El Lugarteniente General Antonio Maceo Grajales se impone llegar a Cacarajícara antes que su adversario y adelanta a trote continuado por vericuetos que conoce el comandante Carlos Socarrás, tanto, que al hacer el reconocimiento del campo de batalla del día anterior, 29 de abril, advirtió que la tropa enemiga permanecía en el lugar y se acomodaba para ponerse en movimiento.

Socarrás comprende astutamente el motivo de la presencia enemiga en la zona y lo comenta con Maceo: “Inclán solo  puede estar buscando el campamento de Cacarajícara donde hay talleres, hospitales de sangre y cuenta con una defensa de solo 25 hombres”.

En medio de la llamada segunda Campaña de Pinar del Río les aguarda una posición inmejorable por sus condiciones naturales, alturas situadas a unos 12 kilómetros al sudoeste de Bahía Honda y con el inconveniente de ser accesible por tres lugares diferentes.

El general español Julián Suárez Inclán y González atacaba entonces en este sitio al campamento insurrecto, integrado por hombres mal armados y escasos de parque. La situación, sumamente crítica para los patriotas cambia radicalmente con la llegada de un refuerzo de 150 combatientes pertrechados al mando del coronel Juan Eligio Ducasse.

La batalla toma otro rumbo pues el enemigo en su arremetida, tiene que enfrentarse al fuego combinado por dos flancos que frustra su tentativa de romper las posiciones cubanas. En lo adelante se coloca a la ofensiva hasta cerrar la noche y más allá incluso, pues en la madrugada y mientras la maltrecha columna española avanza en marcha forzada hacia Bahía Honda, es perseguida por los mambises hasta las puertas de esa población. Detrás quedó un centenar de cadáveres insepultos y otras señales del descalabro peninsular.

Finalmente, las fuerzas mambisas, encabezadas por el Lugarteniente General Antonio Maceo Grajales, ocasionan una aplastante derrota a las tropas colonialistas.
Tras reñidos combates, la maltrecha columna española dirigida por el general Suárez Inclán emprende una precipitada retirada hacia Bahía Honda.

Desde entonces, la hazaña de Maceo y los patriotas que lo seguían pasó a la historia no solo como muestra de valentía y heroísmo, sino también como una lección de altura más, de las tantas que diera el genio militar brillante del Titán de Bronce, y de la capacidad del Ejército Libertador. El combate de Cacarajícara deviene una de las páginas más gloriosas de la historia militar de Cuba en sus luchas por la liberación nacional.