Vuelve a repicar, cada octubre, la campana en Demajagua. La voz que hace 155 años se escuchó allí para influir en la conciencia de todo un pueblo; desencadenó una lucha que marcaría la Historia de Cuba: La Guerra de los Diez Años había comenzado.

«[…] ciudadanos, hasta este momento habéis sido esclavos míos, desde ahora, sois tan libres como yo. Cuba necesita de todos sus hijos para conquistar la independencia».

Fue este el llamado de Carlos Manuel de Céspedes a la resistencia, a alzarse contra la opresión y luchar por una patria libre. Sus palabras encendieron la chispa de la insurrección en los corazones de quienes estaban dispuestos a darlo todo por la causa de la independencia. Aquel acto iniciático, dio lugar posteriormente a la fundación de la República de Cuba en Armas y al desarrollo de una guerra, que duró diez años de combate sostenido contra España.

Su gestor devino figura central en la historia patria. El alma de Céspedes ardía con la pasión de la libertad y su valentía contagió a aquellos que se le unieron en la lucha. La decisión de adelantar el inicio de la guerra, la disposición de abandonar las comodidades y lanzarse a la manigua, son elocuentes testimonios de los valores y convicciones que le definían.

Su actitud valiente y liderazgo, trascienden el tiempo y nos instan a mantener vivo el espíritu de lucha y resistencia en la búsqueda de la libertad. El legado de Céspedes no solo nos convida a honrar su memoria, sino también nutrir el fuego del combate permanente por la libertad y la justicia.

Para adentrarnos en la vida y obra del hombre audaz que cambió el rumbo de la Historia de Cuba, Verde Olivo comparte la edición especial número 2 del año 2019 en su sitio web www.verdeolivo.cu, dedicada al bicentenario del Padre de la Patria. Páginas para explorar las causas por las que desafió al imperio y sembró la semilla de la independencia.

Por la historia que lo engrandece vale recordar, a más de 200 años de su natalicio, las palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz cuando en octubre de 1968 expresó: «[…] hoy nosotros, los revolucionarios de esta generación, nuestro pueblo revolucionario puede sentir esa íntima y profunda satisfacción de estarles rindiendo a Céspedes, a los luchadores por nuestra independencia, el único tributo, el más sincero, el más profundo […] la marcha hacia adelante».

Recordamos al iniciador de las gestas libertarias cuando dijo: «Todos», de este modo rompió las distinciones entre blancos y negros, esclavos y amos, región y país. Ahora seguimos siendo todos, cada uno que desde el trabajo, la escuela, el hogar o el barrio hace por Cuba, sabiendo que en ello va el presente y el futuro.