Junto a tan grandes mujeres, Cuba toda
Martí: “[...] escalar montañas hermana hombres”, estar juntos en los momentos más duros de la vida, los consagra. Así se vieron nuestras compañeras durante las jornadas de enfrentamiento al incendio en la Base de Supertanqueros de Matanzas.
Desde la tarde-noche de aquel viernes 5 de agosto, cuando el hermoso paisaje Matancero disipó parte de esa belleza que tanto enamora al visitante, ellas ─las mujeres─ como la generalidad de los cubanos, perdieron la tranquilidad. Desde las que al escuchar aquel “estruendo diferente” pensaron en proteger a la familia y salieron apenas con la ropa que llevaban puesta, hasta las que atendieron a las primeras víctimas en los centros de salud.
Como imprescindibles que son se movilizaron. Una tragedia sin precedentes así lo exigía, ellas no dudaron en responder: entrega, desvelo, amor al prójimo y una vez más, pasión por la vida.
Salas de urgencia médica, bancos de sangre, laboratorios, medios de transporte, centros para la confección de producciones relacionadas con la salud… estaban en la masiva respuesta de Cuba.
¿Y la familia de esas mujeres? Siempre hubo parientes, vecinos o amigos que se encargaron; otros precisaban─y un grupo aún hoy─ la esmerada atención o los servicios que ellas, con mucha profesionalidad, brindan.
Ante la emergencia, se postergaron los prometidos paseos estivales; los cuentos leídos y releídos, pero que a los niños les gustan; la preparación de alguna golosina de mango o piña en complicidad con los infantes, o sencillamente, mirar la televisión.
El beso de cada noche, antes de dormir, se pudo multiplicar tras el reencuentro con mamá, ese nunca sobra: mientras más, mejor: mamita es única.
Y en los hogares o centros hospitalarios, entre los familiares de los desaparecidos, de los lesionados, de los reportados como graves o críticos, estaban otras mujeres en vigilia constante: las madres, hermanas, esposas, hijas…, a la espera de cada parte, con la esperanza de que resultara alentador, aunque no en todos los casos fuera así.
Y junto a ellas, aun sin conocerlas, el pueblo de Cuba ha compartido el inmenso dolor de la tragedia.
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