EEUU contra Yemen, el fracaso de otra agresión imperialista. (I)
De acuerdo con medios de prensa norteamericanos, la idea inicial era realizar una campaña aérea de ocho a diez meses para destruir con la aviación de combate los sistemas de defensa antiaérea hutíes, depósitos de armas y municiones, puestos de mando y de comunicaciones. Se valoraron también asesinatos selectivos, como hizo Israel contra la milicia libanesa Hezbollah, con la intención de «paralizar» el accionar del movimiento hutí, además de una posible operación terrestre con mercenarios y grupos opositores.
Lejos de amilanarse, Ansar Alá continuó atacando buques de combate y civiles en el mar Rojo, fortificaron búnkeres y trasladaron arsenales de armas bajo tierra; incluso tuvieron capacidad para lanzar un cohete balístico que superó la defensa antiaérea de Israel. El portaaviones CVN-75 perdió dos cazas F/A-18, valorados cada uno en unos 70 millones de dólares, mientras maniobraba para evadir los drones y cohetes yemeníes.
Los principales asesores militares del Presidente temían que una campaña prolongada contra los hutíes desviara recursos militares de la región Asia-Pacífico, en caso de una contingencia en la que constituye su prioridad estratégica. Por ejemplo, en el período ya referido, las fuerzas norteamericanas habían consumido —prácticamente sin éxito— una cantidad significativa de municiones avanzadas, cuya disponibilidad es limitada, atendiendo a su elevado costo.
Los servicios de Inteligencia norteamericanos y aliados regionales como Arabia Saudita habían trasladado a Trump que dudaban del éxito pleno de esa operación, conociendo la capacidad de los hutíes. La Administración Trump tuvo que replantearse la continuidad de la operación. Si en principio el Presidente habló de aniquilar a la milicia yemení, el discurso de sus voceros más tarde señalaba que la campaña tenía «objetivos limitados» que fueron cumplidos.
Cuando estudiamos lo sucedido, parece evidente que EEUU subestimó, una vez más, la voluntad, decisión, capacidad de resistencia y experiencia combativa de los hutíes y de su pueblo, que se mantuvo firme en medio de intensos bombardeos contra ciudades, puertos, aeropuertos, que dejaron numerosos muertos, la mayoría civiles. Esta constituye una importante lección para los pueblos que, como el nuestro, estamos decididos a defender nuestra soberanía e independencia frente a la agresión imperialista.
La campaña contra Yemen ratifica la importancia de que preparemos adecuadamente el teatro de operaciones militares para enfrentar una agresión que tendría varios puntos en común con el modelo ejecutado contra Ansar Alá. Los hutíes emplearon de manera inteligente sus limitados recursos bélicos; protegieron armas, municiones y a su personal en instalaciones soterradas y cuevas, debidamente acondicionadas.
Ello les permitió garantizar la vitalidad de sus fuerzas y medios y rechazar la agresión militar y moralmente, frente a un adversario cualitativamente superior, al que infligieron en un corto período de tiempo pérdidas millonarias, hasta forzarlo a valorar la relación costo beneficio de esa campaña, hasta desistir, y sentarse a negociar.
Fidel nos transmitió siempre que todos los enemigos se pueden vencer, independientemente de su poderío militar y tecnológico. Esta puede ser la lección más importante que nos deje a los cubanos la fallida campaña militar norteamericana contra Yemen.
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