Victorias del centro

29 de Diciembre de 2021

Aquellos días los vecinos del centro de la ciudad no despertaron con el cantar alegre de los miles de pájaros que dormían en los árboles del parque Vidal. Amanecieron de una manera diferente:
sobresaltados y en medio de un desconcierto que rayaba en el miedo. Tal fue la primera reacción. Después supieron,
agradecieron y se integraron.

 

La invasión de los rebeldes hacia el occidente del país llegaba a Santa Clara. Habían salido de la provincia de Oriente el 31 de agosto de 1958, bajo las órdenes del comandante Ernesto Guevara con la misión de batir e interceptar al enemigo hasta su total paralización. El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz había indicado dividir militarmente la Isla en dos partes para inmovilizar al enemigo en el territorio oriental. 

 

La ofensiva insurgente en la urbe villareña inició con la reunión del Che, máximo dirigente político-militar del Movimiento 26 de Julio en Las Villas, con los principales jefes y oficiales de sus fuerzas y del Directorio Revolucionario (DR) 13 de Marzo, para dar a conocer los planes, misiones e itinerarios de los invasores.

 

Durante unos 15 días fueron arrebatadas a las fuerzas batistianas del territorio las más importantes ciudades, poblaciones, centrales azucareros y otras instalaciones, resultado de la forma brillante en que el Che organizó, dirigió y aplicó las concepciones estratégicas y la táctica de la guerra de guerrillas combinada con la guerra regular, así como la capacidad movilizativa e ímpetu del Ejército Rebelde, las acciones combativas y la desmoralización del ejército enemigo.

 

Con 150 000 habitantes, Santa Clara constituía la más importante plaza militar del régimen en esos momentos, centro ferroviario y de las comunicaciones del país, por lo cual los revolucionarios debían tomarla. Alrededor de cuatrocientos hombres poseedores de una alta moral combativa, armados con fusiles, ametralladoras y una bazuca, tuvieron la misión.

 

Mientras, la guarnición de la ciudad disponía de más de tres mil efectivos. Distribuidos en cerca de once importantes posiciones, dominaban las principales vías de acceso a la localidad, objetivos económicos, políticos y administrativos, mediante un poderoso armamento que incluía ametralladoras ligeras y pesadas, bazucas, morteros, tanques, tanquetas, el apoyo de la aviación y un tren blindado.

El 28 de diciembre comenzó la batalla, cuando una avanzada revolucionaria intercambió disparos con una patrulla. Superado ese obstáculo, el Che ordenó atacar y rendir las posiciones fuera del cuartel, hasta concentrar todas las fuerzas y medios contra el regimiento Leoncio Vidal.

 

La loma del Capiro y la cárcel, resultaron las primeras instalaciones tomadas. Simultáneamente, fue destruida la vía férrea por donde debía pasar el tren blindado, el cual logró ser descarrilado y obtenerse la rendición de sus defensores.

 

El día 30 cayeron el cuartel de los caballitos y el gobierno provincial. La estación de policía, el 31. El primero de enero de 1959 se rindieron, después de hacer resistencia, la Audiencia, el Escuadrón 31, el Gran Hotel, el aeropuerto, aunque no fue atacado, y el regimiento.

Durante estos combates, por primera vez los invasores atacaron un regimiento bajo el constante bombardeo y ametrallamiento de la aviación. Además, su extraordinaria moral combativa los llevó a luchar contra tanques y tanquetas en el interior de una ciudad, sin las armas adecuadas, en medio de un territorio desconocido y dominado por francotiradores.

 

Un factor que contribuyó decisivamente a la victoria, fue la participación del pueblo, pues decenas de familias ayudaron a la ocupación de posiciones; cooperaron en la colocación de obstáculos; prepararon botellas incendiarias (cocteles Molotov); facilitaron información; brindaron primeros auxilios, alimentos y protección.

Desde Santa Clara, la avanzada del Ejército Rebelde debía tomar la capital y asegurar la victoria. Además, su posición impedía el paso de refuerzos hacia Oriente; Camagüey quedaba cercado y por tanto, el cincuenta por ciento del país se encontraba en manos de los revolucionarios.

 

Por sus resultados políticos y militares, esta batalla contribuyó de manera decisiva a la caída de la tiranía, pues obligó al enemigo no solo a reconocer la derrota en una provincia, sino en todo el país, y por tanto, emprender la retirada.

 

De esta manera, la alegría que caracterizaba a los amaneceres en el parque Vidal se esparció hacia otros territorios y cada habitante de esta región y la Isla encontró una razón para mostrarla.

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