Aún me siento como un oficial activo

08 de Junio de 2023

De manos del General de Ejército Raúl Castro Ruz recibió la Réplica del Machete del Generalísimo Máximo Gómez

Tras mucho tiempo sin encontrarnos cara a cara y estar en contacto esporádico solo a través de las redes, esta reportera tiene ante sí a un hombre revolucionario, combatiente y amigo, que va a contar un poco de su historia para las páginas de Verde Olivo. No ha sido tarea fácil convencerlo porque en una vida colmada de sencillez el hombre siente que nada es extraordinario. Tal es el caso del teniente coronel (r) Roque Frank Gómez Agüero.

 

Tenía 15 años al triunfo de la Revolución, una edad en que el ímpetu es el principal aliado de cualquier joven para enfrentarse al mundo. Había nacido “en el seno de una familia muy común para entonces: mi padre, busca vida; mi madre, doméstica, familia sin techo propio. Por desgracia mi madre falleció joven debido a una enfermedad incurable en su época, ello costó todo lo que ganaba mi padre y lo que pidió prestado para los medicamentos que requería el tratamiento”.

 

¿De qué enfermedad se trataba?

 

—Tuberculosis, una dolencia tratable y curable hoy, en la mayoría de los casos, pero en aquellos momentos no era así. Frank Agüero comenta que creció en la nueva familia que formó su papá, la cual se incrementó con el nacimiento de dos hermanos varones. También pasaba parte del tiempo con una tía y la abuela.



“Fui a la enseñanza pública primaria —dice—, me destaqué en letras, cursé preparatoria e ingresé en el preuniversitario del Vedado por exámenes de oposición. Desde que recuerdo ayudé a mi padre en sus negocios, pequeños comercios de barrio que apenas daban para lo elemental: comer, vestir, pagar alquiler y tener televisor comprado a plazos.



Pensaba cuando creciera convertirme en empleado y dominar el inglés, cosas que no pude.



”Me incorporé a la Revolución con la primera exhortación de Fidel a los jóvenes estudiantes para formarse como maestros voluntarios, destinados principalmente a las escuelas rurales que se abrieron y no tenían personal docente”

 

¿Cuándo fue llamado al Servicio Militar Obligatorio (SMO)?

 

—En el año 1969.

 

¿Había pensado alguna vez ser militar? ¿Tenía antecedentes familiares? 

 

 

—No, pero siempre tuve preferencias por la vida militar. Antes de 1959 me hice explorador, cosa que afortunadamente duró poco. Como joven vivía con la ilusión de llegar a ser como aquellos libertadores que conocí con la Revolución. Me incorporé a las FAR en 1960 como maestro voluntario, alternando entre lo militar y lo civil. En el año 1963 comencé a trabajar en el semanario Mella y luego pasé a Juventud Rebelde.

 

En la relación de soldados que pasaron el SMO en Verde Olivo aparece su nombre. ¿Cómo llegó a esa unidad?

 

 

Me reclutan en un llamado especial, ya tenía 25 años, en una compañía de soldados destinados a servir en la Banda de Música del Estado Mayor General (EMG), la Sección Fílmica y la revista Verde Olivo. Para esta última salimos tres compañeros: Oscar Ferrer, Jesús Suárez Moreno y yo, todos ejercíamos el periodismo. También dos pinareños: uno sin calificación y Julio Suárez Machín, artista plástico. ”Así llegué a la revista en la que había intentado me aceptaran en l962, esta vez como soldado-recluta, pues la primera ocasión quise quedarme allí pero no pude, a pesar de que me encargaron reportajes que se publicaron. Fue mi debut en prensa pública.

 

”No me fue fácil asimilar que llegaba a esa redacción como recluta y muchos compañeros no lo entendían, toda vez que ya en esa época tenía escritas algunas líneas de mi historia como periodista, incluso con los grandilocuentes títulos de “Jefe de información y redacción” de Mella y de “Jefe de Redacción” de Juventud Rebelde.



”Muchos verdioliveros me conocían, entre ellos su dirección. La experiencia me sirvió no solo para hacer labores auxiliares sino también para que me dieran posibilidades pese a mi incipiente estancia en esa unidad”.

 

Hábleme de sus experiencias en lo relacionado con la superación en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).

 

—A las FAR le debo mucho por las oportunidades que me dio para la superación cultural, profesional, militar y social.



En esos años participábamos en estudios intensivos de literatura, gramática, historia, economía, filosofía. Allí se practicaban, con resultados sobresalientes, los estudios en colectivo empezando por el análisis semanal del contenido de cada edición. Había entre nosotros críticas fuertes y elogios que comprometían.



