Primeros médicos y estomatólogos de la Revolución
A la vista del Maestro juraron lealtad a la Patria mientras recibían su título de graduados de manos del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Era el 14 de noviembre de 1965 y Cuba se enorgullecía de sus primeros egresados de Medicina y Estomatología tras el triunfo de enero de 1959.
La cúspide del Pico Turquino fue el sitio escogido por aquellos 400 médicos y 26 estomatólogos para recibir sus diplomas, y prometer que a partir de ese momento se desempeñarían fundamentalmente en zonas rurales y atenderían a los más necesitados.
Además, se comprometieron en brindar siempre a la población una atención óptima, impulsar la medicina y la estomatología preventivas, mantener el espíritu de superación científica y política, brindar ayuda internacionalista y defender a la Revolución socialista.
No podía esperarse menos de estos estudiantes que participaron en la constitución de las milicias universitarias, la lucha en el Escambray y en Girón, donde murió Pedro Borrás Astorga, primer mártir del curso.
Una generación integrada por los primeros alumnos ayudantes de diferentes especialidades, quienes asumieron parte de la docencia médica cuando desertaron muchos profesores universitarios a inicios de la Revolución.
¿Qué serían para ellos entonces los poco más de dos kilómetros de ascenso que se propusieron escalar para titularse? ¿Cómo no hacerlo si en el llano o en la montaña siempre estuvo Fidel a su lado, escuchándolos, ayudándolos, motivándolos a seguir?
Se iniciaba así el devenir de la docencia médica en el país en medio de una intensa lucha de clases en la universidad y la toma del poder revolucionario en la Escuela de Medicina y la Facultad de Ciencias Médicas.
Debido a su desempeño en la Isla y en el cumplimiento de sus misiones internacionalistas, su ejemplo se ha expandido a través de graduaciones, cursos de posgrado, consultas, guardias… las batas blancas que los identifican, llegaron a todos los rincones de Cuba y, posteriormente del Mundo, a través de la misión Henry Reeve.
Algunos de estos fundadores ya no están; otros, continúan en sus puestos de trabajo como médicos comunitarios, jefes de servicios, directores de diferentes instituciones de salud y unos terceros evocan cómo a través de la asistencia, la docencia, la investigación, la administración, la defensa o la política, han podido ayudar a sus semejantes y a la Patria.
Su continua marcha hacia adelante logra el permanente corazón a Cuba, como fieles protectores de la Revolución y el legado de Fidel.
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