A partir de aquel día, el verde olivo tiene un significado diferente

30 de Noviembre de 2021

María Antonia Figueroa, destacada combatiente de la Revolución: “Ese día la ciudad estuvo en nuestras manos hasta el mediodía, aunque los tiroteos duraron bien entrada la noche”. (Foto: Archivo de la autora).

 

La del 29 de noviembre de 1956 fue una noche tranquila en la ciudad Santiago de Cuba. Nadie imaginaba cuántos revolucionarios, desde el silencio, se preparaban para esperar a un grupo de 82 expedicionarios que venían desde Tuxpan, a bordo del yate Granma, con el objetivo de desembarcar por un punto de la provincia de Oriente.

 

En apariencia, dormía, porque la vigilia era dueña de muchos hogares de la indómita capital del oriente cubano.  Un alzamiento estaba al estallar. A la cabeza  de las acciones,  Frank País García, el  David de la lucha clandestina que, muy joven,  había ganado la sincera amistad de Fidel –líder de la Revolución- y sabido aglutinar y guiar a grandes grupos de combatientes.

 

¿Por qué Santiago? ¿Qué pasaba en aquella localidad? ¿Qué causas motivaban tanta expectación? Allí, por la rebeldía que siempre distinguió a sus hombres y mujeres, estaban creadas las condiciones para llevar a cabo la insurrecta acción. El plan era desencadenar, al siguiente día, el levantamiento en apoyo a la de llegada de  los revolucionarios que iniciarían la guerra definitiva contra la tiranía.

 

Las células de acción del Movimiento 26 de Julio, de forma compartimentada, tenían participación. Había que concentrar sobre sus integrantes toda la atención de los esbirros de la dictadura de Fulgencio Batista y Zaldívar,  para que los expedicionarios pudieran tocar tierra cubana sin grandes contratiempos, por la zona de Niquero.

 

                         A LAS 7:00 DE LA MAÑANA

 

La señal para comenzar el alzamiento sería el propio desembarco, que se esperaba fuera el 30 de noviembre, pero la inclemencia del tiempo impidió la llegada de los expedicionarios en la fecha prevista. Ese 30 de noviembre, que pasó a la historia como el día en que Santiago se vistió de verde olivo,  las acciones debían comenzar a las 7:00 de la mañana,  con un bombardeo al cuartel Moncada, la misma fortaleza que habían asaltado los jóvenes de la Generación del Centenario, liderados por el joven abogado Fidel Castro Ruz, el 26 de Julio de 1953.

 

Guardo el testimonio de María Antonia Figueroa Araújo, una santiaguera distinguida por su activa participación en la lucha clandestina, en el cual se destaca que, al frente de esa actividad se encontraban Léster Rodríguez y Josué País, quienes resultaron detenidos la noche antes, cuando iban a refugiarse en el punto que les correspondía para emprender la acción.  Un sargento de la tiranía los había reconocido, como revolucionarios y fueron capturados.

 

Lógicamente, no pudieron emplear las armas establecidas para ese primer paso de la acción, y el desconcierto se adueñó de los combatientes. El plan, concebido desde algún tiempo antes, pretendía aprovechar el factor sorpresa, cercar el Moncada, atacar otras instalaciones militares y acopiar armas  para desarrollar el combate, si era preciso.

 

“José –Pepito- Tey Saint Blancard, un destacado luchador, llamó a María Antonia, a la casa que habían convertido en cuartel general en la zona de  Punta Gorda, para que le dijera a Salvador –Frank País-, que había llegado la hora. Al recibir el mensaje, Frank le respondió afirmativamente y dio la orden de salida.

 

¿Cómo actuó la dirección del Movimiento 26 de Julio?

 

-El grupo de compañeros que estábamos acuartelados partimos en dos autos; en el de Frank iban Taras DomitroTerlebauca, Haydee Santamaría y otro joven cuyo nombre no recuerdo. En el nuestro, estaban Baudilio Castellanos, Gloria Cuadras  y Ramón Álvarez. Sentimos un ruido extraño, y Frank nos dijo: ‘Síganme, que voy por el camino nuevo  del  aeropuerto’; ellos cambiaron de opinión y fueron por el viejo, pero nosotros, por donde él había orientado. Llegamos al  mismo tiempo. Inmediatamente después lo hicieron  Vilma y Asela de los Santos.

 

“Por suerte para nosotros, ese día la guardia del aeropuerto se retrasó. Ante la posibilidad de sostener un encuentro con las fuerzas de la tiranía, Frank había advertido: ‘Si nos interceptan, en la misma carretera comienza la revolución’. Porque nosotros llevábamos dos cargamentos de armas.”

 

¿Qué imagen guarda de las calles de Santiago?

 

-¡Aquello era tremendo! Los muchachos que iban a combatir, vestidos de verde olivo y con brazaletes del Movimiento 26 de Julio, gritaban consignas contra el gobierno, y el pueblo, en las calles las repetía. Lo primero que hicimos fue tomar la casa de un magnate de apellido Rouseaux e instalar en su techo nuestra ametralladora; era uno de los puntos establecidos en el itinerario que debían tomar los soldados del Moncada, una vez iniciado el alzamiento.  Como el plan falló desde el primer momento, no pudo ser. No obstante, hubo acciones que fructificaron, como la toma de la Aduana y una ferretería donde vendían armas.

 

“Otros puntos previstos en el plan era el aeropuerto, que no lo tomaríamos, pero sí lo íbamos a neutralizar, porque al esperar el desembarco, con esta instalación cerrada, las tropas de la tiranía no lo podrían  emplear para incorporar refuerzos. Estaban también dos en la calle Martí; eran en total siete u ocho.

 

“Ese día la ciudad estuvo en nuestras manos hasta el mediodía, aunque los tiroteos duraron hasta bien entrada la noche”.

 

                         LA MUERTE DE PEPITO, TONY Y OTTO

 

En la toma de la estación de policía participaron Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada; el primero combatió hasta que un balazo en la frente acabó con su vida;  luego de un fuerte intercambio, Tony había caído, mientras peleaba por la parte de Padre Pico y la vida  de Otto fue cercenada por una ráfaga de ametralladora.

 

Los tres jóvenes cayeron en combate, vistiendo el uniforme verde olivo que, por primera vez, cubría a la rebeldía santiaguera. Era una acción muy importante por acabar con la ignominia y demostrar que el camino de la lucha armada era la única vía para ello.

 

Hoy Cuba tiene a un pueblo de verde olivo, pero con un tono diferente, porque quienes lo usan, lo hacen para prepararse y estar en condiciones de  defender a la Revolución y fortalecer la invulnerabilidad militar del país.

  • A la cabeza  de las acciones,  Frank País García, el  David de la lucha clandestina. (periodicovictoria.cu).

     

  • El plan pretendía aprovechar el factor sorpresa, cercar el Moncada, atacar otras instalaciones militares y acopiar armas  para desarrollar el combate, si era preciso.(Foto: cubadebate.cu)

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