Preludio de la revolución agraria
Sesenta y tres años atrás, Soledad de Mayarí Arriba, actual provincia Santiago de Cuba, simbolizaba con exactitud su nombre, un lugar olvidado por quienes gobernaban a Cuba. Algunos bohíos maltrechos, familias descalzas y con hambruna desprovistas de tierra, conformaban el panorama de una zona en manos de terratenientes.
Fue allí, donde el entonces comandante Raúl Castro Ruz, llevó la esperanza ceñida al Congreso Campesino en Armas, 3 meses y 10 días antes del triunfo de la Revolución cubana.
Era el 21 de septiembre de 1958, los más de 200 delegados del encuentro, en su mayoría campesinos empobrecidos, señalaron la explotación a que eran sometidos los hombres del campo, denunciaron a los autores de inhumanos desalojos, exigieron precios fijos para sus cosechas, atención médica, escuelas, caminos y créditos para mejorar sus condiciones de vida.
La tiranía de entonces, que asediaba a los rebeldes constantemente, no imaginó que en aquel salón de bailes, frente a un prostíbulo y en una valla de gallos, se realizaría tan histórica reunión.
El Congreso tuvo gran importancia política y favoreció el fortalecimiento de la alianza, ya existente, entre los combatientes rebeldes y el campesinado, al mismo tiempo que contribuyó al desarrollo de la lucha por la liberación nacional. Las fuerzas revolucionarias prestaron atención y respaldo a las organizaciones de masas de los campesinos de las zonas liberadas que se unían y trabajaban como retaguardia del Ejército Rebelde.
Después de elegir la directiva del Comité Regional Agrario, el comandante Raúl Castro Ruz, jefe del Segundo Frente, calificó al congreso de memorable durante las conclusiones: “[…] En estos momentos, en esta etapa histórica en que vivimos, sin Reforma Agraria no puede haber Revolución Cubana; y aquí, tal vez por participar en el mismo, no nos percatamos de la magnitud de este acto, porque en estos momentos, en el día de hoy, está iniciándose, está gestándose, está naciendo la Revolución Agraria que ha de echar las bases de la verdadera Revolución Cubana.”
El trascendental encuentro no solo ratificó la necesidad de una Reforma Agraria como prioridad en la agenda del programa revolucionario, sino que proyectó además la urgencia de transformar el campo, ello representó el cumplimiento de la promesa de La Historia me Absolverá, de librar al trabajador agrícola, víctima de siglos de represión y miseria.
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