Mujer íntegra, revolucionaria, sensible, inteligente, con una firmeza de carácter admirable, que fue ejemplar demostración de pensamiento y conducta, de palabra y proceder, de hacer con el lenguaje de sus actos lo que proclamaba con sus ideas y sus sentimientos. Estos y muchos otros elogios podemos decir de Vilma Espín Guillois.

Nacida el 7 de abril de 1930 en la oriental provincia de Santiago de Cuba, Vilma defendió toda su vida la dignidad, la emancipación, la justicia y la igualdad.

Desde joven asumió posiciones políticas revolucionarias, participó de manera activa en manifestaciones estudiantiles tras el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 de Fulgencio Batista, fue colaboradora del líder revolucionario Frank País en las organizaciones que operaban en la región oriental hasta que se sumó al Movimiento 26 de Julio.

Al triunfo de la revolución cubana, el primero de enero de 1959 encabezó la unificación de las organizaciones femeninas constituyendo la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) el 23 de agosto de 1960, de la que fue su presidenta y condujo a un destacado lugar la participación de la mujer en todos los frentes.

También integró el Comité Central del Partido Comunista de Cuba (CC PCC) desde su fundación en 1965. En 1980, en el Segundo Congreso del PCC, fue electa miembro suplente del Buró Político y en el Tercer Congreso promovida a miembro efectivo de esa máxima instancia de dirección, responsabilidad que desempeñó hasta 1991. Además, fue diputada a la Asamblea Nacional desde su primera legislatura y miembro del Consejo de Estado desde su constitución.

En cada una de las obras que promovió e impulsó desde la constitución misma de la FMC, la creación de los círculos infantiles, los hogares para los niños sin amparo filial, la creación de escuelas para las mujeres, el Grupo Nacional de Educación Sexual, hoy Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), entre otros, está el sello de la Vilma justa y sencilla.

Sus aportes teóricos no se ajustaron solo a la realidad nacional, fueron más allá, trascendieron nuestras fronteras para consolidar la integración del movimiento latinoamericano y caribeño de mujeres y mostró que la unidad es el único camino posible y necesario para la emancipación total del género humano, y en especial, de las mujeres.

Hoy 18 de junio a 15 años de su desaparición física el pueblo cubano dice con orgullo que la Revolución no es nada sin las mujeres. Ahí radica la fuerza que impulsa su motor: trabajadoras, madres, dirigentes, amas de casas y abuelas laboran juntas, y ofrecen lo mejor de ellas todos los días, una obra que no se construye si no es con amor.