Emerge un nombre que porta esperanza, optimismo y satisfacción. Ahondar en su origen, la razón por la cual identifica a un frasco tan valioso, sería redundar en el adjetivo que califica a esta Isla: Soberana.

Mas no podía ser diferente, porque en la tradición cubana, abundan ciudadanos capaces de liderar, con fallos, aciertos; pero por derecho, el destino de nuestro país corresponde a su gente.

La principal conquista de la Revolución es la soberanía, tan anhelada por el pueblo cubano desde el siglo XIX y por la que José Martí sacrificó su vida. Al poner fin a los años de dominio de Estados Unidos, Fidel Castro nos devolvió la dignidad perdida desde 1898, con la ocupación militar que transformó a Cuba en simple colonia.

El triunfo revolucionario, generó la más importante transformación social de la historia de América Latina y el Comandante en Jefe ubicó al ser humano en el centro del nuevo proyecto de sociedad.

Este mismo pueblo, es fiel heredero del legado independentista de mambises, obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales; que han combatido las pretensiones del enemigo y está dispuesto a sacrificar todo para mantener la soberanía y la libertad, conquistadas el Primero de enero de 1959.

Aun en medio de carencias, limitaciones y exclusiones, pero laborando sin cesar en cada propósito que nos brinda autonomía; nuestra sociedad avanza en la actualización de su modelo económico y social. Con igualdad de oportunidades para todos, marchamos unidos.