De entre las cañas emerge un líder
Jesús Menéndez Larrondo, convertido en símbolo de las luchas obreras, permanece vivo en la memoria de los cubanos.
Y es que a pesar de no tener más estudios que los cuatro primeros grados de una escuelita pública en su natal Encrucijada, entonces provincia de Las Villas; este hombre ascendió desde el central azucarero hasta el parlamento burgués y los congresos internacionales, y desde allí defendió los intereses de su clase y del pueblo.
Siendo un niño se inició en los cortes de caña y en las vegas de tabaco de la zona. Así, al fragor del trabajo entre los obreros, emergió su filiación comunista.
Jamás una bala calló su voz ni apagó el fuego impetuoso que forjó como líder. Por la honestidad a toda prueba que lo caracterizaba escaló a la máxima dirección del movimiento sindical cubano y ese ejemplo ha sido imperecedero para nuestra clase obrera.
Arrancarle al Imperio el llamado diferencial azucarero estuvo entre sus principales esfuerzos y fue uno de los logros más relevantes de las luchas obreras en el país antes de 1959. Por toda esa entrega, el poeta nacional Nicolás Guillén le otorgó el calificativo de “el general de las cañas”.
Convertido en símbolo, Jesús Menéndez no pudo evadir la muerte que le acechó el 22 de enero de 1948 en la Estación de Ferrocarril de Manzanillo, cuando Casillas Lumpuy —sicario del gobierno de turno— lo asesinó por la espalda. Cuatro disparos cercenaron la vida del general de las cañas y la nación perdió al defensor de los trabajadores azucareros.
Al cumplirse el aniversario 76 del vil asesinato de Jesús Menéndez Larrondo, le rendimos homenaje en el trabajo diario que fragua el futuro de los obreros, no solo en Cuba, sino en toda América.
Fuente consultada:
Jesús Menéndez, adalid del diferencial azucarero, periódico Trabajadores, 22 enero, 2020.
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