«Yo todavía me siento camilito»

17 de Enero de 2024

«En esta institución hay mucho material humano. Cada camilito es como es un campo de tierra fértil listo para sembrar en ellos valores», expresó el teniente coronel Jorge Legrá Borges, director de la Escuela Militar Camilo Cienfuegos de Capdevila. Foto: Roberto Garaicoa Martínez

Varias generaciones de cubanos  han sido testigos de la formación de jóvenes en las Escuelas Militares Camilo Cienfuegos (EMCC). Todos sus estudiantes tienen en común ser ciudadanos cubanos, haber aprobado satisfactoriamente la secundaria básica, tener vocación militar y estar dispuestos a ser oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Seriedad, responsabilidad y respeto por la escuela, la familia y la Patria son algunas de las características que los definen.

 

Hasta la EMCC ubicada en Capdevila llegó Verde Olivo para conversar con su director, teniente coronel Jorge Legrá Borges, sobre las particularidades que conlleva dirigir este centro.

 

¿Cuál ha sido su tránsito dentro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias?

 

—Fui estudiante de la Escuela Militar Camilo Cienfuegos de Baracoa desde 1991 hasta 1994. Luego ingresé a la Escuela Interarmas José Maceo en la especialidad de Infantería y Tanques, en esos momentos se estudiaban de forma conjunta, y me gradué cuatro años después.

 

»Comencé mi tránsito por la diferentes unidades militares. En la parte del mando me he desempeñado como jefe de pelotón, de compañía de tanques, de operaciones y de Estado Mayor de Regimiento. Por otro lado, en la docencia, fui profesor de Táctica General en la escuela de la que egresé, impartiendo clases a cadetes cubanos y venezolanos.

 

»Un momento muy particular de mi vida profesional fue cuando participé como jefe de batallón en el primer concentrado de precadetes para estudiantes que culminaban su duodécimo grado en las EMCC, con una duración de 6 meses. Ese fue el primer contacto que tuve con esta categoría de personal. Allí estaban reunidas cuatro escuelas pertenecientes a Bayamo, Manzanillo, Santiago de Cuba y Contramaestre. Fue muy enriquecedor porque tuve la oportunidad de interactuar con ellos y con los principales jefes de las FAR, constituyó un momento de sumo aprendizaje.

 

»Después de algunos años de superación me plantean como misión asumir la jefatura de la cátedra de Táctica de Preparación Militar General, en el Instituto Técnico Militar José Martí, Orden Antonio Maceo, Orden Carlos J. Finlay. Hace un año y seis meses que me encuentro cumpliendo mi actual función como director de la EMCC de Capdevila».

 

¿Cómo ha sido para usted adaptarse a las particularidades del trabajo con los camilitos?

 

— Esta tarea cualquiera pudiera pensar que es fácil pero es una de las misiones más difíciles a las que me he enfrentado, porque se trata de guiar a adolescentes que están en un proceso de desarrollo. Esta etapa de sus vidas es muy complicada porque aún están forjando su personalidad y tiene muchas dudas. Corresponde al colectivo de oficiales y al claustro de profesores guiarlos por el mejor de los caminos para garantizar así el futuro de las FAR.

 

¿Qué sentimientos provoca en usted el trabajo con estos jóvenes?

 

Haber sido camilito me da la posibilidad de mirarlo desde una perspectiva diferente y te ayuda a entender cómo piensan, sin olvidar que son nuevas generaciones y las particularidades no son las mismas. Nuestro país atraviesa por situaciones diferentes, es importantísima nuestra función educadora. Tenemos que ayudarlos a discernir, a comprender.

 

»Nuestro colectivo se vincula a ellos para identificar los principales problemas e inquietudes que puedan tener y darle solución. La esencia está en la interacción. Las relaciones con los padres también juegan un papel fundamental, pues no es un secreto que pueden existir muchos problemas sociales en el entorno en el que viven. Ponemos especial atención a los temas referentes a redes sociales para que no se dejen confundir.

 

»A veces siento mucha nostalgia de mis tiempos de estudiante. Ellos son muy diferentes, tienen otros gustos musicales, otras costumbres… pero la esencia sigue siendo la misma: ser el relevo».

 

¿Se siente satisfecho en el cargo que ocupa?

 

Cuando estaba cursando el onceno grado, en una ocasión, se me acercó un mayor de las FAR de apellido Vidal. Me puso la mano en el hombro y me dijo «tú serás director de unos camilitos algún día». ¡Imagínese mi sorpresa en el momento de mi nombramiento!  Me sentí muy honrado cuando me dieron la misión.

 

»Para mí esta trinchera es un orgullo. Ellos son nuestra continuidad y tengo mucha fe y esperanza puestas en cada uno. El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz siempre tuvo mucha confianza depositada en la juventud y eso ha perdurado hasta nuestros días, pues a las nuevas generaciones se le da el protagonismo de casi todo».

 

Pudiera hablarnos del protagonismo de los estudiantes en las diferentes funciones que realizan.

 

Ellos tienen un papel activo en todo. Transitan por las diferentes cadenas de mando, son los que dirigen los comités de base de la Unión de Jóvenes Comunistas, los análisis estudiantiles referentes a la disciplina, las actividades extraescolares...

 

»En la institución hay mucho material humano. Cada uno de ellos es un campo de tierra fértil listo para sembrar valores. En estos momentos tenemos cadetes que realizan aquí sus prácticas de mando en la docencia y son egresados de esta misma escuela. Eso es un orgullo y demuestra que hay continuidad».

 

¿Cuáles son los sacrificios que implica dirigir un centro de este tipo?

 

A veces tengo jornadas laborales de veinte horas que resultan extenuantes pero cuento con el respaldo de mi familia porque están conscientes de la misión que tengo y de cuanto me gusta mi trabajo.

 

»Dirigir la escuela es un reto grande, un compromiso con la Revolución, el Partido, los principales jefes de las FAR y los padres de los camilitos, quienes han depositado su confianza en mí para educarlos. Trabajo con mucho orgullo, mucho amor. Siempre me estoy trazando nuevas tareas y retos. Me siento agradecido de estar en este cargo».

 

¿Cree usted que los jóvenes de esta escuela son como Camilo?

 

—Pienso que todos somos como él. Digo somos porque yo también me siento camilito. Decía Fidel que «en el pueblo hay muchos Camilo» y tiene razón. Esta Revolución se sostiene por sus jóvenes que siguen el ejemplo del Señor de la Vanguardia. Carismáticos, con carácter fuerte, sencillos…, así son nuestros estudiantes.

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