”Los textos, fotos y diseños se analizaban hasta lo mínimo. En cuanto pude me esforcé para ingresar en la Universidad, en Ciencias Políticas porque todavía no había cursos para trabajadores en Periodismo. Entonces fui seleccionado por las FAR para un curso en la Academia Político Militar V. I. Lenin, de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y allí me gradué en 1978 con título de máster en Ciencias Históricas. En esos años aproveché para estudiar también experiencias de la labor de dirección en órganos de prensa militares y mantuve periódicas colaboraciones con la revista Verde Olivo”.

 

 

¿Qué motivaciones tuvo para abrazar el periodismo?

 

—De niño me atraían la abogacía y la medicina. No pensé en ser periodista, aunque desde adolescente me gustaba leer la prensa, revistas, literatura histórica y de ficción y escribía algunas composiciones escolares con calidad aceptable. El bichito empezó cuando me encargaron, siendo maestro en las FAR, confeccionar un boletín de orientación para los que nos encontrábamos allí ejerciendo esa función. Hice varios números, con ayuda inicial de mi jefe, Armando Cajíao y de su padre, jefe de talleres del periódico Hoy. Luego me pidieron que redactara para Verde Olivo reportajes sobre la ense- ñanza en unidades militares. Así fue el comienzo, primero estudié autores que leía en Bohemia y el propio Verde Olivo, luego describí y profundicé lo que veía.

 

Decir Frank Agüero es mencionar a un hombre polémico. ¿Qué opina al respecto?

 

—Si ser polémico es ejercer el criterio por encima de dogmas y órdenes, lo acepto. Esto me ha traído no pocos tropezones de los cuales aprendí, pero nunca utilicé el ejercicio del mando para ofender, humillar ni reducir las capacidades de compañeros y subordinados. En parte asumí el periodismo con la misma intención de enseñar con que me inicié en la Revolución. Reconozco que tengo tendencia a ser preciosista y exigente conmigo y las personas que más quiero; no lo he erradicado, pero mucho aprendí de los demás y de mis propias acciones.

 

Frank Agüero ha tenido una vivencia de la que no muchos pueden hablar: de soldado a jefe en la misma unidad. Cuando hace el recuento de su vida activa en las FAR, ¿qué importancia le confiere a este hecho?

 

—Creo que te he hablado con hechos de lo que significa para mí las FAR. Llevo varias décadas, pero me siento comoun oficial que estuviera activo, pendiente de la evolución e imagen de la institución en la que sigue prevaleciendo el espíritu inculcado por el Comandante en Jefe de la Revolución y el General de Ejército, en el sentido de que ser oficial de las FAR es una actitud ante la vida más que un modo de subsistencia. Sigo siendo el joven que admira a los combatientes del Ejército Rebelde, a sus continuadores hasta nuestros días, que piensa y vive como soldado de la Revolución.

 

Usted acumula una amplia trayectoria como directivo en el sector de la prensa. ¿Cuándo lo designaron director de Verde Olivo? ¿Qué recuerdos guarda de esa etapa? Cuénteme de sus experiencias en otros órganos de prensa.

 

 

Fue inesperado y satisfactorio, aunque llevaba más de 15 años en cargos de jefe de redacción y algunos meses como subdirector de Verde Olivo. Conté siempre con la confianza de mis superiores y la orientación de la Dirección Política de las FAR. No me era difícil dirigir un colectivo con el cual me había compenetrado, con algunos desde que éramos soldados y luego fuimos oficiales subalternos. Recuerdo momentos más gratos cuando recibía, en nombre de la revista, reconocimientos y estímulos del mando superior.

 

”También señalamientos y críticas con todo fundamento. En mi memoria está haber vivido la experiencia como reportero en unidades militares de vanguardia, vivir momentos relevantes de la vida militar y de situaciones del país (zafras del 69-70, búsqueda de pescadores secuestrados, hazañas científicas en la medicina militar... De igual forma, cuando encontramos caminos novedosos para contribuir a divulgar la entonces nueva doctrina de la Guerra de Todo el Pueblo, con ayuda y orientación directa del Comandante en Jefe, el Ministro de las FAR y otros altos jefes. Y, por supuesto, haber tenido la posibilidad de participar en eventos políticos, partidistas y militares de alto nivel que me permitieron estar debidamente informado para la alta responsabilidad que me confiaron.

 

”Esas mismas exigencias me prepararon para las tareas que luego asumí en los periódicos Bastión, Trabajadores y Granma, ahí recuerdo que lo más sobresaliente fue haber trasladado métodos de organización y de trabajo colectivo a esos órganos de prensa, estrechar vínculos con instituciones como el Partido y la CTC, a la vez asimilar la experiencia de colegas con más años de labor en esos órganos de prensa y de los nuevos que llegaron con ímpetu juvenil y superior preparación”.

 

Comentarios

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