Aun teniendo problemas de salud Villena no descansaba. Su continua labor revolucionaria lo volcaba hacia la redacción de artículos, manifiestos y el pronunciamiento de discursos.

Su labor en el bufete de Fernando Ortiz, primero como auxiliar y después secretario particular, le permitió relacionarse con intelectuales comprometidos. Para entonces, ya se había graduado de abogado y con disposición para defender las causas justas.

En esa labor ininterrumpida se relaciona directamente con trabajadores de fábricas y talleres; organiza sindicatos, predica la ideología marxista-leninista y en su condición de jurista defiende a los desposeídos y dirigentes obreros encarcelados o perseguidos.

Prepara además significativas huelgas en julio de 1929 y el 20 de marzo de 1930, ésta última paralizó al país por más de 24 horas. Cuando en los años iniciales de la década del treinta la dictadura machadista intensifica la represión, Machado prevé incluso, asesinar al joven.

Muy pronto el nombre de Rubén Martínez Villena comienza a conocerse en los círculos intelectuales, vinculado al acontecer político de la Isla con un temprano compromiso revolucionario. No fue extraño entonces que liderara al grupo que suscribió la conocida Protesta de los Trece.

Poca salud tenía este bisoño delgado y de ojos azules, pero nunca se amilanó ante las necesidades de la Patria. Su actividad revolucionaria alcanzó la intensidad  que le permitieron sus debilitados pulmones.

Aun así fue esencial su presencia en la dirección de la Huelga General del 12 agosto de 1933  que causó el derrocamiento de la dictadura de Gerardo Machado y que sería la mayor satisfacción de sus luchas.

Villena combatió los males de la república neocolonial, poeta de verso exquisito, cultivador del cuento y del ensayo, abandonó el camino de la literatura para entregarse a la contienda contra los males sociales y en pos de la justicia y la libertad.

Comprendió tempranamente que la primera tarea del hombre es la batalla por la justicia social. Mas su vida, extremadamente breve, se prolonga en la historia de Cuba. El ejemplo de perseverancia que nos legó, inspira la obra continua de la causa revolucionaria por la que tanto pugnó.