Cangamba: tributo a la paz

07 de Diciembre de 2021

Portada del libro Cangamba.

El teniente coronel (r) Jorge Martín Blandino afirma que escribir acerca de la gesta ha sido un capítulo muy especial de su vida. Desde que se incorporó al servicio militar supo que su destino estaba en las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

 

Si usted ha leído su libro, le puede parecer que fue uno de los protagonistas de esta epopeya que significó Cangamba —batalla desarrollada entre el 2 y el 10 de agosto de 1983—, en la lucha por la liberación de la República Popular de Angola. Efectivamente, estuvo en aquellos escenarios, no en los momentos bélicos, sino poco más de veinte años después, hurgando en los recuerdos, estudiando documentos, reviviendo acciones cruciales; él contó —para ahora y para la posteridad— un importante episodio del internacionalismo cubano.

 

El teniente coronel (r) Jorge Martín Blandino, actualmente funcionario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, habla con mucho amor acerca de ese libro. No fue el primero; ya había escrito De la vida y los encuentros. “Bien pude titularlo Cosas de principiantes, porque me atreví con una novela histórica, para empezar, ¡y por poco me vuelvo loco!” —dice en tono jocoso—; “el segundo se llama Cuesta arriba; son vivencias de jóvenes que ascendieron cinco veces al pico Turquino…”.

 

¿Cómo acogió la misión de escribir este libro, en el que nada es ficción?

 

—¡Me aterré! Yo conocía la historia y sabía que era muy fuerte, desgarradora. Llevar de manera coherente ese testimonio no era tarea fácil. Estuve meses pensando cómo hacerlo.

 

¿Cuánto tiempo estuvo investigando y escribiendo?

 

—Casi tres años, sin dejar de trabajar. Está claro que debía ir al lugar de los hechos, a los archivos y entrevistara protagonistas de esa historia y disponía de tiempo para ello. Por suerte, encontré muy buena documentación, sumamente organizada, derivada de investigaciones desarrolladas por diversos especialistas.

 

“A partir de establecer una cronología de los hechos, descompuse las 42 entrevistas realizadas en tiempo. Por ejemplo, si uno hablaba de un tema específico, yo redactaba acerca de lo que dijeron todos sobre el asunto —conjunción de tema y tiempo—, para una mayor coherencia. Y un detalle muy importante es que yo me dije: ‘Vamos a aclararlo todo’.

“Escribir el texto fue muy complicado, pero me ha dado muchas satisfacciones, en especial, por el agradecimiento de los combatientes. Pero la satisfacción mayor me la proporcionó el Comandante en Jefe, con sus Reflexiones”.

 

¿Qué es para usted Cangamba?

 

—Un tributo a la paz. Habanero de nacimiento, no por adopción. Nació en La Habana, el 22 de abril de 1946, donde transcurrió su infancia. Al triunfo de la Revolución tenía 12 años.

 

Era una etapa de mucha efervescencia: Milicias Nacionales Revolucionarias, Campaña de Alfabetización, movilizaciones agrícolas hacia la región oriental del país... En la escuela secundaria básica Juan Manuel Márquez, tuvo una acelerada promoción como dirigente juvenil: vicepresidente de la Unión de Estudiantes Secundarios; poco tiempo después pasó a la dirección provincial de la referida organización, e inmediatamente integró la Comisión de Relaciones Internacionales a nivel nacional.

 

Al propio tiempo lo nombraron responsable de una zona para la recogida de café en Baracoa, en el oriente de Cuba, donde debía atender a 600 becados. “Está claro que recibí una gran ayuda de las organizaciones locales, porque la tarea era fuerte, al tiempo que resultó una experiencia para el futuro”, dice al recordar el gran cúmulo de misiones asumidas por los jóvenes en aquellos momentos.

 

Es apreciable que tenía cualidades y aptitudes para dirigir. ¿Cómo se insertó en la vida militar?

 

—En abril de 1964, en el primer llamado del Servicio Militar Obligatorio. Mi ubicación fue en la Defensa Antiaérea y Fuerza Área Revolucionaria, y desde entonces supe que mi futuro estaría en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Por eso, al año siguiente solicité el ingreso a la escuela de cadetes y me incorporé al tercer curso de la Escuela Interarmas de las FAR General Antonio Maceo, Orden Antonio Maceo e ingresé en la especialidad de técnico en Radiocomunicaciones. Como requisito previo, subí las cinco veces estipuladas el pico Turquino.

 

“Al fundarse el Instituto Técnico Militar (ITM) José Martí, que agrupó a las especialidades técnicas de las restantes escuelas de cadetes, a mi grupo lo trasladaron al nuevo centro. Al graduarme me quedé como profesor.

 

“Yo siempre digo que mi vida está llena de cambios, porque cuando comencé a desempeñarme como dirigente profesional en el Partido, llegué a la conclusión de que mi rumbo era ese.Por eso aunque ya estaba en tercer año en Ingeniería en Telecomunicaciones en la Ciudad Universitaria José Antonio Echeverría ––con cinco puntos de promedio general––, solicité realizar estudios en la Academia Política Militar Vladimir Ilich Lenin, en la otrora Unión Soviética, pero no pudo ser, y tiempo después pasé a ser Instructor Político de una facultad, con 900 educandos y 14 cátedras. Era tal el volumen de trabajo, que tuve que abandonar los estudios. Comencé en Ciencias Políticas, y fue imposible”.

 

Luego de desempeñar diversas responsabilidades, resultar Vanguardia FAR y ser ascendido a los grados correspondientes, comenzó a cursar en el VI curso académico regular de la Academia de las FAR General Máximo Gómez, Orden Antonio Maceo, Orden Carlos J. Finlay, el cual culminó con título de oro. Ya no retornó al ITM, sino que desempeñó otras responsabilidades en la sección política de la jefatura de Retaguardia de las FAR, en la Sección de Prensa, Radio y Televisión de la Dirección Política, en el periódico Bastión y en la secretaría del jefe de la Dirección Política de las FAR.

 

¿Cuántos hijos tiene?

 

—Dos. El varón estudió Bioquímica y la hembra, Medicina. Mi esposa, Minayda Machado, ha sido esa que siempre llamamos retaguardia segura. La vida militar es exigente y siempre he podido salir de casa con la confianza de que ella está, especialmente, al tanto de nuestros hijos, sobre todo cuando eran pequeños. Es muy activa, paciente y comunicativa.

 

¿Cómo recibió la noticia de que le habían conferido la Réplica del Machete del Generalísimo Máximo Gómez?

 

—Fue en 2004 y me sentí muy orgulloso, por lo que representa y porque es un reconocimiento a los hombres y mujeres que enaltecen el quehacer defensivo y cultural de la nación. Se entrega en una ceremonia muy especial, en el Foso de los Laureles, lugar que irradia solemnidad. En mi caso particular, la recordaré siempre.

 

Usted ha cumplido varias tareas con el General de Ejército Raúl Castro, Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba. ¿Qué experiencias le ha aportado?

 

—Más que hablarte de experiencias, me refiero a algo que admiro mucho en él: su sentido humano y la entereza. Es muy enriquecedor ese contacto, verlo al tanto de los problemas y de sus posibles soluciones, siempre optimista.

  • Es un estudioso e investigador incansable. De ahí el éxito de sus publicaciones, muy bien argumentadas siempre. Foto: Diana Inés Rodríguez

  • El general de cuerpo de ejército Álvaro López Miera, felicita al teniente coronel (r) Jorge Martín Blandino, en la ceremonia de entrega de la Réplica del Machete del Generalísimo Máximo Gómez.

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