Lo mejor y más lindo

18 de Junio de 2024

Vilma y Raúl, el idilio rebelde, perdura a través del tiempo y de la muerte.

El viaje se hace más largo por los desvíos, la espera, el cambio de transporte, la caminata. Para estas horas ella tenía que estar cansada, pero es la primera que se impacienta. Sierra Cristal no está tan lejos, ¿verdad? Casi llegamos, dice con optimismo y continúa en silencio. Era 1958 en el Oriente de Cuba y una muchacha viajaba desde la guerra hacia la guerra. Su nombre ya era leyenda en las calles de Santiago: Deborah.

 

El automóvil toma uno de los atajos. La última posta y luego el ascenso. ¿Podrás?, pregunta alguien. Deborah no responde y emprende la caminata. Es necesario llegar con vida. La ciudad se ha vuelto demasiado peligrosa, ¡pero no podemos abandonarla! Sin la ciudad no hay triunfo posible. Lo sabe desde las manifestaciones estudiantiles del 52, desde que Frank viera en ella a la extraordinaria luchadora, desde que se sumó al movimiento rojo y negro. Lo sabe desde que recibiera instrucciones en México. Desde el 30 de noviembre lo sabe. Está allí para eso. Y así se lo dirá al jefe de la comandancia.

 

No hacen falta las presentaciones. Se conocen desde mucho antes, aunque ahora la leyenda la precede, y el hombre que la recibe es un muchacho que la espera para organizar la lucha. Ella sonríe. En sus ojos sonríe Deborah y sonríe Vilma. Raúl la aguardaba.

 

Era 1958 en Sierra Cristal al Oriente de Cuba, y no sabían entonces ninguno de los dos por cuánto tiempo se habían esperado.

 

***

 

Venir hasta aquí en semejantes circunstancias fue muy arriesgado, piensa Raúl al contemplar la figura menuda y serena de la recién llegada. Aún quedan vestigios de la ofensiva batistiana. El plan Fin de Fidel era para Fidel y para todo lo que tuviera que ver con él. Ya habíamos perdido a Frank. Casi lo menciona, pero ella supo adelantarse: desde aquí se necesita organizar y dirigir la lucha en la ciudad, comandante. Pero estoy dispuesta a cumplir con lo que sea necesario. Frank hubiera hecho lo mismo, recuerda al amigo y el dolor regresa como una punzada hiriente. 

 

No dice nada más y como mismo llegó, se dispone a hacer. En poco tiempo el segundo frente guerrillero deja de ser un refugio para convertirse en hogar.  Asiste en los combates y en la preparación de las tropas. Sirve de traductora. Organiza y participa en los congresos campesino y obrero en armas. Atiende a la población civil, se integra a las familias, las acoge. Es perseverante en el empeño de proveer educación, economía, salud y cultura. Mayarí Arriba la adopta como hija y nace una mujer nueva: la guerrillera.

 

Comienza la ofensiva rebelde y llega el momento de asestar el golpe definitivo a la tiranía. Él la admira en silencio. Quizás no sea el momento de hablarle, vacila. Las instrucciones de la Comandancia General son avanzar, sitiar, rendir. ¿Y amar? En tiempos tan duros amar debería ser la primera orden. Se decide. El triunfo está cerca.

 

Es noviembre y las columnas rebeldes del frente continúan expandiendo poco a poco el territorio liberado. Cercar-hostigar-retirar es la táctica. Ella lo recibe preocupada, falta el cuartel de Imías. Es de las guarniciones más fuertes y tienen refuerzos de la Marina, explica Raúl al tiempo que encuentra en su presencia las razones para librar todos los combates. Ella se interesa por detalles estratégicos. No puede mirarlo a los ojos, teme por Imías, por las tropas, por los campesinos, por los niños… por él. Quédate, quiere decirle, pero no lo hace. Raúl lo intuye y apoya la cabeza en su hombro. ¿Qué pasa? pregunta sorprendida. Queda poco tiempo y ambos lo saben. Él suspira antes de responder. Poco tiempo para el triunfo. Que estamos enamorados, ¿tú no lo sabías?, le suelta y sonríe. Ella también sonríe. Después del triunfo lo que queda es toda la vida.

 

***

 

Ante mí, auditor del Ejército Rebelde, comparecen el comandante Raúl Castro y la señorita Vilma Espín. Tras la voz del doctor Juan Escalona el lugar queda en silencio. Cientos de personas aguardan: la familia, los amigos, los invitados y también los curiosos. Una concentración popular llega hasta Rancho Club para presenciar de cerca la boda rebelde, el idilio que empezó en la manigua.

 

Las preocupaciones no abandonan a Raúl, antes de salir de la casa de la calle San Jerónimo tiene que contestar llamadas, resolver pendientes, tomar decisiones. Ahora es que empieza la verdadera lucha y sabe que Fidel cuenta con él. No puede fallarle. Se acomoda el nuevo uniforme de guerrillero y parte en busca de Vilma. En su lugar encuentra una muchacha feliz bajo una tiara de perlas. La guerrillera incansable se esconde bajo un atuendo sencillo y le parece todavía más hermosa que cuando cantaba viejos boleros en las noches de la Sierra Cristal.

 

***

 

Aquella tarde santiaguera Raúl Castro y Vilma Espín sellaron la unión bajo laque formarían una extraordinaria familia de 5 hijos: Deborah, Mariela, Nilsa, Alejandro y la Revolución cubana. Combinaron hábilmente las responsabilidades administrativas y políticas con el tiempo y la dedicación a los hijos, luego a los nietos y siempre a la profunda conexión entre ellos.

 

El viaje ya no es tan largo. Los desvíos, las esperas y los cambios son parte de la vida. Para estas horas ella tenía que estar cansada, pero es la primera que se impacienta. Él no puede hacer más que agradecer la compañía y dejarla ir.

 

Duele y calma. Calma reposar la mano sobre las letras metálicas de su nombre. Duele extrañar. Calma haberla amado por 48 años. El hombre se sabe asediado por las cámaras que intentan reconocer ese dolor. Pero basta su mano sobre la piedra y la mirada en la cima de Mícara para saberse en compañía y vuelve al primer día en México, al encuentro junto a Fidel y Frank, al romance rebelde, a la ceremonia en Santiago y le repite —en un susurro para que los acompañantes no escuchen— lo que ella ya sabe:conocerte fue… lo mejor y más lindo que hice en toda mi vida.

 

  • Vilma y Raúl, el idilio rebelde, perdura a través del tiempo y de la muerte.

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