la capitulaciónsegún la Constitución de Guáimaro. Curiosamente, desde el 30 de junio de 1875, el decreto conocido como Spotorno permitía dar tratamiento de enemigo a quien promoviera una propuesta como la del Pacto del Zanjón; la Cámara derogó el mencionado decreto.
El 19 de febrero, el texto fue publicado en la prensa de la época, lo que permitía comprobar que apenas otorgaba unas migajas como el perdón a los mambises que lo aceptaran y la «libertad a los colonos asiáticos y esclavos que se hallen hoy en las filas insurrectas». Sin embargo, debía reconocerse al gobierno español como la autoridad máxima en Cuba, y solo se podrían crear partidos políticos o haber libertad de prensa sino atacaban a España.
Cuando el Mayor General Antonio Maceo fue invitado a sumarse al Pacto, respondió airadamente y valoró la posibilidad de pasar por un Consejo de Guerra a los emisarios. Por el contrario, continuó combatiendo y cosechando sonados éxitos durante un tiempo más. En su criterio, se trataba de «una rendición vergonzosa y por su parte inaceptable».
Si bien el Pacto del Zanjón fue un hecho que dio por terminada la Guerra de los Diez Años, hoy se recuerdan con orgullo actitudes como las de Maceo y Ramón Leocadio que protestaron y no depusieron las armas de inmediato. Su propia negociación, pese al saldo negativo que dejó para Cuba y los cubanos, fue un reconocimiento de los españoles a la beligerancia nacional.
Fuentes consultadas:
- Alfonso, A. (2024). Maceo fue ejemplo de decoro y patriotismo ante el Pacto del Zanjón. Tribuna de La Habana. Obtenido de https://www.tribuna.cu/historia/2024-03-15/maceo-fue-ejemplo-de-decoro-y-patriotismo-ante-el-pacto-del-zanjon
- Fernández, Y. (2023). Pacto del Zanjón: entre fracasos y enseñanzas. Adelante. Obtenido de https://www.adelante.cu/index.php/es/historia-incio/sucesos-submenu/27251-pacto-del-zanjon-entre-fracasos-y-ensenanzas
- Pazos, A. (2022). Seis preguntas y respuestas sobre el Pacto del Zanjón. Cuba Ahora. Obtenido de https://www.cubahora.cu/historia/seis-preguntas-y-respuestas-sobre-el-pacto-del-zanjon
- Ríoseco, P. (2021). El Pacto del Zanjón, una claudicación vergonzosa facilitada por la división. Granma. Obtenido de https://www.granma.cu/cuba/2021-02-13/el-pacto-del-zanjon-una-claudicacion-vergonzosa-facilitada-por-la-division-video-13-02-2021-13-02-45
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